Cultura

Christopher Domínguez Michael recupera a la figura de Viacheslav Ivanov

Para Ivanov, las tres figuras esenciales en su pensamiento crítico son Dionisio, como quien provoca el desarrollo de la tragedia; Prometeo, que convierte la tragedia en epopeya, y Dostoievski, el que le da a la tragedia su forma moderna, que es la novela

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Christopher Domínguez Michael.

Christopher Domínguez Michael.

Colnal

Figura esencial en la crítica literaria durante la primera mitad del siglo XX, el ruso Viacheslav Ivanov se convirtió en un personaje clave gracias a un pensamiento fértil, que no dejaba de ser contradictorio, y que atravesó varias etapas, “pero cuya idea central, en cuanto a la crítica literaria refiere, antecede a las teorías de quien fuera su amigo y discípulo Bajtín”.

Con la cátedra Viacheslav Ivanov y la crítica religiosa rusa, el miembro de El Colegio Nacional Christopher Domínguez Michael le dio seguimiento a su ciclo Grandes críticos literarios del siglo XX para reflexionar en torno a lo que definió como una fecunda batalla que se produjo en Rusia durante las primeras dos décadas del siglo XX: una lucha entre simbolistas y futuristas que, luego, conformarían el formalismo ruso.

En la sesión, que se transmitió en vivo el jueves 3 de febrero, a través de las plataformas digitales de la institución, el ensayista mexicano comentó que ésta fue una “batalla muy fecunda y sin la cual no tendríamos literatura moderna: siempre que hay conflictos intelectuales, filosóficos –me atrevería a llamarlos violentos, si la entendemos como una ansiedad por entender y debatir una verdad– se produce una vida intelectual que quizá no sea agradable para los individuos que participan en ella”.

La historia de Ivanov tiene un inicio novelesco, recordó el crítico literario: el 22 de noviembre de 1849, un joven llamado Fiódor Dostoievski fue llevado al pelotón de fusilamiento y se salvó a cambio de penar 25 años de destierro en Siberia. En lo que fue una farsa terrorífica donde se simulaba el fusilamiento para que viviesen agradecidas al perdón zarista.

“Estos segundos de muerte significaron segundos de resurrección y no es arriesgado decir que en ese simulacro de fusilamiento nació lo que llaman el alma rusa, el alma eslava: no quiere decir que no existiese, sino que esta resurrección de Dostoievski significó el renacimiento de la idea religiosa de Rusia, por lo cual se convirtió en un profeta de Rusia.”

Y no sólo Dostoievski, enfatizó Domínguez Michael, sino todos los escritores rusos fueron obligados a ser profetas en un imperio sin el menor tipo de democracia, sin parlamento, sin libertad de prensa, por lo que “recaía en los intelectuales la función de iluminar, ilustrar a la sociedad”.

“Una sociedad que era pequeña, que se concentraba en las grandes ciudades, pero que tenía una cultura no sólo muy enraizada en las tradiciones rusas, sino cada día más ávida del mundo intelectual. Dostoievski fue el gran enemigo de la occidentalización intelectual de Rusia, aunque sus primeras novelas acusan la influencia de Balzac y de Dickens, y él creyó en la absoluta singularidad del alma eslava.”

En ese sentido, de la gran cantidad de filósofos, historiadores y críticos que surgieron del eslavismo, Viacheslav Ivanov, quien nació en Moscú, en 1866, y murió en Roma, en 1949, fue uno de los más importantes; incluso, por el tipo de relaciones que estableció con su crítica, en especial a partir de la influencia de Nietzsche en occidente, “la cual fue tan devastadora y tan fértil como la de Dostoievski y del pensamiento de Nietzsche ha salido buena parte de la conciencia y de la mala conciencia del siglo XX”.

“Con Nietzsche está relacionado desde el nacional socialismo, dado que la hermana sobreviviente utilizó, a veces falsificando, la obra de Nietzsche para beneficio de Hitler, como en los años 60, con pensadores marxistas. Desde luego, mucha de la protesta social del siglo XXI es más nietzschiana que marxista”, aseguró el crítico mexicano.

En ese sentido, Ivanov se transformó en uno de los críticos rusos del pensamiento mítico religioso, había estudiado religiones comparadas, suscribió la teoría de que la tragedia griega es una suerte de secularización del ditirambo dionisiaco.

“Ivanov, que es un pensador antihistoricista, tuvo muchas contribuciones a la literatura rusa: fue poeta y dramaturgo, un personaje bastante extravagante en la muy extravagante época rusa, antes de la guerra de 1914.”

El valor de la poesía

Las tres figuras esenciales en su pensamiento crítico son Dionisio, como quien provoca el desarrollo de la tragedia; Prometeo, que convierte la tragedia en epopeya, y Dostoievski, el que le da a la tragedia su forma moderna, que es la novela.

“Ivanov dice que las novelas de Dostoievski ‘son novelas tragedias’ y para entenderlo debemos releer a Sófocles y a Esquilo, sobre todo; y que la tragedia se presenta en él porque no había ningún otro recurso literario que pudiera contener una visión tan religiosa del mundo.”

De esa manera, explicó Christopher Domínguez Michael, lee Los demonios, Crimen y castigo, Los hermanos Karamazov como tragedias y entiende que la sociedad del siglo XIX necesita del detalle que le da la novela para entenderse a sí misma, pero en el detalle es donde está la densidad religiosa de la obra de Dostoievski.

En su reflexión, Ivanov asumía que, a diferencia de los enemigos de Dostoievski, en su obra nada sobra, todo está ahí por una razón, toda situación tiene una interpretación “Cristocéntrica”, una idea eslava y religiosa que tiene una base en la concepción de que el pueblo ruso “es un pueblo que lleva a Cristo”.

Rusia tiene una misión providencial por encima de todas las naciones, basada en la supremacía de toda la ortodoxia cristiana rusa; a la vez, hay que pensar en Ivanov como el pensador esencial del simbolismo ruso que, a diferencia de sus orígenes franceses, es profundamente religioso, señaló.

“En este mundo de espesa religiosidad tenemos a un personaje fascinante. Ivanov habitaba una torre en el centro de San Petersburgo, donde se realizaban fiestas y rituales de iniciación, que bien podríamos llamar decadentistas, a las que tuvieron acceso cuando menos un par de generaciones de escritores rusos.”

En su lectura, Domínguez Michael definió a Ivanov como un pensador dionisiaco, convencido de que la naturaleza carnavalesca de la literatura incluía lo sagrado y lo profano, lo sagrado y lo erótico. En ese sentido, es difícil encontrar en su obra creativa tal certeza, porque Ivanov fue un poeta “absolutamente desinteresado en el mundo moderno” y un dramaturgo “absolutamente convencido de que no debería existir ninguna diferencia entre el mundo antiguo y el mundo moderno”.

En uno de sus ensayos más conocidos se refiere al terror antiguo, a aquel momento en que el ser humano no ha alcanzado la plena conciencia de su propia divinidad, sometido al pavor que los viejos dioses provocan en él.

Ivanov, como muchos otros poetas románticos, consideraba que el hecho literario era un hecho religioso, “y que si el poeta no aspiraba a esa connotación religiosa, de poco valía su poesía”.

La conferencia Viacheslav Ivanov y la crítica religiosa rusa, con la que el miembro de El Colegio Nacional Christopher Domínguez Michael sigue con el ciclo Grandes críticos literarios del siglo XX, se encuentra disponible en el canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx.