Cultura

“No creo que cumplir años sea una gran hazaña, lo importante es lo que uno hace en su vida”: Angelina Muñiz-Huberman

El mundo es como un columpio: tiene periodos de maldad y de bondad y en esa inestabilidad somos como el equilibrista: estamos en la cuerda floja, lo sabemos hacer, pero un día nos caemos, explica la poeta y académica

La escritora y activista nicaragüense Gioconda Belli.
Escribir está relacionado con la sensación de placer, de ausentarse un poco de este mundo y adentrase a otro en el cual el mismo escritor descubre palabras, imágenes, metáforas, dice Angelina Muñiz-Huberman. Escribir está relacionado con la sensación de placer, de ausentarse un poco de este mundo y adentrase a otro en el cual el mismo escritor descubre palabras, imágenes, metáforas, dice Angelina Muñiz-Huberman. (UNAM)

No me importan los cumpleaños porque no creo que llegar a determinada edad sea una gran hazaña. Lo que importa es lo que uno hace en su tiempo de vida, dice Angelina Muñiz-Huberman.

Es la reflexión de una de las poetas cuyo corpus literario es esencial en las letras y una de las académicas de la UNAM más entrañables. Y en ese ámbito suyo, que es la literatura, cuenta que escribir es una aventura porque ni el mismo autor sabe lo que va a plasmar en el papel hasta que lo lee y se sorprende.

Viajera por necesidad. Nace en Hyères en Francia, porque sus padres habían migrado a causa de la Guerra Civil Española. Llega a Cuba y de ahí a México, donde reside actualmente. De este mundo, como lo conoce a sus 85 años, dice que es como un columpio: tiene periodos de maldad y de bondad y en esa inestabilidad somos como el equilibrista: estamos en la cuerda floja, lo sabemos hacer, pero un día nos caemos.

- ¿A los 85 años, como valora su paso por la academia, la escritura y su periplo de vida?

Eso de la edad es complicado, porque no creo que cumplir años sea una gran hazaña. Eso viene naturalmente, de manera biológica. No me atrae la idea de 85, 90 u más. Entonces, por qué no celebramos 92 o 93, en lugar de las fechas redondas. Eso de los cumpleaños para mí no tiene mucho interés.

Qué importa si la persona se muere a los 70 años, lo que importa es lo que hizo hasta esa edad. Viene a ser lo mismo si muere a los 80. Desde mi punto de vista no me importa la edad, me importa lo que uno hace en su tiempo de vida.

- Y de este tiempo qué es lo que más gusto le ha dado hacer: la academia, la escritura…

- La verdad, la escritura, porque escribir lo mete a uno en un mundo diferente a lo cotidiano. Dar clases en la Facultad de Filosofía y Letras, es cotidiano, y escribir, aunque se haga cada día, es una sorpresa, porque cuando las palabras empiezan a dar vuelta en el cerebro y salen, te deslumbran. Entonces, escribir es una aventura y eso te mantiene alerta en el proceso de la imaginación, de la interpretación.

- ¿Y esta aventura a qué puertos la ha llevado?

- Escribir está relacionado con la sensación de placer, de ausentarse un poco de este mundo y adentrase a otro en el cual el mismo escritor descubre palabras, imágenes, metáforas… cosas que no sabía que iban a quedar plasmadas en la hoja de papel de ese modo. Después viene el proceso de corrección y de cambiar, pero eso es otra operación. Lo interesante es qué es lo que está ocurriendo en el cerebro que le hace al escritor dejar plasmadas determinadas palabras. Eso es un gozo que saca todo lo que se lleva dentro.

- ¿Y ese mundo al que entra cuando escribe, cómo es?

- Es un mundo que combina todas las artes y todos los sentidos, pero también es un sitio donde escribo y luego leo en voz alta y baja, y me doy cuenta si fluyen bien las palabras o no. Es un proceso curioso porque se trata también de escribir y, al mismo tiempo, oír como suena el lenguaje.

