La vida en la Lagunilla, uno de los barrios de mercadeo más grandes de la Ciudad de México, es retratada por Juan Pablo Cardona a través de sus visitantes, de sus vendedores, de los puestos y de los objetos que ahí se ofertan. Esa mirada se plasma en el libro "La Lagunilla. Los escenarios del gran regateo", editado por Artes de México.
“La Lagunilla es surrealista e irreverente, puedes encontrar lo que quieras imaginar en un momento inesperado”, señala el fotógrafo quien desde hace 10 años comenzó a recorrer las calles de dicha zona ubicada en el centro de la capital.
“La Lagunilla es un proyecto de largo plazo y los primeros años fueron de acercamiento. Cuando llegué quedé fascinado por todo lo que se vive, pero también entendía que era un espacio complicado para la fotografía documental porque te tienes que relacionar antes de poder entrar a sus espacios, no puedes entrar con cámara de manera irruptiva y decir quiero tomar fotos”, narra Cardona.
Es por eso que en las imágenes del libro (con texto del cronista Pedro Anza) se observa tanto a una novia ofertando su vestido como a un vendedor de quesos o a los objetos que quedan en el olvido entre tanta multitud de chácharas. Todas, fotografías en blanco y negro.
“Una vez encontré a una novia vendiendo su vestido y fue impresionante. Platiqué con ella, me dejó hacerle una sesión de fotos, traía puesto el vestido y una maleta en mano, y así se paseó por la Lagunilla”, narra.
¿Por qué decides hacer las fotos en blanco y negro y no a color?
La Lagunilla me pedía matizar la vibrante y tremenda cantidad de colores que se pueden llegar a ver, era un distractor total cuando quería ir a la emoción o al escenario en sí. Se dice que el blanco y negro es erótico y el color es porno, entonces me quería quedar con la parte erótica del proyecto.
El artista comenzó fotografiando a los marchantes y las naturalezas muertas que forman todos los objetos.
“Me interesaba el objeto encontrado porque te da una historia o te da para ahondar en su estética. Después de una curaduría que tuve con grandes maestros fotógrafos, entre ellos Vida Yovanovich y Cristina García Rodero me dijeron: te falta plasmar quién visita la Lagunilla Entonces de esa manera complementé el proyecto con los espacios, las personas que atienden y el visitante”, platica.
Cardona señala que no hay un proyecto fotográfico sobre la Lagunilla, hay “coqueteos” por parte de grandes artistas como Francisco Mata y Graciela Iturbide. “Ambos han visitado la Lagunilla y tienen imágenes aisladas, pero un proyecto de años y de compromiso es mi propuesta; me siento contento de ello”.
¿Has visto cambios en el barrio?
Algo que me da gusto es que del inicio al día de hoy es un mercado que evoluciona a pasos agigantados, cambia y cambia continuamente en el sentido de que cuando lo visitas puedes percibir otro tipo de visitantes. Hoy hay mucho extranjero y joven, lo que al inicio no era frecuente, era más tradicional el perfil de personas que iban, eran de 40 años hacia arriba y asistían a intercambiar o encontrar algo especial.
“Hoy es un lugar donde encuentras a adolescentes, es decir, ha ganado terreno por el área que es más de fiesta. Hay una zona de dos calles que venden antigüedades y después encuentras un área de tolerancia, hacen tatuajes, hay salones de belleza, te venden ropa, mucha comida gourmet y las famosas licuachelas que se han vuelto producto premium”, destaca.
Cardona expresa que en los 10 años de trabajo hay personajes que vio una sola vez y otros que llevan toda una vida vendiendo. “Son personajes con quienes sentía la necesidad de hacerles justicia, de decir: este señor lleva la vida, la familia y las generaciones enteras vendiendo e intercambiando objetos porque cada uno se especializa en un área específica: el de ropa, vajillas, arte, maderas, metales…”
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