
La historia de Aztlán, como otros mitos mesoamericanos, pasó por una larga trayectoria histórica, donde hubo cambios, ajustes, modificaciones: en algún momento los relatos se mimetizan, se juntan, se separan, hay intereses políticos o intereses religiosos. Pero en el siglo XVI, cuando los cronistas europeos tomaron nota del relato, se “congeló la dinámica fluida de la narración”, aseguró la antropóloga Patricia Ledesma quien, junto con Manuel Hermann Lejarazu, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), ofrecieron la conferencia “De Aztlán a Tenochtitlan”.
La mesa, coordinada por Eduardo Matos Moctezuma, miembro de El Colegio Nacional, formó parte del ciclo Tenochtitlan, origen y destino. Durante sus participaciones, ambos estudiosos realizaron un recorrido por los diferentes relatos de la formación de Tenochtitlan, destacó la investigadora.
En las clases con el doctor Alfredo López Austin, rememoró la directora del Museo del Templo Mayor, solía decir durante sus primeras sesiones: “recuerden que casi todos estos relatos tienen que ver con una oralidad, pero, finalmente, la oralidad es un juego dialéctico entre el que habla y los que escuchan, la audiencia”.
“Traigo una nota del doctor Alfredo que me gustó mucho, aparecida en una de las revistas Arqueología Mexicana, donde recuerda que, en 1972, cuando distribuyó entre colegas las primeras copias mimeográficas de su libro Hombre-dios: religión y política en el mundo náhuatl, dio a conocer con ellas ‘una sabia opinión que Paul Kirchoff nos transmitió a sus alumnos: no entendí la historia del México prehispánico hasta que supe que cada personaje era su propia abuela’”.
En su evocación, destacó que, desde aquel momento, el doctor López Austin planteaba la inutilidad de hacer una versión única y coherente, “incluso apta para oficializar con los contradictorios datos, supuestamente biográficos, de Topiltzin Quetzalcóatl: me enfrentaba a la imposible reducción de la mezcla del mito, la leyenda y la historia reunidos y confundidos”, en palabras de Alfredo López Austin.
Desde la perspectiva de Patricia Ledesma, con el tema de Aztlán y el peregrinaje o migración existen muchas versiones; incluso, ofrecen coordenadas exactas del lugar de donde comienza el recorrido; sin embargo, es un relato oral que se ajustó, como cuando uno cuenta un chiste: modifica hasta el nombre de los personajes, pero lo que importa es el núcleo de la historia. También, si el narrador decide que va a contar una historia triste, pondrá énfasis en ciertos episodios. “Si quiero que se rían, pues también se habla de otra forma”.
“De este juego dialéctico habló el profesor López Austin, y es lo que lo que vemos, incluso, a la hora de que se petrifica este texto en las crónicas que nos llegan hasta ahora. Esto se alcanza a ver, por ejemplo, en la musicalidad: cuando uno lee el texto, en particular los textos en náhuatl tienen un ritmo. Sabemos que es más fácil aprendernos una canción o un poema a memorizar un texto científico y, finalmente, hay que reconocer que no hay un único narrador, y eso lo sabemos en muchos libros como la Ilíada o la Odisea, donde hay una constelación de narradores que lo ajustan a su modo”.
En el año de celebraciones
A lo largo de 2025 se ha celebrado la fundación de Tenochtitlan con una peregrinación, como se le conoce en la vida cotidiana, aun cuando también se le podría señalar como un movimiento migratorio que, en algún momento, necesitó dejar atrás su lugar de origen, buscar nuevas tierras o nuevos lugares donde asentarse, explicó el investigador del CIESAS, Manuel Hermann Lejarazu.
“Pareciera que todo se inicia de una manera precisa y con una finalidad que, en apariencia, no ocurre nada durante todo el largo trayecto —las fuentes nos indican que migraron cerca de 200 años, dependiendo, desde luego, del tipo de manuscrito— y para entender esta historia se debe ir más allá de la idea de que lo más importante es cuando encuentran el águila con el nopal, devorando a la serpiente y, eso, ni a veces; luego aparece el águila con otras aves”.
De esta manera, en ese trayecto hay una serie de relatos puntuales que fueron descritos en diversas crónicas, algunas veces relatos míticos que están ahí introducidos, pero que los investigadores aprovechan a partir de una reflexión moderna, en la que, por ejemplo, “quizá para ellos era tan real la aparición de Huitzilopochtli como para nosotros lo es el mundial de fútbol”.
Hay que dimensionar todo en su temporalidad, estacionarse en los momentos más importantes e interesantes, que ofrecían información, no solamente de un hecho histórico, como su estancia en alguna región en particular, sino mostrar el recorrido a través de los relatos que se entretejen durante este largo viaje desde Aztlán hasta Tenochtitlan, “en el cual muchas cosas ocurren, algunas podemos decir: ‘bueno, francamente, eso es imposible que haya ocurrido’, pero eso ocurría en otro ámbito, en otro espacio, en lo que el doctor López Austin llamó ‘el tiempo de los dioses’”.
De acuerdo con el especialista, los códices son muy importantes en la construcción de una gran crónica, pero siempre hace falta este trasfondo oral, porque las imágenes se han convertido en una especie de índice con los signos puntuales que se pueden seguir visualmente, pero la riqueza que hay detrás de cada uno de esos elementos pictóricos, desafortunadamente ya no se tiene, “suponemos que está plasmado, que logró trasladarse cuando el alfabeto latino ocupa su lugar, lo cual es un proceso interesante: la palabra escrita empieza a sustituir un poco esta gran tradición oral y, desde luego, los códices dejan de tener también esa función”.
Para la conferencia “De Aztlán a Tenochtitlan”, Ledesma y Hermann Lejarazu centraron su escritura en la Crónica Mexicayotl, la cual pudo haber tenido tanto un soporte importante de lectura, como un códice, al tiempo de recoger la tradición oral de muchas personas de avanzada edad, quienes fueron fundamentales para escribir este manuscrito, del cual se conoce la versión en español, escrita por Hernando Alvarado Tezozomoc, descendiente del gran Tlatoani, pero la escribió hacia 1598, y la versión en náhuatl la escribe después, hacia 1610.
Al parecer cuando él hace esta crónica en lengua náhuatl, “vemos que la narrativa nos lleva a tratar de analizar qué eventos ocurren durante la peregrinación, que fueron trascendentales, como la aparición de Huitzilopochtli en su máxima potencia y de qué manera va a ser la comunicación que establecen precisamente con el grupo migrante, con los nahuas, posteriormente conocidos como mexicas.
Uno de los objetivos de los investigadores al centrarse en la crónica fue encontrar el tejido entre lo que ocurre en el espacio de los dioses y lo que sucede, al mismo tiempo, en el de los seres humanos, donde sí importan las aventuras que tienen los mexicas en el mundo terrenal, pero también lo que está ocurriendo en “otro trayecto paralelo de Huitzilopochtli, que se alcanza a ver como puntadas que de pronto salen y aparecen en la narración”, enfatizó Patricia Ledesma.
“Lo que vemos son dos caminos paralelos: el Dios y el pueblo van caminando, de pronto, se cruzan sus caminos y luego se separan y se vuelven a cruzar; en particular es el Dios que baja al mundo terrenal, provoca algo y eso propicia que los mexicas sigan caminando, tomen decisiones para cambiar de rumbo o regresar.
“Suena complicado, pero seguramente la mayoría de los que estamos aquí leímos la Ilíada en la prepa y es más o menos lo mismo: la idea era, por un lado, la guerra humana, pero por otro, lo que pasa en el Olimpo. Finalmente, quien decide la victoria final de los Aqueos es el triunfo de Atenea y de Zeus en el en el Olimpo”.
Al mismo tiempo, especificó Patricia Ledesma, no siempre importa el destino, sino el trayecto y lo que sucede en ese recorrido se convierte en la condición para que se pueda alcanzar algo, “nos gustaba mucho el escritor e investigador Joseph Campbell, quien habla del famoso viaje del héroe, siendo uno de sus más fervientes admiradores el director George Lucas, que en La guerra de las galaxias se basa en la teoría del camino del héroe. “El personaje que, por alguna razón, sale de su zona de confort, emprende un largo viaje, le pasan muchas cosas, crece gracias a eso y tiene que regresar”.
“Campbell estudia muchos mitos en a nivel mundial y encuentra paralelismo entre Gilgamesh y el Odiseo. Gente que va y, además, cuando regresa termina por fundar algo, ya sea ciudades o religiones”.
A decir de Patricia Ledesma, uno de los conceptos fundamentales dentro de esta trama es el de la “agencia” que, en términos de antropología, se refiere a quien tiene la capacidad de tomar decisiones y de llevar a cabo acciones, “vamos a ver cómo a lo largo del camino, Huitzilopochtli es el que toma las decisiones, pero al final desciende porque ya está como en otro nivel y los mexicas comienzan a tomar decisiones”.