
A lo largo de las décadas se han producido una serie de propuestas que han tenido un impacto “importante en la concepción del público en torno al proceso de domesticación del maíz”, pero antes se debe entender que la domesticación se refiere a un desarrollo en el cual las plantas silvestres se vuelven dependientes de los seres humanos para su propagación: “esto quiere decir que los humanos tienen que sembrar las semillas, porque la planta en su forma silvestre no lo puede hacer de una manera adecuada”, aseguró la investigadora Emily McClung de Tapia, investigadora del Laboratorio de Paleoetnobotánica y Paleoambiente del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
Al participar en la mesa redonda “Del teosinte al maíz: una historia sin fin”, junto con las también investigadoras Diana Martínez Yrízar y Carmen Cristina Adriano Morán, como parte del ciclo La arqueología hoy, coordinado por Leonardo López Luján, miembro de El Colegio Nacional, añadió que a través de los años se han desarrollado tres perspectivas, a las cuales se han referido como teorías, “pero en realidad son hipótesis, y uno es la llamada hipótesis tripartita”.
Se trata de un planteamiento que inició al final de los años 30, en el cual se cuenta que el maíz se originó de un tipo de maíz silvestre extinto, y se consideró como el ancestro del maíz. “El teosinte era otra especie desarrollada como el proceso de de hibridación, cruzamiento entre este maíz extinto y un pasto silvestre de otro género. Entonces, la introgresión, es decir, este cruzamiento de teocinte con maíz, propició el desarrollo de ciertos tipos de maíz conocidos en Mesoamérica”.
Sin embargo, otro grupo planteaba que nunca existió el maíz extinto, el maíz silvestre y que el ancestro del maíz, como lo conocemos, es el teosinte, pero no solamente el teosinte, “sino un teosinte de una especie específica que se llama maíz parviglumes; se trata de una hipótesis ortodoxa, digo ortodoxa, porque es la hipótesis mayormente aceptada entre los científicos que han estudiado este problema”.
“Un detalle relacionado con la hipótesis ortodoxa es lo que se ha llamado transmutación, en donde los pastos que tienen una inflorescencia masculina que termina en las ramas, de alguna manera se desarrolló en la mazorca y este proceso, del no se entiende del todo, ha producido mucha controversia sobre cómo ocurrió, pero es evidente que el maíz tiene una mazorca muy grande con muchos granos, por lo que sí ha sido importante tratar de entender mejor este proceso de transición”.
De acuerdo con Emily McClung, hay una tercera hipótesis que es importante considerar, aun cuando no ha recibido tanta atención, y no se ha difundido tanto para tener un impacto significativo dentro del análisis de maíz por los arqueólogos: la llamada hipótesis multicéntrica, propuesta desde los años 80 y, “aunque no hay evidencia arqueológica clara para este desarrollo multicéntrico de la domesticación del maíz, hay una gran cantidad de tipos de maíz de variedades que caracterizan diferentes subregiones del territorio mesoamericano y otras partes de América Latina”.
“Este proceso multicéntrico, es decir, domesticación en diferentes subregiones de Mesoamérica, pudieron contribuir de manera significativa en esta gran diversidad de razas de maíz que actualmente caracteriza al territorio mesoamericano”.
Entre los investigadores —sobre todo los que trabajan dentro del marco de la arqueología y análisis botánicos—, procedentes de contextos arqueológicos, tienden a favorecer la hipótesis de que el maíz es derivado directamente del teosinte, en particular del teosinte tipo parviglumes, “pero, además, ha habido hibridación, introgresión, con otro tipo de teosinte que está distribuido en otros áreas de México en el altiplano central, incluso en algunas partes del noroeste del territorio de México, que es el maíz subespecie mexicana”.
“Algunos conocen los maizales del rumbo de Chalco, que la gente llama pata de mula: es el teosinte tipo Chalco. Uno de los aspectos importantes de la posible domesticación del maíz es que, en relación con la hipótesis tripartita, no se ha encontrado en la naturaleza plantas que representen este proceso: no está un maíz extinto, no se ha encontrado un maíz que esté en camino a la domesticación; por otro lado, algunos de los momentos críticos en la investigación a través de los décadas, que permitió el avance de la investigación en torno el maíz, y que ha tenido un impacto importante en algunos aspectos de las controversias que ha habido, y en otro sentido, realmente momentos muy importantes para la posibilidad de tener mayor conocimiento sobre el proceso domesticación”, resaltó la investigadora.
Formas de fechamiento
El trabajo de investigación desarrollado en el Laboratorio de Paleoetnobotánica y Paleoambiente del Instituto de Investigaciones Antropológicas de UNAM busca responder a una pregunta: ¿cómo es posible que, si se supone que el maíz se originó en México, hay maíz más temprano en Sudamérica? La respuesta es compleja, desde la perspectiva de las investigadoras, en especial porque no sólo influyen los contextos arqueológicos, sino incluso ciertos elementos de investigación, como los sistemas de datación del maíz por la técnica del Carbono 14, por ejemplo.
La investigadora Diana Martínez Yrízar explicó la existencia de dos tipos de macrorrestos que, aunque se le conocen como macrorrestos, “en realidad sí se requiere de un microscopio estereoscópico para poderlos observar, porque hay semillas muy pequeñitas que van de 1 mm a 3-4 mm, las cuales no se pueden ver durante la excavación”.
“Una vez que ingresan al contexto arqueológico, es decir después de su recolección, se usan y se tiran y una vez en el contexto de este de basurero, digamos de desecho, van a pasar por procesos físicos y químicos, como la erosión, temperatura, humedad y la bioturbación, porque finalmente son alimentos de insectos, roedores, hongos y se pueden conservar carbonizados, mineralizados, es decir, que la matriz orgánica es sustituida por la matriz mineral del suelo; saturados en agua y desecados”.
Cada tipo de material va a tener una técnica específica, no se procesan de la misma manera los materiales: se toman muestras de sedimento y de las herramientas, se procesan y se revisan en el microscopio, se separan, se clasifican y usamos claves botánicas manuales y colecciones de referencia para poderlos determinar.
Entre los sitios con evidencia de maíz en territorio mexicano se encuentran Santa Marta, donde se dataron entre el año 9000 y el 8300 antes de nuestra era; en Xihuatoxtla, Cuenca del río Balsas, en Guerrero, entre el 8960 y el 8630; San Andrés, Tabasco, hacia el año 7200; San Gregorio Atlapulco, en el 6700; Guilá Naquitz, en Oaxaca, entre el 6300 y el 600; el Valle de Tehuacán, Puebla, entre el 5600 y el 5050, y Ocampo, Tamaulipas, hacia el 4200.
Dentro de los trabajos de investigación, señaló la especialista, se encontró que en Xihuatoxtla, donde se hallaron gránulos de almidón en sedimentos y artefactos de molienda; evidencias que, al ser datada por Carbono 14, “es decir, de manera indirecta, se fechó hacia el año 8700, por lo cual los investigadores proponen que, al estar por debajo, es mucho más antiguo, entonces eso lo convierte en el maíz más antiguo de Mesoamérica”.
A Cristina Adriano Morán le tocó “armar el rompecabezas” sobre el conocimiento del maíz, que pertenece a una gran familia conocida como gramíneas, plantas de distribución mundial que se encuentran presentes en todos los ecosistemas, “nos vamos a encontrar estos famosos pastos por todos lados en cualquier momento, son hierbas, pero también forman arbustos”.
Dentro de esta familia de las gramíneas están unas plantas que son muy importantes para las poblaciones humanas: los cereales, que son plantas domesticadas, donde “tenemos al maíz, quizá la planta que ha sufrido mayor cantidad de modificaciones en su estructura, desde el teosinte que le dio origen hasta lo que conocemos ahora como los maíces y su diversificación”.
El género del que proviene el maíz tiene ocho especies, la mayor parte teosintes, los luxuriantes y la sección Zea, algunos de los cuales están en Centroamérica, pero la mayoría están se distribuyen en México; con lo que se demuestra que el maíz es una subespecie que comparte características con el Zea mays mexicana y el Zea mays parviglumis.
La mesa redonda “Del teosinte al maíz: una historia sin fin”, en la cual participaron las investigadoras Diana Martínez Yrízar, Carmen Cristina Adriano Morán y Emily MacClung, se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx.