
Cisco Jiménez (Cuernavaca, 1969) es revisado por Tobias Ostrander en una retrospectiva de 30 años que incluye pintura, dibujo, cerámica, escultura, dibujo, objetos intervenidos o en colaboración con artesanos. También se muestra una selección de su colección de la extinta revista Duda.
Jiménez aborda los procesos de hibridación y sincretismo cultural nacionales y locales de Morelos y Cuernavaca. Desde su formación inicial como caricaturista político, Cisco privilegia la cultura visual y objetual de la calle y la idiosincrasia de oficios humildes como albañil, zapatero, etc., además de las groserías, el albur y doble sentido, etc.
Aun cuando Jiménez es afín a artistas contemporáneos mexicanos como Daniel Guzmán o Rubén Ortiz Torres; o globales como Jean-Michel Basquiat (1960-88) y sus referencias a ilustraciones enciclopédicas, médicas o científicas; resulta la raíz popular o de clases marginales la plataforma cultural y estética de Cisco Jiménez, fundamentada está en la customización o personalización de objetos, la estética de la violencia, el Horror Vacui, caricatura y cómic, la psicología infantil y sexualidad adolescente, el cuerpo humano fundido con el paisaje y el sincretismo de arte colonial con arte prehispánico y ciencia ficción.
Jiménez es un artista de los bordes culturales quien busca canibalizar al mundo desde lo local; esto hace que no sea un artista contemporáneo, tampoco un outsider, no es un innovador modernista pero emplea ready made, collage o la Postproducción a la Nicolas Bourriaud; Cisco es un Dj cultural en donde caos y mestizaje nacionales son su materia prima. Si comparamos toda la producción de Cisco, su pintura Códice Chafamex, 1996, u obras con frases como Tezcatlipop, Bonampunk o Putimex y las comparamos con un artista similar pero culturalmente pobre como Christian Schumann (EU 1970), podremos atestiguar en Cisco Jimenez el potencial renovador de la hibridación y sincretismo estético y cultural.
@artgenetic
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