
La compositora mexicana Gabriela Ortiz, miembro de El Colegio Nacional, reconoció la importancia que tienen los músicos al momento de interpretar una obra, pues se convierten en creadores de esa pieza. “No se trata nada más de leer lo que está en la partitura, siempre van mucho más lejos, hay un input muy importante que deben sacar. Deben sacar su versión, su propia idea de la música: poner mucho de lo que son cada uno de los músicos”, aseveró al finalizar el concierto “Entre la cuerda y el tiempo”, con la interpretación del violinista David Rivera y la pianista Yolanda Martínez.
“Curiosamente, oí otra interpretación y, para mí, eso también es fascinante, porque la música no es estática, sino que tiene vida a través de los intérpretes; nosotros, como compositores, producimos una partitura, pero esa partitura está en el papel. Son los intérpretes los que le dan vida a esa música: está ese factor humano, que es fundamental, y ese lo ponen también los intérpretes. Sin ellos, yo no sería nadie, y ustedes sería nada sin los compositores. Es una retroalimentación”.
Y es que, durante el concierto, se interpretó la pieza “De cuerda y Madera”, una obra para piano y violín que escribió la colegiada el año pasado, bajo el encargo de la violinista María Dueñas, quien, incluso, estrenó otra obra de la maestra Gabriela Ortiz, “Altar de cuerda”, grabada por la Filarmónica de Los Ángeles, con la dirección de Gustavo Dudamel.
“Esta versión que se estrenó en México, por ejemplo, es distinta la de María y no demerita en lo absoluto y a mí me gusta mucho. Algunos tempos fueron distintos, pero a mí me gustaron mucho”, destacó la artista, cuyo objetivo al coordinar estos conciertos es el abrir espacio para los jóvenes intérpretes, como es el caso de David Rivera, en especial, en el Aula Mayor de El Colegio Nacional.
“Este es el caso de David Rivera, un violinista que inicia sus estudios a los 5 años, de la mano de sus padres, la pianista cubana Yolanda Martínez y el violinista mexicano Cuauhtémoc Rivera”. Agregó la colegiada.
Además, David Rivera estudió en el Conservatorio Central de Música de Beijing —donde se convirtió en el primer hispanoamericano en egresar de la maestría en violín—, fue distinguido como egresado notable por el gobierno de Beijing y recibió el Premio a la Excelencia Académica del Instituto Nacional de Bellas Artes, mientras cursaba el ciclo básico de la superior de música.
En el caso de la pianista Yolanda Martínez, de origen cubano y nacionalizada mexicana, Gabriela Ortiz destacó que su “trayectoria artística y pedagógica la ha consolidado como una figura relevante del ámbito musical”. Martínez inició sus estudios en La Habana, bajo la guía de renombrados maestros. Después de graduarse con honores en el Conservatorio de Tchaikovski de Moscú, “se estableció en México, donde ha desarrollado una brillante carrera como concertista solista de orquesta y música de cámara”.
Con un repertorio que abarca desde el romanticismo ruso hasta la música contemporánea, Martínez “ha sido aclamada por su técnica depurada y profundidad interpretativa”, resaltó la Gabriela Ortiz.
Una noche de piezas medulares
El concierto “Entre la cuerda y el tiempo” se integró con obras de Beethoven, Ysaÿe, Bach y Gabriela Ortiz. De acuerdo con la compositora mexicana, el programa es “como un roble, con dos compositores fundamentales para cualquier intérprete que empieza a estudiar música, y que son medulares para el desarrollo técnico de su instrumento”, como Ludwig van Beethoven, de quien se interpretó la Sonata número 5 en fa mayor Opus 24.
“Beethoven escribió 10 sonatas para piano y violín: la Sonata número 5 se conoce también como la Sonata primavera y es una de las más conocidas, la cual está dividida en cuatro movimientos.
“Esta sonata la escribió en un periodo de transición, no era el Beethoven maduro, por ejemplo, de la sonata número 9, pero vemos a ese Beethoven que camina hacia terrenos mucho más desconocidos para la época. De hecho, hay una cita de Haydn, su maestro, quien decía: ‘me gustan las primeras obras de Beethoven, pero no entiendo lo nuevo, como si improvisara en el piano’”.
Desde la perspectiva de la colegiada, los últimos cuartetos de cuerdas de Beethoven son revolucionarios, se adelantan, rompen con las formas, extienden la forma sonata, lo que sucede mucho en “La heroica” y, efectivamente, “a los oídos de Haydn era difícil entender hacia dónde estaban caminando Beethoven”.
Otra de las obras interpretadas durante el concierto fue la Sonata para violín solo n.º 3 de Eugène Ysaÿe, un compositor de origen belga, nacido en la segunda mitad del siglo XIX. Era tan destacado que se convirtió en uno de los primeros concertinos de la Filarmónica de Berlín, al grado de llamarlo “el Paganini belga”, seguramente es un compositor conocidísimo entre los violinistas, pero no tanto en el público, señaló Gabriela Ortiz.
Después del intermedio se interpretaron los movimientos V–VIII de la Partita n.º 1 en si menor, BWV 1002, de J. S. Bach, un repertorio medular, “cualquier músico, tanto los pianistas como los violinistas tienen que tocar este repertorio, pasar por Bach, por Beethoven, por Mozart o por Haydn”.
El cierre del concierto fue con la pieza de la maestra Gabriela Ortiz, “De cuerda y Madera”, una obra en la que la compositora trató de construir un diálogo muy fructífero entre el piano y el violín: “el violín tiene partes virtuosas, partes cadenciales, donde el violín o el piano tocan solos”.
La obra fue estrenada el año pasado en el Carnegie Hall, en Nueva York, siendo la interpretación de la noche del jueves en el Aula Mayor de El Colegio Nacional su estreno en México.
El concierto “Entre la cuerda y el tiempo”, a cargo del violinista David Rivera y la pianista Yolanda Martínez, se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx.