Cultura

Andrés Neuman: Hay que plantearse por qué hay tan poca ficción sobre hombres y bebés

Con  ‘Umbilical’ indaga  en la relación entre padre e hijo, una zona “muy poco explorada literariamente”, en la que se sumerge desde la etapa prenatal

entrevista

El escritor hispano-argentino Andrés Neuman.

El escritor hispano-argentino Andrés Neuman.

EFE

El escritor hispano-argentino Andrés Neuman indaga en ‘Umbilical’ (Alfaguara) en la relación entre padre e hijo, una zona “muy poco explorada literariamente”, en la que se sumerge desde la etapa prenatal con un libro que no solo es un regalo de bienvenida desde lo “puramente emocional”, sino que busca intervenir en el imaginario colectivo y hacer que nos planteemos preguntas como por qué hay tan poca ficción sobre hombres y bebés.

“Además de alternarnos los cuidados para riqueza personal de todos, debemos también plantearnos por qué hay tan poco arte y tan poca ficción sobre hombres y bebés, por qué los padres llegamos tan tarde al vínculo, por muchas excepciones admirables que podamos mencionar”, reflexiona Neuman (Buenos Aires, 1977) a su paso por la ciudad española Zaragoza para presentar este relato íntimo y poético sobre la gestación de su hijo.

El libro explora esta llegada desde dos visiones, la prenatal y la posnatal, y concluye con un monólogo del propio bebé, “una especie de ejercicio literario entre el amor y la fabulación”.

LOS PROBLEMAS DE LA PATERNIDAD CLÁSICA

“El hecho de que el nacimiento estuviera en la mitad tenía que ver con tratar de explorar qué siente, qué teme y qué piensa un hombre antes del nacimiento de su hijo”, señala el novelista, que intuía que uno de los problemas de la paternidad clásica tenía que ver con la dificultad de vincularse con esos primeros momentos, en los que “no solo la biología, sino los discursos culturales y familiares, conspiran para una mezcla de exclusión y autoexclusión”.

Como confiesa, le aterraba la escena de algo que había visto y escuchado muchas veces, ese “de repente, me pusieron en los brazos a una criatura que resultaba ser mía”.

“Deseaba que esta escritura me ayudase a que cuando naciese mi hijo yo no tuviera una primera cita, sino un reencuentro”, señala el ganador del Premio Alfaguara 2009 que, a pesar de elaborar “un libro predominante celebratorio de los gozos y descubrimientos de la crianza”, llegó a la paternidad “con miedos y dudas que tenían mucho que ver con los modelos terribles de paternidad” que le rodeaban en la realidad y en la ficción.

“Me hubiera gustado llegar a la paternidad habiendo leído más poesía relacionada con la crianza, habiendo visto más fotos, más cuadros y más películas que me contaran la paternidad desde otros ángulos que no fuesen la del padre kafkiano, el ausente o incluso el heroico, que me imagino que es un padre íntimamente aterrado de que su hijo o su hija descubra por fin la verdad: que su padre no es un héroe, sino una personita verdaderamente vulnerable como todas”, reflexiona.

Por eso, la entrañable narración de Neuman atrapa en una lectura hipnótica y placentera, “que tiene algo de catálogo de asombros y de primeras veces para la madre, para el padre y para el protagonista”.

"MI MAESTRO SECRETO"

“Desde que nació mi hijo tengo la sensación de que yo le cuido, pero él me enseña; de que él es mi maestro secreto”, confiesa el escritor, para quien conviene cambiar el enfoque que carga a la maternidad y a la paternidad de exigencias sobre “los dones que se deberían legar” a la descendencia.

Gracias al bebé desterró un lugar común, pensar que te gustan los niños solo a partir de cierta edad, con la llegada de la autonomía de movimientos, la palabra o el uso de la razón, algo que en su opinión tiene que ver “con la falta de mecanismos que tenemos para lidiar con una criatura preverbal que es puro cuerpo, pura emoción”.

“Me ha sorprendido el vínculo tan hermoso y tan completo que he sentido con el bebé, hasta el punto de que yo que me dedico a las palabras, en su primer año, no las eché de menos en absoluto”, dice el escritor que, en plena gira de presentación, reconoce: “Yo no sé quién tiene más ansiedad de separación, si el bebé o yo; sospecho que más bien yo”.