Cultura

Bernardo Esquinca: La capital del país es una ciudad de la destrucción

Desde la caída de Tenochtitlán los políticos han borrado los nombres de los trazos de la ciudad y sus calles, dice en entrevista con motivo de su reciente novela: "Necropolitana"

Feria Internacional del Libro de Oaxaca

Bernardo Esquinca presentó su más reciente novela “Necropolitana” en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca.

Bernardo Esquinca presentó su más reciente novela “Necropolitana” en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca.

ARIADNA ROJAS/FILO

"La Ciudad de México es una ciudad de la destrucción, se ha destruido su patrimonio, se han destruido a las personas porque quienes nos gobiernan quieren que olvidemos, les conviene que no sepamos de dónde venimos", señala entrevista Bernardo Esquinca (Guadalajara, 1972) a propósito de su reciente novela "Necropolitana".

Esta obra editada por Almadía se promociona en la edición 42 de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, foro en donde el autor expresa la importancia de recordar los nombres de las calles antiguas.

El libro narra la venganza emprendida a lo largo de los siglos por Alonso García Bravo, arquitecto español a quien, tras la caída de Tenochtitlan-Tlatelolco, Hernán Cortés le encomendó la traza de la Nueva España, de una ciudad naciente, proyección de la cual borró su nombre.

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"Alonso García Bravo que trazó la ciudad original, Cortés le roba el nombre y queda fuera de la historia y él quiere vengarse de eso, borraron su nombre, alguien que construye la ciudad y que su nombre es olvidado es la peor tragedia", indica.

Esquinca reconoce las trazas perfectas hechas por el español, quien pensó la ubicación de espacios como el actual Zócalo, antes Plaza de Armas, así como el edificio del Cabildo e innumerables templos.

"Quien fue el arquitecto de la ciudad y fue sacado de la historia necesita tener una venganza y de ahí viene esta idea que se empata con la realidad de todas las tragedias que ha tenido la Ciudad de México", comenta.

Para el autor, los nombres antiguos de las calles de la ciudad son hermosos.

"Pero en el aniversario de la Revolución Mexicana las autoridades se preguntaron ¿qué países latinoamericanos apoyaron a México? Entonces de ahí salió República de Brasil, República de Guatemala y República de Uruguay", narra.

¿Cómo se llamaba antes República de Brasil?, cuestiona Esquinca. "Sepulcros de Santo Domingo, y República del Perú era Puerta Falsa de Santo Domingo, ambos son bellísimos", expresa.

Eso se ha borrado sistemáticamente, no quieren que sepamos de dónde venimos, añade. "Para los políticos, mientras no sepamos de dónde venimos es más fácil controlarnos, aunque también nosotros no hemos impedido eso".

Creo que podemos entender de dónde venimos, indica. ¿Por qué México es una ciudad de caos y de control? porque fue fundada en el caos y destrucción. La ciudad no ha cambiado, ha crecido, pero sigue teniendo ese destino de destrucción".

LEYENDAS.

Esquinca indica que la historia de la Ciudad de México se ha diluido y desaparecido a través de leyendas.

"Las leyendas que nos pueden parecer fantásticas como la de Don Manuel, el que te pregunta la hora en que vas a morir y te apuñala, es real, él existió, era un español que era un hombre celoso y mata a su mujer", señala.

Hay registro de que existió, pero las leyendas lo transformaron en alguien a quien el diablo le había dicho que matara a su mujer, agrega.

"Si nos quedamos ahí es bonito ese folclor, pero si vamos atrás hay algo que quieren que olvidemos", indica.

Lo mismo con la calle de la Mujer Herrada, enfatiza Esquinca.

"La chica que vivía con un sacerdote y que amanece de manos y pies herrada como caballo por castigo. Las leyendas son muy morales porque el mensaje es que no puede una mujer meterse con un sacerdote. Mi teoría fue que el sacerdote existió", indica.

Luis González Obregón, historiador del siglo XIX, dijo que los nombres de las calles son la arqueología de la Ciudad de México, recuerda el autor.

"Él consigna que lo del sacerdote sucedió, que está la casa en República de Perú número 100, una vecindad y los sacerdotes de la época hablaban de eso", destaca.

Esquinca recuerda que el diablo no existía en México, que entre los ancestros mexicas había deidades malévolas como Tezcatlipoca.

"El diablo también es una adaptación europea a mitos más antiguos como el gran dios Pan, con los cuernos, las patas, eso es de tradición griega y romana. La Iglesia católica en la Edad Media construyó al diablo para controlar en una época de expansión política y militar muy importante", afirma.

Por ello le resulta interesante cómo eso se traslapa para una cuestión de control y cómo está presente en las leyendas que han permeado la historia de la Ciudad de México.

Novela negra y mujeres

Uno de los personajes en esta novela de Bernardo Esquinca es Otilia, una mujer que practica la bibliomancia con el acervo heredado por su padre.

"En la saga de Casasola, el personaje masculino siempre es el más importante pero quería tener personajes femeninos que equipararan, ya no quería hacer novelas policíacas como se hacen en la mayoría dónde una mujer es masacrada para que un hombre se preocupe y sea el héroe", indica.

Las hice así pero ya no me interesa eso, acepta.

"Quise que Otilia tuviera un papel casi igual que Casasola, es heredera de su papá, un señor convencido de los poderes esotéricos de la ciudad", señala.