
“Como artista de su tiempo, el maestro Rafael Cauduro desnudó belleza y horror al mismo tiempo, sin mediaciones piadosas, sin dogmas, pero comprometido, sí, con la plástica y trabajo de experimentación plena que realizó en técnicas”, expresó la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), Lucina Jiménez, durante el homenaje póstumo al muralista mexicano Rafael Cauduro, fallecido la noche del sábado, a los 72 años de edad.
El evento se llevó a cabo este lunes en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes, con la presencia de Liliana Pérez Cano, viuda del artista y directora de la Casa Estudio Rafael Cauduro, así como sus hijas Juliana y Elena.
También asistieron Alesha Mercado, curadora de la exposición Un Cauduro es un Cauduro (es un Cauduro), la última retrospectiva del artista en el Colegio de San Ildefonso ; Walther Boelsterly Urrutia, director general del Museo de Arte Popular; Paola Pineda, directora de proyectos de la Suprema Corte de Justicia.
El cuarteto de cuerdas de la Orquesta Sinfónica Nacional acompañó el acto, mientras familiares y amigos del artista realizaron las guardias de honor frente a sus cenizas.
“Rafael disfrutó la última parte de su vida con gratitud y dignidad”, aseguró por su parte Liliana Pérez y enfatizó que el artista fue un padre ejemplar, además de amigo solidario entregado a las personas que amaba.
También sus hijas expresaron agradecimiento a los asistentes y la sobrina del pintor, Laura dijo unas palabras.
Calificó a su tío como una “persona distraída, pero atento a cada miembro de la familia nuclear o extensa”.
“Rafa estuvo para todos, la familia era siempre lo primero para él”.
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