
La versión poética que asocia el significado de México como “el lugar del ombligo de la Luna” no tiene sustento; no existe documento donde se ligue el concepto con la toponimia del lugar, sostuvo el investigador Miguel Pastrana Flores, especialista en historiografía de tradición indígena, al participar en el ciclo de conferencias Tenochtitlan, origen y destino, coordinado por el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, miembro de El Colegio Nacional.
“No aparece en nada que tenga que ver ni con Tenochtitlan, ni México, ni con los mexicas, ni nada por el estilo. Entonces, dadas las características de la escritura náhuatl, creo que podemos dejar de lado ‘el obligo de la luna’, aunque es muy poético”, afirmó al dictar la conferencia “Una ciudad, dos nombres. México Tenochtitlan en la escritura náhuatl”.
Pastrana abundó que, dadas las características del sistema de escritura náhuatl, en la toponimia “debería de haber una luna”, pero no existe en ningún documento. En el Lienzo de Tlaxcala, por ejemplo, aparece el metztli (luna) para referirse a Meztitlan; por lo tanto, “si podían escribir Metztitlan, podían escribir el ombligo de Metztitlan con la mano en la cintura”.
El topónimo de Xico, el lugar del ombligo tampoco aparece. “Xico es el lugar del ombligo, es ahí por la zona de Chalco, saliendo hacia Puebla; ahí lo pueden encontrar, pero no aparece en nada.
¿En qué se funda? En una interpretación que hizo Paredes en el siglo XVII a partir de informaciones otomíes, no disputo que en otomí se hable ‘del lugar del ombligo de la luna’, lo que yo digo es que no aparece en náhuatl, y no aparece en la escritura náhuatl”.
“Aunque sea muy poético, podemos despedirnos de eso, igual que ‘del águila del ocaso’ en el caso de Cuauhtémoc. Digámosle adiós a tanta poesía. Pensemos más por dónde van las cosas. Si hubieran querido poner eso, ‘el ombligo de la luna’, lo hubieran hecho sin ningún problema, si no lo ponen, es por algo”, sentenció.
La charla de Pastrana giró en torno a las investigaciones sobre el origen y sustento del nombre doble que terminó por designar al país entero. De acuerdo con el especialista, la discusión en torno a la toponimia de Mexico Tenochtitlan surgió desde el siglo XVI, casi inmediatamente después de la Conquista, y ha estado llena de especulaciones.
“Podríamos decir que, desde la primera mitad del siglo XVI, ha habido discusiones respecto del significado, la etimología, los usos, las formas en que se debe representar, las formas en que se debe escribir el binomio toponímico de la ciudad”, señaló.
Ignacio Guzmán Betancourt, notable estudioso de la lengua náhuatl, hizo un volumen “muy copioso” donde compila 500 años de debate en torno al significado, la etimología y lo que quieren decir los dos vocablos, donde afirma: “No es una exageración afirmar que ningún otro topónimo del mundo ha sido objeto de tantas especulaciones etimológicas como lo ha sido esta pareja toponímica mexicana”.
El debate, sin embargo, ha dado pie a más especulaciones en el caso de México, ya que con Tenochtitlan existe más consenso por parte de los estudiosos. “Siempre va a haber frases divergentes respecto de lo que es, pero Tenochtitlan lo encontramos abundantemente expresado, tanto en documentación, en caracteres latinos, tanto en castellano como en náhuatl, como en los códices, como el del Códice Mendocino”.
El problema, sostuvo, “surge con el primer nombre, con Mexico, que no aparece en ningún lado, en ningún códice, en ninguna inscripción, en algún monumento mexica, ni en ningún códice náhuatl. Aparece Tenochtitlan. México no aparece, lo cual es un auténtico misterio, Mexico ha sido objeto de toda clase de debates y especulaciones respecto de su etimología. Podemos decir que no hay un consenso ni siquiera medianamente aceptable entre los especialistas, hay muchísimas variantes”.
Para tratar de descifrar el misterio, Pastrana se refirió a la necesidad de entender la forma de escritura que tenían los antiguos pobladores antes del contacto con los españoles. “En el caso de las escrituras mesoamericanas, porque es parte de un sistema muy complejo que arranca en el final del mundo olmeca, y se va a continuar por lo menos hasta fines del XVII, principios del XVIII, los sistemas mesoamericanos son logosilábicos”.
“Es decir, sus signos gráficos representan palabras y sílabas, así es como ellos escriben. Y otra característica muy importante de los sistemas mesoamericanos es que son muy icónicos, son muy figurativos, sus signos son elementos reconocibles”.Ampliamente representado
En el caso del topónimo de Tenochtitlan, señaló Miguel Pastrana, “no tiene muchos problemas (contiene) el tétl, que se lee ‘t’, y el noch, el ‘nochtli’, que se refiere a la nopalera, tuna o nopalera, que sería como más correctamente lo deberíamos entender en el español moderno: el tunal. Es ‘tenoch’, se lee ‘tenoch’, los dos elementos, y al igual que en el caso de Tzapotitlán le agregan el ‘titlan’ en la hora de leerlo, Tenochtitlan”.
