Cultura

La dictadura líquida

Defino la dictadura líquida como un sistema de control indirecto. Se presentan como democracia, cuyo discurso es la defensa de los intereses del pueblo, sus derechos individuales, y se compromete en defender al estado de los “enemigos”, con base en discursos disruptivos

opinión

La Libertad guiando al pueblo, un cuadro del pintor Eugène Delacroix.

La Libertad guiando al pueblo, un cuadro del pintor Eugène Delacroix.

Independientemente de que el acercamiento sobre el significado de la dictadura ha sido muy bien examinado por varios filósofos contemporáneos -que citamos y mencionamos en los discursos filosóficos desde Hannah Arendt, Giorgio Agamben, Alain Badiou y muchos otros -los últimos con narrativas específicas desde la filosofía política-, me gustaría reflexionar en estas páginas sobre las ideas de un filósofo existencial: Nikolai Berdyaev (1874-1948). Un pensador totalmente ignorado por los cánones filosóficos contemporáneos -que se ocupan hoy en día más con imponer una dirección conforme a las ideologías imperantes- creó sus ideas en pleno desarrollo de los totalitarismos del siglo pasado. Como él confesaba, vivió dos guerras mundiales, dos revoluciones en Rusia, luego vino el estalinismo, los cambios drásticos en Alemania, estuvo cuatro veces en la cárcel, fue confinado al Norte de Rusia y amenazado con ser enviado a perpetuidad a Siberia, exiliado de su patria y, sin embargo, nunca fue un hombre implicado políticamente. Toda esta trágica vivencia del terror de la historia habla de una comprensión profunda que tuvo Berdyaev sobre dinámica del poder y de los totalitarismos. Lo que vivió lo tradujo en ideas filosóficas inéditas que nos pueden ayudar a comprender la realidad en la cual vivimos.

Berdyaev fue un defensor de la libertad del espíritu y de la creatividad y, por lo tanto, de la cultura que ofrece al ser humano este punto de equilibrio entre la naturaleza y la civilización; además, defendía la idea de que los valores se realizan mediante la cultura y no mediante el estado y la sociedad. Como bien sostenía también Nietzsche, la cultura se fundamenta sobre valores aristocráticos; es la labor de la nobleza del espíritu. Para el filósofo ruso, es imposible estar a la altura de la democracia sin cultura; uno de los más importantes valores democráticos no es el “tener derechos”, sino el diálogo, saber conversar con opiniones diferentes. Estas ideas de Berdyaev nos ayudan a comprender qué sucede cuando un Estado ejerce un poder ignorando leyes, constituciones y a sus ciudadanos. Pienso, con relación a sus ideas, que cuando no hay diálogo, lo único que queda es la imposición del poder, y esto se traduce como totalitarismo. Cuando un estado toma poder sobre las instituciones que defienden la cultura, la ciencia, la educación, hay un cuestionamiento profundo que cada uno está obligado a hacer; además de que es un signo claro de la política del control. Es decir, cuando el espíritu de la cultura está regido por el Estado -como lo están la vida política y económica-, entonces se trata de una dictadura. Afirmaba el filósofo ruso: “en la vida de la sociedad el ámbito espiritual pertenece a la cultura. No es en la política, ni en la economía, sino en la cultura donde se realizan los fines de una sociedad”. Recordaba que en el pasado, una vez instalado el régimen totalitario de los bolcheviques, lo primero que hicieron fue acabar con la cultura, transformando las instituciones en focos de propaganda.

Creo que estamos conscientes que vivimos en una sociedad que no es democrática; hoy en día la dictadura es líquida (sin alusión al concepto de Zygmunt Bauman que habla de modernidad líquida). Es decir, desde mi punto de vista, la dictadura líquida penetra a través de discursos estandarizados y propagandísticos en la mentalidad colectiva hipnotizada emocionalmente. Defino la dictadura líquida como un sistema de control indirecto. Se presentan como democracia, cuyo discurso es la defensa de los intereses del pueblo, sus derechos individuales, y se compromete en defender al estado de los “enemigos”, con base en discursos disruptivos. Al mismo tiempo, penetra en las instituciones, inclusive mediáticamente, las destrozan y se apodera de ellas. Ataca la cultura y la educación, ya que no necesita de ciudadanos educados y pensantes. En mi opinión, es una dictadura global, que se manifiestan diferente en cada estado, pero el mecanismo de control es el mismo. Esta dictadura mediante sus eslóganes penetra sutilmente en todas las estructuras y en la mentalidad colectiva a través de un tipo de hipnosis que mueve las emociones. Esto muestra que a nivel colectivo no nos hemos desprendido de la lógica primitiva, tribal, como diría Lévy Bruhl; es decir, guardamos todavía un pensamiento de clan fundamentado en el miedo, la obediencia hacia el jefe de clan, el resentimiento y la venganza.

Cuando una ideología se presenta, siempre viene acompañada de un mito que seduce las masas (mitos sobre la raza, la nación, el estado, las clases sociales). Cuando estos mitos caducan, las sociedades se desintegran y surge una decadencia social y cultural. Berdyaev sostenía que estos mitos y símbolos “se adaptan a la mayoría inarticulada de los hombres. La insignificancia de las ideas políticas de los líderes de las sociedades se debe a la adaptación al hombre medio. La liberación real es la emancipación de todos los símbolos y mitos salvadores y la transición a la verdadera realidad humana”. Así fue el mito de la “raza pura”, y hoy en día “el mito de patriarcado”, “el mito de las transformaciones”, “el mito de las identidades”, etcétera. En este proceso de hipnosis por los mitos y sus narrativas, los individuos relacionan sus sueños y sus aspiraciones con estos.

Berdyaev vivió todo este frenesí del poder de la hipnosis. Las ideas que comparte, a través de su escritura existencial, creo que tienen un eco para nosotros. Hoy en día vivimos un resurgimiento de los antiguos regímenes, que se depositaron de una manera en el sustrato de la historia y hoy se despertaron para entrar en la conciencia de nuevas generaciones a través de un discurso actualizado a las realidades posmodernas, pero igual, hipnotizante. Sin embargo, se trata de la misma “lucha de clases” de Marx y su anticapitalismo que encontramos en los discursos políticos, en las ideologías progresistas, en las decisiones que se toman y en las manifestaciones de la sociedad. Las nuevas generaciones, y no solo, están cada vez más convencidas que son parte de un proceso histórico importante, un tipo de revolución que viene a trasmutar ideologías, por ejemplo: del patriarcado al matriarcado, de la injusticia a la justicia, de la violencia a la paz, etcétera; que viene a borrar la tradición, sin entender que son parte de un proceso que mantiene y da poder a lo que llamo la dictadura líquida. 

Catalina Elena Dobre, doctora en Filosofía.

Catalina Elena Dobre, doctora en Filosofía.