
Durante el conversatorio, Ramón Gener compartió con humor y franqueza cómo su relación con el piano nació más por mandato materno que por elección personal. “Mi madre me puso a estudiar música con seis años simplemente porque a ella le gustaba. No porque yo tuviera ninguna predilección por el piano, sino porque ella pensó que todos sus hijos tenían que tocarlo”, relató.
Gener recordó que, siendo niño, la disciplina del conservatorio se volvió tan dura que con once años se declaró en “huelga de manos caídas”, negándose a tocar. “Yo quería jugar fútbol, no pasar horas con preludios de Bach”, dijo entre risas, aunque admitió que la música lo persiguió siempre.
Este arranque autobiográfico conecta con la trama de Historia de un piano, donde el instrumento se convierte en un vínculo entre el protagonista, su madre y el mundo emocional que comparten. Sopitas lo describió como un “tango entre el personaje, el piano y la memoria familiar”, lo que llevó a Gener a afirmar que, de algún modo, “todos los personajes de un libro son trocitos del propio escritor”.
La conversación también tocó a la soprano Victoria de los Ángeles, figura fundamental para que Gener retomara el piano en su juventud: “Ella insistía en que no bastaba con tocar notas, había que ser un músico integral. Estudié filosofía, historia del arte y lenguas porque para ella la música no se entendía aislada”.
La música como lenguaje universal y democrático
Uno de los momentos más intensos de la charla surgió cuando Sopitas afirmó que la música es el quinto elemento de la vida, inevitable y presente desde la cuna hasta la muerte. Gener coincidió, citando a Nietzsche: “Sin música no existe la vida. Y si alguien dice que no le gusta, es un impostor”.
El autor explicó que la música es el arte más democrático, porque su interpretación depende de la experiencia personal de cada oyente: “Cuando suena una pieza de Chopin, cada persona escucha una versión distinta, moldeada por su propia vida, emociones y recuerdos”.
Sobre la eterna discusión del significado de la música, Gener fue categórico: “La música no significa nada por sí sola. Solo son notas que adquieren sentido cuando las escuchamos y les damos un significado propio”. Puso como ejemplo la Sonata “Claro de luna” de Beethoven, escrita en realidad como una carta de amor para Giulietta Guicciardi, pero transformada por la imaginación editorial en un paisaje lunar que condicionó la interpretación global.
La conversación también exploró cómo la música con letra “se prostituye”, según Gener, porque el texto fija una idea en la mente del oyente: “Podríamos cambiar la letra y la música seguiría siendo la misma, pero ya nunca se escucha igual”.

El piano: un milagro de 88 teclas
Al abordar la centralidad del piano en su vida y en su obra, Ramón Gener lo definió como un instrumento accesible y a la vez infinito. Retomó la frase de Daniel Barenboim, quien decía que el piano “es el instrumento más tonto” porque basta tocar una tecla para obtener la nota exacta. “En las 88 teclas del piano está toda la música del mundo. Solo hay que sentarse y encontrarla”, señaló.
Sopitas añadió que, pese a su papel crucial en la historia de la música, el piano suele quedar subestimado frente a la guitarra o la batería en la cultura popular. Gener coincidió y recordó que incluso canciones aparentemente simples, como Imagine de John Lennon, tienen un poder emocional mayor que piezas complejas de Bach: “La grandeza de la música no está en la dificultad técnica, sino en la capacidad de emocionarnos”.
El autor también subrayó que el piano es un instrumento armónico, capaz de unir ritmo, melodía y armonía en una sola ejecución. Eso lo convierte en un puente entre la música clásica y la popular, entre la disciplina académica y la espontaneidad emocional.
Para cerrar el conversatorio, Gener afirmó que el piano es inseparable de su biografía: “Cada vez que lo toco, regreso a mi madre, a mi infancia, a mis intentos de huir de la música y al milagro de reencontrarla. Por eso este libro no podía llamarse de otra manera”.
El diálogo entre Sopitas y Ramón Gener fue más que una presentación literaria: se convirtió en un ejercicio colectivo de memoria y reflexión sobre la música como lenguaje universal, vehículo emocional y elemento indispensable de la vida humana. En el marco del Hay Festival Querétaro 2025, quedó claro que Historia de un piano no solo cuenta la historia de un instrumento, sino la de todos aquellos que han encontrado en la música un espejo de su propia existencia.