Cultura

Adiós a Eduardo Lizalde, “El tigre” y poeta mayor

Una de las voces más brillantes de la poesía nacional, amante de la ópera y el hombre valiente que siempre fue fiel a sus pensamientos, así lo recuerdan sus amigos. Es autor de una obra variada donde no sólo hay poesía de amor, también hay epigramas: Adolfo Castañón

luto en las letras

El poeta Eduardo Lizalde murió a los 92 años de edad.

El poeta Eduardo Lizalde murió a los 92 años de edad.

El último gran poeta de México, el amante de la ópera y el hombre valiente que siempre fue fiel a sus pensamientos, es así como recuerdan amigos y escritores a Eduardo Elizalde, El Tigre, (Ciudad de México, 1929-2022) quien falleció este miércoles 25 de mayo a los 92 años de edad.

A través de redes sociales, el hijo del poeta, Eduardo Lizalde Farías, escribió: “Hoy por la mañana murió mi señor padre. Eduardo Lizalde Chávez. Un poeta magnífico y un pensador esencial”.

La secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, escribió en su cuenta de Twitter: "Una de las voces poéticas más poderosas de la literatura hispanoamericana se ha marchado. Lamento la muerte del poeta tigre. Descanse en Paz, Eduardo Lizalde. Mis condolencias a Hilda, sus hijos y amigos".

En tanto, hasta el cierre de esta edición, la Secretaría de Cultura no ha informado si realizará un homenaje al Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria 2017 y al autor de “Cada cosa es Babel” y “El tigre en la casa”.

En entrevista, el poeta Jaime Labastida lamentó la muerte de su amigo, una amistad de más de 60 años que nunca olvidará.

“Nos conocimos e hicimos amistad desde 1960, es una relación humana a lo largo de muchos años primero desde el punto de vista político y poético, después desde el punto de vista poético. Fuimos muy amigos de José Revueltas y creímos como él en la posibilidad de transformar el mundo, era una ilusión juvenil que ya no compartimos el día de hoy”, expresó Labastida.

El miembro de la Academia Mexicana de la Lengua (AML) recordó que Eduardo Lizalde escribió un libro autobiográfico: “Autobiografía de un fracaso” en donde narra lo que hizo junto con otros poetas amigos: Marco Antonio Montes de Oca, Enrique González Rojo y Arturo González Cosío.

“Habla del poeticismo, lo consideró un fracaso, pero ese fracaso le enseñó mucho, le enseñó rigor, disciplina, a tratar temas con un carácter vasto”, dijo.

Labastida comentó que su amigo irrumpió en la poesía como gran poeta con el libro “Cada cosa es Babel” (1966). “Es sobre la imposibilidad de la comunicación a través de la palabra, cómo cada cosa tiene múltiples significados y múltiples nombres para ser llamada. Es un poema de carácter filosófico, es un poema extraordinario”.

Sin embargo, añadió, “lo asombroso es que en esa antología ‘Poesía en movimiento’, que se hizo canónica, no se contempló la participación de Lizalde, es un grave error de los compiladores, de Octavio Paz, Ali Chumacero, José Emilio Pacheco y Homero Aridjis”.

Adolfo Castañón, editor y también miembro de la AML, destacó que Lizalde es autor de una obra poética variada en donde no sólo hay poesía de amor también hay epigramas como en “La zorra enferma”0020(1974) y “Tabernarios y eróticos” (1988).

“Lizalde era una especie de cazador y malabarista, era capaz de hacer una poesía especulativa como ‘Cada cosa es Babel’ o hacer una propuesta de poemas como ‘Tabernarios y eróticos’ con guiños a Efraín Huerta y en ‘La zorra enferma’ hay un juego con la cultura mexicana, guiños a la poesía de Jaime Sabines”, dijo.

Castañón también mencionó el trabajo de traducción que realizó el autor de “El tigre en la casa”. “Era una persona que abría puertas de la conversación por su genio, capacidad humorística y juguetona, también con una capacidad de visión, tenía una mirada poética y profética”.

El ensayista indicó no desdeñar su labor que se escuchaba por la estación radiofónica Opus 94, en su programa “Memorias y Presencias” o cápsulas “Contrapunto, y se refirió a él como “un hombre que se educó entre las voces de la poesía y la música”.

También fue una persona valiente que renunció al Partido Comunista Mexicano lo que demuestra “que tenía una honestidad y un temple”, pero sin duda, añadió Castañón, el gran premio de este autor es que hay lectores que se saben sus poemas de memoria. “Sus lectores ahí están y más bien los editores hay que tratar de ver como transmitimos este caudal que es su obra poética”.

EL GRAN POETA QUE ESTABA VIVO.

El poeta y crítico literario Juan Domingo Argüelles comentó que Lizalde era el gran poeta que quedaba vivo.