- A veces, al escuchar música, me vienen ideas para escribir. Es ahí donde está esa otra posibilidad, la de oír. Por eso digo que en ese mundo se combinan todos los sentidos y todas las artes. Ahí están el baile, la pintura… es una unión de la vida completa con sus sensaciones.

- Angelina dónde se siente mejor, como lectora o escritora.

- Eso es algo muy interesante, porque creo que van unidos los dos momentos. El leer el poema, la novela o el ensayo de otro autor, es entrar en ese mundo particular que da muchas bases para comprender qué es la existencia humana con sus calamidades como el hambre, la guerra… en fin, todo lo que es el conglomerado del pensamiento, todo lo que lleva el hombre en su interior y reconocerlo en la lectura de los demás, es encontrarse similitudes, porque uno dice: a mí me pasó algo parecido, o ahora entiendo por qué sucedieron así las cosas.

- ¿El impacto íntimo de la obra del escritor?

- Eso está desde hace muchos siglos, desde la Edad Media o incluso antes, el autor de libros de ese tiempo nunca se imaginó que alguien lo iba a leer y lo impactaría mucho tiempo después. Pero también hay algo que enriquece: las distintas interpretaciones y eso lo hace cada lector. Por eso la literatura es un mundo inacabable.

- Las artes nos acompañan en nuestro pesares y alegrías.

- Es porque las artes en realidad son el mundo interno, que a veces se le tiene miedo porque se plasman en escritura las ideas. Y a veces los escritores decimos: cómo he pensado esto. Pero después te das cuenta que no es tan grave, porque ya lo pensó otro escritor antes.

- Esto tiene que ver con el placer de la lectura, que es inagotable.

- Es inagotable porque va relacionado con el tiempo, es decir, el tiempo cuando uno está leyendo un poema, cuento o novela le pueden parecer los más interesante que haya leído. Es lo que decíamos antes: la literatura es una aventura y un libro cerrado es un misterio hasta que se abre y se lee. Y en el transcurso de la lectura, el punto de vista puede variar y puede llegar a decir que es lo mejor que ha leído. Pero lo emocionante es que mañana podemos encontrar otro libro y será mejor que anterior. Por eso se siguen haciendo libros de poemas, cuentos, novelas y ahora en la pandemia me he encontrado con mucha gente que me dice que está leyendo más que nunca.

- ¿Cómo ve hoy al mundo con ese largo periplo de vida que ha tenido?

- Lo veo como siempre ha estado: con esos periodos de bondad y otros de maldad. Entonces creo que la facultad de pensar, de entender e interpretar del ser humano le hace vivir en los extremos. Tenemos ejemplos de las peores crueldades como la Santa Inquisición o el nazismo frente a personas que han sido santos o han podido superar toda esa maldad por medio de su obra y creaciones. Esto ha existido desde la época de las cavernas. Si tomamos los libros antiguos como “La Odisea”, “La Ilíada” o “La Biblia”, entre sus personajes vemos al mundo como un columpio, entre los bueno y lo malo, lo que sí sirvió y lo que no, las equivocaciones y los aciertos y el azar dando vueltas por encima de todo, porque, un ejemplo, si salimos más temprano de casa, te evita morir dentro de ésta si hay un temblor y se derrumba, o al revés, si te quedas más tiempo en tu hogar, llegó el temblor y terminó tu vida.

- Esa inestabilidad existe desde siempre y somos como el equilibrista: estamos en la cuerda floja, lo sabemos hacer, pero un día nos caemos.

- Y a todo esto a veces estoy contenta con el ser humano y otras no. No hay una regla para la vida, porque siempre hay cambios inesperados.

- ¿Pero siempre vale la pena vivir?

- Sí y hay que hacerlo de la mejor manera posible, no sólo para uno, sino para los demás porque somos una realidad de relaciones. Hay que dar lo mejor de uno, porque esa es una forma de permanencia ya que sabemos que todos vamos a morir y el trecho que usamos para vivir, eso es lo que vale la pena. Si uno es albañil, obispo o político hay que hacer nuestra vida de la mejor manera posible, porque somos una cadena y nos necesitamos. Si entendemos esta cadena y damos la mano al otro y lo entendemos, será mejor el mundo.

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