En entrevista exclusiva con La Crónica de Hoy, la ensayista y docente Laura Sofía Rivero compartió su proceso creativo, la intimidad de su escritura y el camino que la llevó a publicar Enciclopedia de las artes cotidianas (Penguin Random House), un libro que se sumerge en los pequeños gestos y escenas de la vida diaria para transformarlos en textos profundamente reflexivos que invitan al lector a sentir que se encuentra en una conversación con una amiga íntima.

Rivero se define como una amante de la lectura, “antes que nada, soy lectora”. Esa identidad, explica, ha guiado no solo su formación, sino también su curiosidad inagotable por las múltiples formas en que se lee el mundo.
Un libro escrito a lo largo de once años
Enciclopedia de las artes cotidianas no nació de un impulso inmediato, sino de un largo proceso de escritura y reflexión: “Los ensayos más viejos los escribí a los 20 años, y los más recientes hace unos cuantos meses. En total, son 11 años de escritura”.
El resultado es un volumen misceláneo, en la tradición de autores como Chesterton, Alma Guillermoprieto o Jorge Ibargüengoitia, donde la unidad no está en el tema sino en el estilo: “Me interesaba que los textos, aunque distintos, se cohesionaran por una voluntad de estilo. Quería que fueran como esos libros que amo leer: diversos pero con un hilo invisible que los conecta”.
Para estructurarlo, Rivero jugó con la idea de que cada libro de ensayos es, en palabras de Arreola, “la enciclopedia de una persona”. Así, organizó apartados que van de los animales y las plantas, hasta el lenguaje, los libros y las escenas más comunes de la vida diaria.
El ensayo como tentativa
Rivero entiende el ensayo no como una afirmación tajante, sino como una exploración: “Un ensayo no es una opinión lapidaria, sino una tentativa de cómo entender un asunto en un momento específico”.
Esa perspectiva explica por qué, aunque reconoce que ya no se identifica con algunos textos escritos hace más de una década, los mantiene en el libro: “Mi interés no era dar verdades absolutas, sino ofrecer posibilidades de reflexión. Aunque mi voz cambie, esos ensayos siguen teniendo sentido”.
Su proceso creativo, relata, parte de la sorpresa: descubrir algo cotidiano que de pronto se vuelve problemático o fascinante. Luego vienen las notas, la conversación con otras personas, la escritura de borradores y el descubrimiento de que la forma del texto no siempre coincide con lo que imaginaba al inicio: “Muchas veces lo que pensaba que era el inicio resulta ser el final, o viceversa”.
Cotidiano no es rutinario
Uno de los conceptos centrales de Enciclopedia de las artes cotidianas es distinguir lo cotidiano de lo rutinario: “No son artes rutinarias, sino cotidianas. La rutina no nos provoca asombro, lo cotidiano sí, porque incluso en lo más común puede haber extrañamiento, tristeza o felicidad”.
Por eso escribe sobre roomies, abrazos, clases de inglés o silencios. Pequeñas experiencias que, bajo su mirada, se resignifican y adquieren nuevas capas de sentido.
El humor también es un elemento clave en su estilo: “Creo que el humor es esa herramienta para fisurar las certezas. Me interesa mirar el mundo con diversión, pero también con crítica”.
El lugar del ensayo hoy
En tiempos de inmediatez y sobreexposición digital, Rivero defiende el ensayo como un espacio indispensable: “Nos permite instalar la belleza donde ya no la vemos, la crítica donde dejamos de pensar, y sobre todo, el asombro. Rodeados de tanta información sin sentido, el ensayo dignifica la curiosidad y nos da más preguntas que respuestas”.
También cuestiona la idea de que este género esté condenado a la academia o al tedio: “No solo existe ‘el ensayo’, sino los ensayos. Hay una pluralidad de escrituras que pueden ser ingeniosas, lúdicas y bellísimas. A mí me gusta esa tradición que está entre lo académico y lo autobiográfico, donde la prosa, la agudeza y el humor redibujan lo que significa pensar por escrito”.
Entre la docencia y la escritura
Su labor como maestra ha sido clave en su forma de mirar lo literario. Con estudiantes de preparatoria, dice, comprendió que la literatura no solo habla de “grandes temas”: “Mis alumnos me enseñaron que lo que necesitamos son puentes entre los clásicos y lo cotidiano. Me hicieron pensar que cualquier cosa puede ser importante si sabemos mirarla con otros ojos”.
Ensayos favoritos y vigencia
Aunque cada texto tiene su propio valor, Rivero confiesa un cariño especial por dos: uno sobre las clases de inglés —que resignifica esa experiencia tediosa y la vuelve divertida— y Ensayo sobre tu ausencia, donde explora la capacidad de la escritura para transformar la pérdida.
Respecto a la vigencia de los ensayos, reflexiona: “Uno no controla qué caduca y qué no. Pero busco que las cosas duren lo más posible. Cuando leo a autores antiguos, aunque ya no entienda sus referencias materiales, su mirada sobre la experiencia humana sigue interpelándome. Eso es lo que intento lograr también”.
El ensayo como puente
Finalmente, al preguntarle qué espera que los lectores se lleven de Enciclopedia de las artes cotidianas, responde con humildad: “Me encantaría convertirme en un puente hacia las lecturas que me han hecho feliz. Si alguien llega a Montaigne, a Borges o a Wislawa Szymborska gracias a mi libro, yo ya estoy plena”.
Rivero prepara próximas presentaciones en la Ciudad de México este 25 de septiembre y en octubre, además de otras actividades que podrían llevarla a distintas ciudades y ferias del libro.
Enciclopedia de las artes cotidianas es, en palabras de su autora, un espacio de preguntas más que de certezas, de curiosidad más que de solemnidad. Una invitación a mirar lo común con ojos nuevos y a descubrir que lo literario puede habitar en lo que parecía insignificante.