
La Disrupción Socioestética es cuando el arte tiene una parcial pero clara inserción social al entrar al reino de lo cotidiano colectivo a partir de su interacción masiva y pública a través de los medios de comunicación, la incidencia y discusión colectiva videográfica, hemerográfica e historiográfica, penetración en el Inconsciente Colectivo o al padecer censura y represión por parte de autoridades, logrando así insertarse en la memoria de una época.
Esta sinergia entra en un entorno de legitimación y visibilidad permanente cuando se aleja momentáneamente de la tradición del Arte Contemporáneo, pero finalmente logra afirmar esta pertenencia a través de la discursividad de sus elementos formales, estéticos, críticos y temáticos, mediados éstos por su discusión académica y consideración en la historia del arte.
Artistas mexicanos que han encarado la Disrupción Socioestética son: Rolando de la Rosa, Gustavo Monroy, Miguel Ventura, Melecio Galván (1945-82), Santiago Sierra, Sergio Witz, Vicente Razo, Iris México; Fabián Chairez, Juan Caloca, el Grupo (DE), Joaquín Segura, Manuel Ahumada, etc.; así como la potencial disrupción de la obra de Rocío Boliver La Congelada de Uva; Nahum B. Zenil, el colectivo Vngravity (Alfredo Martínez, Gibrann Morgado y Salvador Loza), Teresa Margolles, Alfonso Zarate, Renato Garza Cervera, Alejandro Gómez Arias, Diego Berruecos, José Luis Sánchez Arriaga, Edgar Silva, Carlos Pérez Bucio, Frida Sánchez Ríos Abarca, La Panocha Chichimeka, Héctor Vargas, Gerardo Rivera Kura, Perras de Museo, etc.
La Paradoja Socioestética es cuando Arte de Participación Social que busca incidir en la comunidad y para lograrlo de manera permanente y cotidiana, debe dejar de pretender ser arte, alejarse del mundo del arte y cualquier pretensión de autoría. Si tanto Paradoja como Disrupción Socioestéticas son contrarias pero complementarias, ¿La Disrupción Socioestética es el único, breve y tal vez efímero proceso con que el arte puede escapar del ecosistema del arte para tener incidencia social directa?
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