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Pompeyo Audivert , actor y dramaturgo, explicó que la idea de la posesión y las alternancias de esos personajes dentro de un cuerpo remite a la dimensión fenomenológica que es la actuación y también el teatro

“Habitación Macbeth” o el cuerpo poseído por los personajes se Shakespeare

FIC. Una escena de la obra "Habitación Macbeth". (FIC)

Un cuerpo poseído en medio de un corro de gente observando, algo así debió ser el inicio del teatro.

“Algo del teatro prehistórico primitivo debe haber tenido que ver con eso, me lo imagino, con un cuerpo poseído, pero no por una sola identidad y tampoco ni siquiera por una identidad ficcional, sino por una zona sobrenatural en donde habita las identidades”, considera Pompeyo Audivert.

Como si se tratara de “un actor prehistórico” que, en un páramo de noche, junto a la fogata y dentro de un círculo de piedra es tomado por fuerzas sobrenaturales, mientras el resto de su tribu mira asombrada la manera en que ese cuerpo es poseído, el dramaturgo, actor e investigador teatral hace una propuesta que va más allá de encarnar un rol.

En el caso de la “Habitación Macbeth”, que el creador argentino presenta en la  53 edición del Festival Internacional Cervantino, el cuerpo del intérprete es poseído por los personajes de Shakespeare: las tres brujas, el rey, así como el matrimonio Macbeth e incluso un personaje inventado para hacer transiciones escénicas.

Durante una hora y cuarenta y cinco minutos, aproximadamente, caben todos los personajes en el cuerpo de Pompeyo Audivert (Buenos Aires, 1959).

Con amplios recursos teatrales forjados en su proyecto de laboratorio escénico, el dramaturgo encuentra una manera de contar el clásico “Macbeth” de William Shakespeare que requiere solamente su cuerpo, algunos accesorios e iluminación, y la musicalización original y en vivo de Claudio Peña (cello).

“La idea del fenómeno de la posesión y de las alternancias de esos personajes dentro de un cuerpo remite, para mí, a la dimensión fenomenológica que es la actuación y también el teatro”, explica el también actor, al terminar lo que debió ser una exhaustiva encarnación.

“El teatro como una máquina sagrada, que sondea identidad y pertenencia a una escala extra-cotidiana”, continúa. “Incluso el Teatro como una máquina sagrada, antes de tener una dramaturgia sobre la cual hacer su operación, como una estructura preexistente”.

De acuerdo con Pompeyo, los textos vienen después, pero antes ya existe una posibilidad, “detrás de eso que uno es más allá del nombre propio, de una manera poética y metafísica abierta, no condicionada, a una versión unidimensional…”

“Creo que hay un límite en actuar un solo [personaje], en suspender el yo y situar ahí un yo ficticio…eso me parece que reduce el asunto sagrado de la actuación”, manifiesta.

A Pompeyo Audivert le parece que esa visión del teatro y la personificación reducen la potencia escénica, cuando la actuación puede dar cuenta de asuntos mucho más amplios, poéticos y metafísicos de la identidad.

“Incluso la actuación puede señalar de una manera mucho más radical esta sospecha que abre el teatro sobre la propia identidad, en relación a que la identidad es una ficción y que la sustancia histórica también es otra ficción. Por eso creo que el teatro debe ser un piedrazo en el espejo”, comparte.

Ahonda que el teatro debe elegir un espejo que parece un campo ficcional y de inmediato a través de ciertos procedimientos- que en el caso de habitación Macbeth es de un cuerpo habitado- arrojar un piedrazo en ese espejo “y dar cuenta que detrás de esa ficción hay una dimensión que hemos abandonado como humanidad e identidades, una dimensión misteriosa, muy profunda y metafísica y poética de la identidad individual y colectiva”.

Espejos son precisamente uno de los elementos visuales con los que juega en escena, siendo él tanto sujeto como reflejo, con marcos para cuadros en los que se mete, el actor desdobla a Macbeth en su versión masculina y femenina, dando una profundidad que ya se sospechaba en las interpretaciones del texto dramático: el personaje larvario y el epónimo de la obra ¿es Macbeth hombre? ¿o la esposa que opera detrás de él como titiritero?

“Es muy interesante cómo funciona ese dúo. Ella lo termina de convencer, él es un personaje muy mediocre, muy ordinario, es un tipo muy permeable a las influencias, evidentemente. Es medio Hamletiano, también, cuando tiene esa duda sobre si matarlo o no -al rey- y duda porque también tiene un aspecto que él preserva y del que se siente parte, que tiene que ver con la nobleza y la lealtad”, observa.

“Pero a su vez, la mujer que parece que hubiera sido ya visitada por las brujas porque tiene toda la posición, lo interna, lo convence”, añade.

MACBETHIANO

Durante el encierro y reflexión de la pandemia por covid-19, hace unos años, Pompeyo Audivert ideó “Habitación Macbeth”, como un proyecto que pretendía lograr una traducción satisfactoria de la obra, pues sentía que los materiales traducidos a su disposición no eran suficientes para traslucir la intención de su autor.

“Como si yo fuera también Shakespeare y estuviera traduciendo al castellano la obra, ahí empecé a meter algunos textos míos, algunas intertextualidades de poetas que a mí me interesan y finalmente me di cuenta que la estaba reescribiendo, pero que a la vez era fiel a la secuencia dramática y que toda la inspiración de esa reescritura era venida de Shakespeare”, relata sobre el proceso.

En concordancia con las reflexiones shakespearianas, el montaje plantea que el mundo es un teatro y que un traidor es siempre “el mejor actor”.

“Eso tiene que ver con la metáfora que abre la obra en relación al converso, ese fenómeno misterioso de una identidad que parecía ser un fiel servidor de su rey y de repente se transforma en lo contrario, se da vuelta como un guante”.

Justamente, la obra habla de esa identidad trastornada, adyacente o larvada que bajo ciertas circunstancias aparece y ocupa al personaje.

“Es una ficción que toma en cuenta las cuestiones sobrenaturales que asedian a la identidad -estas fuerzas fantasmales y misteriosas- y también toma en cuenta lo relativa que es la identidad, las larvas identitarias que hay dentro de uno y que bajo ciertas circunstancias pueden aparecer y poner en peligro todo un enjambre que uno ha construido, que uno cree ser y uno termina siendo lo contrario”, indica.

“No creo que todos, pero sí que hay personas que son más susceptibles, que hay personas que son más débiles”, añade.

Antes de volver a Buenos Aires, Argentina, el lunes 27 de septiembre, a las 7pm, “Habitación Macbeth” se presentará en la Ciudad de México, en el Pabellón del Jardín Escénico (Av Paseo de la Reforma 111). La entrada es libre con cupo limitado.

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