
El artista plástico mexicano Diego Rodríguez quiere mandar un mensaje de esperanza que destaque “todo lo que la humanidad ha hecho bien” a través de una obra monumental: el barco “Aequilibrium”, proyecto de arte itinerante que emprendió hace 11 años y que en su misma historia de creación representa la resiliencia.
“Creo que hemos hecho muchas cosas bien y el sentido que quiero llevar es netamente positivo: no creo que haya un invento que haya generado mayor influencia en el mundo como lo conocemos que la navegación en vela, porque gracias a ella se movieron los habitantes originarios de diferentes lugares” considera. “La historia sin navegación en vela sería otra”.
En entrevista, en su taller ubicado al norte de la CDMX, Diego Rodríguez explica que hace tiempo emprendió el proyecto de intervenir un velero y actualmente busca dónde exhibir esta pieza que cuenta con una historia de identidad propia.
La pieza de colores rojizos y anaranjados se alza en medio del taller. “Le dio la vuelta al mundo en los años 80s, fue hecho en un pequeño astillero en Holanda, no es un barco de línea de fabricación en serie, no hay otro igual. Fue hecho casi a la medida del dueño que quería darle la vuelta al mundo”, relata el artista.
Después de comprarlo de manos de un marino hecho y derecho, Diego Rodríguez navegó junto con su hijo hasta el puerto de Veracruz, donde ya tenía algo ideado para llevar el barco a la CDMX. Sin embargo, sus planes no salieron, por pura mala suerte, según relata, su barco cayó en manos del “crimen organizado” mexicano, que retuvo su velero durante bastante tiempo y con quienes el arista se lanzó a negociar.
Finalmente, antes de la pandemia, Diego consiguió traer el velero a la ciudad, primero al sur en San Jerónimo y, posteriormente al norte, sobre Congreso de la Unión, donde tiene su taller e interviene la pieza. Recientemente exhibió “Aequilibrium” en la Feria de Arte Bada.
“Mi capacidad económica para hacer esto no es suficiente tengo un par de socios que han aguantado todo y ellos han vivido esto conmigo, gracias a que nos une una amista entrañable, son como hermanos y han continuado pese todo. Y nunca he flaqueado por eso, si estuviera solo quizás ya me hubiera atrevido a darlo por perdido pero tengo gente que ya involucré y a quienes no puedo quedar mal”, considera.
La labor artística de Diego consiste en ordenar el caos y este velero no se ve exento de este ímpetu. Además del caos que ha vivido para llegar a la CDMX, este velero sintetiza algunos aspectos que el artista considera bien hechos por la humanidad: la música, representada en una nota musical; el conocimiento, acumulado en 3 personajes masculinos y una sirena, que rinde homenaje a su hija, “la sirenita”, todos ellos plasmados sobre el velero.
“Lo más importante para mí es llevar un mensaje de vida y esperanza, hacer las cosas y centrarnos en lo que hemos hecho bien. Hemos hecho muchas cosas mal, como humanidad, pero se habla mucho más de ello y menos de lo que hemos hecho bien porque, además, eso es la navegación. Yo a la gente que respeto es a los que llegaron a la Antártida y se rifo la vida por explorar los mares, el mundo, otras culturas”, agrega quien se fue a Alaska para convertirse en artista y navegante.
Actualmente, Diego Rodríguez busca espacios para exponer esta pieza que pretende ser itinerante. Su mayor sueño es que lo inviten a otro país para poder navegar el velero hasta la exposición. Para más información visita la página del artista diegorodriguez.mx
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