Cultura

Por amor al espagueti

Los vecinos dicen que no estaban enterados, pero que no se hagan, la Silvia seguido salía con el maquillaje bien cargado para tapar los moretones, nomás que nadie se quería meter en problemas porque el Luis se veía malencarado y esas cosas, pues pasan a puerta cerrada

cuentos de sogem 

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A mí me lo contó la Güera y me pareció que exageraba, pero cuando me acerqué a la casa, ¡no crea usted qué por chismosa!, sino solo por corroborar lo dicho, ¡era verdad!, ahí estaba toda la gente, la policía, los reporteros, el niño sentadito junto a ella en la banqueta, la carita hinchada de llorar, con las piernitas de espagueti cruzadas.

Los vecinos dicen que no estaban enterados, pero que no se hagan, la Silvia seguido salía con el maquillaje bien cargado para tapar los moretones, nomás que nadie se quería meter en problemas porque el Luis se veía malencarado y esas cosas, pues pasan a puerta cerrada.

La Güera, que fue vecina de ellos me contó, que cuando el Luis llegaba borracho, ¡traía una furia!, azotaba la puerta y la mujer no gritaba, aguantaba como saco de box, sin hacer ruido, nomás se oían los golpes secos y el niño llore y llore, hasta eso que nada más a ella le pegaba, dicen que era muy celoso y siendo sinceros a la Silvia sí le alcanzaba para más, Luis estaba viejo y feo para ella, pero ya ve esos hombres pito chico que necesitan zangolotear así a la mujer para sentirse importantes.

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Pues lo que dicen las autoridades es que esta vez sí se le pasó la mano o más bien la pata, la mujer ya ni se movía y él seguía pateándola, tirada en el suelo, el niño lo empujó para que ya la dejara y entonces Luis lo agarró a él de los hombros y lo sacudió, luego le dio un par de cachetadas, imagínese al pobre con sus patitas de espagueti, pues luego, luego fue a dar al suelo y la Silvia sacó fuerzas de quién sabe dónde para levantarse y agarró el cuchillo que estaba en la mesa. El Luis estaba de espaldas listo para darle otro golpe al niño… en fin dicen que el hombre quedó como coladera.

Silvia y el niño están abrazados ahí en la banqueta, y una cosa le digo, si la Silvia necesita testigos del maltrato, ya dijimos la Güera y yo que iremos a declarar, porque no queremos que se quede solito el patitas de espagueti.