Ese toponimo, explicó, “está abundantemente representado por todos lados, es extremadamente conocido, aparece en el Códice de la Cruz (Badiano), en el Florentino, en el Telleriano-Remensis, el Azoyú, el Osuna, y se podrían agregar 40 más, porque está abundantísimamente representado”.
En todos los casos, “independientemente del estilo que cada tlacuilo tuviera, dependiendo de su habilidad, su apego a la tradición antigua, su instrucción, el dinero que tuviera y el tiempo para elaborar los documentos y a quién estuvieran dirigidos, se lee exactamente igual. Es el mismo lugar, no importa si tiene una tuna o tiene 80, lo importante es que representa esos sonidos, es Tenochtitlan”.
“Es muy posible que Tenochtitlan, el nombre de Tenochtitlan, sea en principio el nombre de la planta, una planta, sin otras implicaciones más complejas, en principio es lo que parecería ser”. Sin embargo, abundó, en el caso del náhuatl, el contexto es muy importante: “Fuera de contexto puede ser veinte cosas, en contexto puede tener ya un valor específico”.
De esta manera, los elementos que en principio se refieren a la planta aparecen ligados, con una línea, a un personaje, identificado como Tenoch. “Como ese tenoch se refiere a un tipo, no a un lugar ni a una planta, el lector del náhuatl sabía que se tenía que pronunciar tenoch, no Tenochtitlan, ni tenochtli, porque en este caso es el nombre de un sujeto y un sujeto famosísimo, que al igual que Tenochtitlan, aparece en un montón de lugares”.
El problema, dijo Pastrana, comienza con el primer término. “La bronca viene con Mexico y ahí sí empezamos a sufrir terriblemente porque no aparece el topónimo, pero aparecen cosas muy similares que están directamente vinculadas, y hay que buscarlas, como el caso de la Matrícula de Huexotzinco, que es una nómina de tributarios donde aparece un metl, pero que se lee me, como en Metepec, pero la glosa nos dice que este señor se llama Juan mexi, tenían que agregarle el xi, ‘mexi’, ya estamos cerca, no está ‘México’, pero esta mexi”.
Otro caso aparece en el Códice Mendocino, en la famosísima primera lámina, la de la fundación, donde aparece otro sujeto llamado Mexitzin. “La glosa en este caso es muy clara, el señor se llama Mexitzin y está atrás de Tenoch, justamente atrás de él, no es casualidad que esté ahí, no está Mexico, pero está en Mexitzin, está ahí en la primera lámina del Mendocino en el momento de la fundación y los primeros años de Tenochtitlan, no puede ser casualidad”.
“Lo único que podemos corroborar ahorita es que es el nombre de un tipo, un nombre de persona. En varias fuentes se menciona que los mexicas tenían a un caudillo, o dios, que respondía al nombre de mexi y se le menciona en varios sitios. Por ejemplo, Fray Toribio de Motolinía lo menciona en memoriales: ‘Los naturales dicen que aquel nombre de Mexico trajeron sus primeros fundadores, el cual nombre de ellos tomaron de su principal dios, el cual tenía dos nombres: Huitzilopochtli, y el otro Mexitli y de este Mxitli se llamaron Mexitlis’, en varias fuentes, Sahagún y otros mencionan a este mexi como otro nombre de Huitzilopochtl, eso parece lo más probable, el lugar de mexi, que eso quiera decir, la bronca es por qué no dice Huitzilopochtli”.
De esta manera, la toponimía de Mexico Tenoctitlan sugiere que en el caso de Tenochtitlan “parece ser como una especie de descripción muy genérica de un lugar, muy agreste, no poblado, no apto para la agricultura. Sabemos que en el centro de México y más en ciertas zonas está lleno de lugares de roca volcánica, entonces por ahí puede crecer tranquilamente el nopal”.
“Y el otro (Mexico) viene muy a tono, el lugar del Dios, el lugar donde se asienta la divinidad. Así como Xipetlan es el lugar del dios Xipe”. Sin embargo, agregó Pastrana, “quedan muchas cosas pendientes como siempre, pero lo importante es que si bien no tenemos a Mexico en los códices, sí tenemos a Tenoch y a Mexitzin en los códices, directamente implicados en la fundación de Tenochtitlan, uno atrás del otro, lo cual va muy de la mano con las informaciones que tenemos de cronistas como Chimalpahin o Tezozómoc, donde el Dios, cuando habla con los sacerdotes que comandan la migración, dicen: ‘tú, Tenoch, serás como el Tenochtli que crece de las peñas’. Y tendríamos al otro personaje cuya función aún está por determinarse, pero los tenemos juntos y ahí están y han estado siempre”.