Cultura

"El cronista sí debe ser un lector obsesivo y terco”

Jorge Carrión presenta el volumen “Mejor que ficción”, con textos de Juan Villoro, Leila Guerriero y Sabrina Duque, entre otros


ENTREVISTA

Jorge Carrión se encargó de la edición de volumen.

Jorge Carrión se encargó de la edición de volumen.

La Vanguardia

“El cronista sí debe que ser un lector obsesivo y terco, pero de libros que no sean periodísticos”, expresa Jorge Carrión (Tarragona, 1976) a propósito del libro “Mejor que ficción”, un catálogo de 25 textos que evidencian la multiplicidad de propuestas de no ficción de la literatura hispanoamericana contemporánea.

El libro reúne crónicas de autores como Juan Villoro, Leila Guerriero, Sabrina Duque, Jordi Costa, Alberto Fuguet, Alberto Salcedo Ramos, Eileen Truax, Marcela Turati, Edgardo Cozarinsky y Martin Caparrós.

- Desde hace varios años se habla que la era digital acabará con las publicaciones impresas ¿qué opinas de ese temor?

Creo que la convivencia va a durar un buen tiempo. También intuyo que llegarán otras tecnologías de lectura, tal vez las videolentillas o los implantes nueurológicos o la oralidad automática, quién sabe.

No podemos pensar que las pantallas, la lectura digital tal y como la conocemos, va a ser la única alternativa del papel en el futuro. Por otro lado, proyectos como la crónica digital "Los desiertos de Sonora", de Paty Godoy y Pere Ortin, o como las crónicas de Las Raras o Radio Ambulante, en formato podcast, demuestran que el papel es sólo una opción más para contar historias complejas y en profundidad.

- ¿Las crónicas son lecturas necesarias para poner una pausa a la inmediatez de las noticias?

En efecto, te dan una lectura de conjunto. Y eso es un tesoro. Vivimos en la continua fragmentación informativa, en ráfagas y zapping permanente, la mayoría de la gente se informa por WhatsApp o redes sociales, de modo que encontrar tiempo y atención para leer historias de largo aliento en bastante necesario. Ese el lugar y el tiempo de la crónica.

- ¿Quienes escriben crónicas tienen algo de obsesivos y tercos?

Cada cual tiene su psicología. Y tiene que pelearse con ella. Hay que ser sistemático, sobre todo con la documentación y la investigación para que no queden datos sin ser anotados ni comprobados. Y también en la verificación.

También hay que aspirar a la poesía, es decir, a inyectarle al texto una fuerza literaria. De modo que el cronista sí debe ser un lector obsesivo y terco, pero de libros que no sean periodísticos.

- En el libro afirmas que el testimonio es parte del arte contemporáneo…

La crónica no tiene límites. Es igual de interesante y de literario un monarca que un sintecho, si sabes mirarlo desde la perspectiva adecuada y transformar su material biográfico en material literario. O en cómic o en podcast o en hilo de Twitter. No debe haber limitaciones temáticas ni de género o lenguaje.

- Cada presente reclama sus testigos, intérpretes y cronistas, pero ¿cada presente reclama ciertos temas?

Echo de menos la buena crónica cultural. También faltan relatos del lujo, de la riqueza. La violencia y la pobreza protagonizan la mayor parte del periodismo narrativo. Hay que abrir el espectro temático. Por todo ello he dedicado tanto tiempo y esfuerzo a mis crónicas sobre librerías y bibliotecas, también son fascinantes, y no estaban narradas ni ensayadas.

- ¿Cómo apostar a la crónica los menos espacios para este género?

No estoy seguro. Nacen revistas periódicamente, y proyectos digitales, y colecciones de libros. Debemos dejar de repetir ese discurso apocalíptico. Y celebrar las nuevas iniciativas. Sobre el cambio climático, sobre literatura, generalistas. Podemos pensar y vivir nuestra época como el fin de algo, pero yo prefiero considerarla el inicio de una nueva etapa, con sus sombras, pero también llena de estímulos y de luz.