“Su obra es extraordinaria y cada uno de sus libros marcó a diversas generaciones. Es un poeta indispensable para cualquier lector y pensaría que de entre todos los grandes poetas que hemos tenido en México, él es el último de los grandes junto con José Emilio Pacheco, Octavio Paz y Jaime Sabines. Es lamentable su pérdida”, expresó.

La escritura de “El Tigre” no sólo se concentró en la poesía, añadió. “También publicó prosa, algunos ensayos, él perteneció a una generación que se dijo llamar el poeticismo, él escribió un libro a propósito de eso y dice que el poeticismo es algo que no prosperó”.

Juan Domingo Argüelles narró que hace algunos años trabajó un libro para niños con poemas de José Emilio Pacheco y de Eduardo Lizalde, editado por la Dirección General de Bibliotecas.

“Tuve el honor de prologar el libro, estuve con ambos poetas, además tuve oportunidad de entrevistarlo, creía que la poesía era esencialmente palabra concentrada. Lizalde cultivó una vena que es la poesía satírica y el epigrama”, indicó.

El ensayista lamentó que Lizalde no consiguió toda la atención que merecía en el ámbito hispánico. “No recibió esa atención que merecería porque me parece que es tan grande como Pacheco y otros poetas nuestros”.

EL SIEMPRE POETA.

“Nosotros somos el tiempo. / Nuestra degradación ocurre / (sólo en nuestro cuerpo, / sin agentes externos. / Nosotros somos la muerte”, recitó Eduardo Lizalde en 2019, en la Capilla Alfonsina donde la Academia Mexicana de la Lengua celebró sus 90 años de vida.

En ese evento narró que en su infancia, cuando había leído a muchos escritores españoles, mexicanos y de otras lenguas, su padre, que era buen lector, y otros parientes celebraron un poema que escribió a sus 11 años de edad sobre la muerte: Llegará a mi lecho / levantará su espada / y partirá conmigo…

“Desde ahí me declararon poeta, pero yo no lo creí nunca y después de admirar a tantos poetas mexicanos, del modernismo, del realismo y de la literatura extranjera, comprendí que debía tratar de escribir un poema. Tardé muchos años en encontrar un camino que me permitiera expresarme como un poeta que dijera algo con su lengua, que no fuera una copia de lo leído en lengua francesa, o media lengua italiana o inglesa. Escribí ‘Cada cosa es Babel’”, dijo.

En Letras Libres, José de la Colina escribió que en 1956, un año después que Lizalde entrara al Partido Comunista Mexicano, el poeta publicó “La mala hora”, un intento de una poesía “comprometida” aunque no panfletaria, que él catalogó de “un degradado híbrido de poeticismo vergonzante y escolar marxismo”. Después escribiría "Cada cosa es Babel", obra que le dio renombre junto con “El tigre en la casa”, publicado en 1970, donde Lizalde encontró “su voz más propia y original”.

PERFIL.

Eduardo Lizalde Chávez nació en la Ciudad de México el 14 de julio de 1929, estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Entre los reconocimientos que obtuvo están: Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1974 por “La zorra enferma”, Nacional de Literatura y Lingüística 1988; Iberoamericano Ramón López Velarde 2002, San Luis al Mérito Literario 2009; X Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca; Premio Internacional Alfonso Reyes y Premio Internacional Carlos Fuentes de Creación Literaria por "ser el poeta vivo más importante en México”; además de recibir el doctor honoris causa 2015 por la UNAM.

Colaboró con reseñas literarias en los suplementos “Revista Mexicana de Cultura” y “México en la Cultura”, así como en “Ideas de México”, “Universidad de México”, “El Gallo Ilustrado”, “El Nacional”, “Vuelta”, “Letras libres” y “La Letra y la Imagen”. Dirigió durante un año (1982-1983) el suplemento del diario Novedades: “El Semanario Cultural”. De 1988 a 1994 fue presidente de Pen Club de México.

Lizalde también fue amante de la ópera, fue egresado de la Escuela Superior de Música del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, y fue director de la Compañía Nacional de Ópera de 1989 a 1990.

Fue profesor de Literatura española, mexicana y latinoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras; secretario general de la Escuela de Verano, UNAM; director de Radio Universidad; secretario general del Consejo Nacional de Cultura y Recreación para los Trabajadores; director general de Medios Audiovisuales de la Secretaría de Educación Pública (SEP); subdirector de Publicaciones del Conacyt; director general de Televisión de la República Mexicana, de Publicaciones y Medios de la SEP, director de la Biblioteca de México.

También fue becario del Fonca y de la Fundación Guggenheim. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte como creador emérito, desde 1994. Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua a partir de 2007

Libros recomendados

La mala hora, 1956.

El tigre en la casa, 1970.

La zorra enferma, 1974.

Tabernarios y eróticos, 1988.

Rosas

Otros tigres

Rosas y Otros tigres.

Recuerdo que el amor era una blanda furia. Antología

Algaida

Baja traición. Crestomatía de poemas traducidos

Todo poema está empezando (antología, 1996-2007)