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El antropólogo y Premio Crónica presenta su libro “El mito del salvaje”. Tenemos una historia llena de personajes salvajes y todos están ligados e intento con este ese libro mostrar esas conexiones, añade

Roger Bartra: El mito del salvaje vive porque ayuda a validarnos como humanos civilizados

Presentación de libro Roger Bartra presentó su libro en la librería Gandhi.

El mito del salvaje está vivo porque las sociedades industriales avanzadas y sofisticadas requieren de los mitos y, en especial el del hombre salvaje, porque necesitan una definición que las eleve al rango de ser civilizadas, algo que aún no podemos completar bien, dice el antropólogo y Premio Crónica, Roger Bartra.

Una reflexión que engloba lo que fue la presentación de su libro “El mito del salvaje”, en la librería Gandhi, y en la cual hizo una detallada exposición de dónde viene este mito, algunos personajes relevantes y cómo ha sido manejado por el hombre a través de los siglos.

En ese sentido, Roger Bartra dijo que tenemos una historia llena de personajes salvajes y todos están ligados. “Lo que intento con este ese libro es mostrar esas conexiones entre unos y otros y cómo son parte de una cultura europea que fue desarrollándose hacia otros continentes”.

CÓMO ES EL SALVAJE.

El autor de “La jaula de la melancolía” señala que el salvaje más complejo, intenso e impresionante lo creó Calderón de la Barca y lo presenta en su obra “La vida es sueño”. Se trata del personaje, Segismundo, un hombre salvaje, encerrado, desconsolado, encarcelado en sus emociones y que en ese ambiente sufre una transformación. “Lo que pone sobre la mesa el autor, entre muchas otras cosas, es una reflexión sobre esa condición, ese estado natural salvaje en el que se encuentra el peligroso Segismundo y después lo lleva a causar problemas”.

Y como éste, añade, hay grandes personajes en la literatura: Robinson Crusoe, que no pareciera un salvaje, pero en realidad sí lo es. Es el pecador que sufre, naufraga y llega a una isla deshabitada y se convierte en un salvaje.

“Eso sí, es un salvaje muy emprendedor... el salvaje de la época mercantil, capitalista, etc. Él encarna al verdadero salvaje y no el personaje que después aparece, que es Viernes, un indígena que, desde luego, es puesto a servir a los salvajes occidentales”.

Y después, añade, la mayaría de las personas tiene un correo electrónico y muchos usan el de la empresa o dominio Yahoo, que es el nombre que tenían los salvajes descubiertos por Gulliver cuando llegó al país de los caballos inteligentes y civilizados que explotaban a los yahoos, que eran hombres salvajes, desnudos, peludos, lascivos, agresivos, etc. Hay un grabado famoso de una yahoo desnuda que se echa encima de Gulliver y lo trata de violar.

Lo que nos dicen estas características, agrega, es que la historia está llena de personajes salvajes y todos están ligados. “Lo que intento hacer en este libro es mostrar esas conexiones entre unos y otros, mostrar, porque resulta que se van colando por todos lados, en la cultura, en el arte, etc., de una manera realmente impresionante”.

¿Pero también describen al salvaje como un ser triste y melancólico?

Eso es común. La idea para mí no se relacionó con que descubriese que habían descrito unos salvajes melancólicos, sino, cuando escribí “La jaula de la melancolía”, supe que había dos mitos europeos: el del salvaje, del cual he estado hablando, y la melancolía, que era un mito importante, también de origen griego, la palabra misma, melancolía, quiere decir humor negro. Este otro mito que también es una enfermedad mental.

Entonces, descubrí ahí que debía también ocuparme de la historia de ese otro mito. Y como antropólogo, etnólogo mexicano en busca de esos mitos en la civilización europea, realicé un estudio y ya se plasmó en el libro “La melancolía moderna”, que recién publicó Siglo XXI, y trata ese tema.

Otro que también se va a publicar es “El duelo de los ángeles”, un estudio de la idea de la melancolía y del mito de la melancolía, en Kant, en Max Weber y Walter Benjamin.

"El mito del salvaje", de Roger Bartra El libro es publicado por la editorial Siglo XXI.

Es una descripción de cómo la enfermedad mental acabó siendo transformada en depresión por los psiquiatras de finales del Siglo XIX, porque les pareció que como la melancolía había sido manoseada por los poetas románticos, no les servía para diagnosticar enfermedades mentales, e inventaron, sacándose términos generalmente de la geología, la idea de depresión.

Este poderoso mito alcanzó a Kant, cuando estudiaba al salvaje de las cabras, que fue calificado de melancólico. Y cómo llegó ese mito a Max Weber, que también lo exploró. Weber, a diferencia de Kant, sufrió melancolía o depresión y no digamos Walter Benjamin, que acabó suicidándose, justamente porque, principalmente, se encontró acorralado entre el nazismo que invadía Francia y el franquismo que había triunfado en España.

¿Qué nos puedes platicar, por ejemplo, de los mitos del niño salvaje?

Es muy importante y es una parte del libro. Desde luego los abordo.

De eso no hemos hablado demasiado, pero hay una cierta obsesión, digamos, filosófica en la cultura europea por el hombre en estado de naturaleza. Y el hombre en estado de naturaleza les pareció que lo podían estudiar en esos casos de los niños salvajes que habían sido rescatados y capturados, como el niño de Aveyrón, el más famoso, que fue muy estudiado, hubo mucha literatura al respecto, incluso una película. Está el caso de Kaspar Hauser, en Alemania, en la primera mitad del siglo XIX. Un niño que aparece súbitamente en Nuremberg y no puede hablar.

Entonces, empiezan también a estudiarlo. El papá de Feuerbach, el famoso filósofo, se dedica a investigar sobre él, pero con el tempo han surgido muchos casos. Y desde luego siempre les rodea un aura mítica, pero son casos reales, digamos, son salvajes de verdad.

Son tan de verdad como los ermitaños del desierto, que también existieron, de carne y hueso, y los menciono como una derivación del mito del salvaje, como mito del hombre lobo. El hombre lobo, obviamente, es un ser salvaje, mitad humano, mitad lobo, pero a ese le dediqué otro libro, que a finales de la Edad Media y en pleno Renacimiento existieron de verdad hombres lobos, es decir: la Inquisición y los jueces perseguían a personas que habían sido denunciadas como hombres lobo, así como perseguían a las brujas, los encarcelaban y en la mayor parte de los casos los quemaban en la hoguera.

Son de los pocos casos, como los de los niños salvajes, en que sí hay una realidad. Es decir, hay personas que fueron quemadas por ser hombres lobos: ermitaños que se fueron al desierto, que existieron realmente, históricamente, etcétera, y seguramente de alguna manera es un poco más difícil de determinar esos caballeros que tenían una locura amorosa, una decepción terrible, se iban al bosque, se desnudaban, les crecía el pelo…

¿Qué va a pasar con este mito del salvaje ahora que los niños y los jóvenes, los adultos y la tercera edad ya no son salvajes, están pegados a un dispositivo todo el día?

El mito sigue vivo hoy en día. En el siglo XX se desarrolló muchísimo y creo que, por ejemplo, la mitología de las sociedades industriales más avanzadas, como la de Estados Unidos, está llena de salvajes. Claro, solo si se ve en perspectiva, descubrimos que Batman, que el Hombre araña, etcétera, forman parte del mito del hombre salvaje y están conectados con eso de la misma manera que Edgar Rice Burroughs inventó en sus novelas el Tarzán, porque conocía las leyendas del hombre salvaje. Entonces, eso es algo que sigue presente en nuestra cultura.

La cultura en las sociedades industriales avanzadas, sofisticadas, siguen requiriendo de mitos de diversa índole, que encarnan en estos superhéroes salvajes, no todos los superhéroes son salvajes, aunque pareciera que sí, pero algunos son claramente ese mito. Eso es muy importante. Después está, desde luego, la pintura moderna.

Termino el libro del “El mito del salvaje” con un cuadro de Paul Klee, que lo tituló así, “El hombre salvaje”. Es muy interesante y creo que el mito sigue vivo, porque aún es necesaria una definición de nuestro ser civilizado que no podemos completar bien, porque es prácticamente imposible hacerlo.

Y de esa manera, creo que en las sociedades más avanzadas se tiende a observar a esos otros que no se entienden bien y a verlos como salvajes, aunque en realidad no sean nada, pero el calificativo sigue siendo importante. Son los terroristas, por ejemplo, los extremadamente peligrosos y efectivamente existen tanto en la realidad como, sobre todo, en la imaginación política.

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