Cultura

“Eduardo Lizalde destilaba la mejor poesía, la más creativa”, dice Roger Bartra

La Academia Mexicana de la Lengua evoca al “Tigre”. Su fin llegó, pero sus palabras permanecen, dijo Vicente Quirarte

homenaje póstumo

. El poeta Eduardo Lizalde.

El poeta Eduardo Lizalde.

UNAM

La aventura terrestre de Lizalde llegó a su fin, pero sus palabras permanecen con nosotros, así lo expresó el escritor Vicente Quirarte durante el homenaje póstumo que rindió la Academia Mexicana de la Lengua (AML) al poeta y humanista Eduardo Lizalde (Ciudad de México, 1929-2022), fallecido el pasado 25 de mayo.

“Hay autores cuyos libros nacen clásicos, su influencia es notoria desde su aparición y a través de la lectura de varias generaciones. A esa categoría pertenece la serie de poemas que bajo el título ‘El tigre en la casa’, Eduardo Lizalde publicó en el año 1970”, comentó.

Esa obra fue calificada por Quirarte como una implacable anatomía del amor y una síntesis de las pasiones que confluyen en el ser antagónico.

“El libro cautiva además a causa de su musicalidad, su precisión conceptual, la contundencia de sus metáforas; pero existen otras lecturas: aquellas que nos marcan de manera perdurable y cuya experiencia también debe probarse en la edad cuando todo nos vulnera”, dijo.

LUMINOSO

El poeta y amigo de Lizalde durante más de 60 años, Jaime Labastida reconoció que el autor fallecido encontró en la desgarradura interior amorosa o política un crecimiento de su habilidad poética, una escritura precisa fuerte y certera.

“El día luminoso en que escribió ‘Cada cosa es Babel’ se convirtió en uno de los poetas más altos de la lengua española. Con ese libro, publicado sus 37 años de edad, empieza en verdad, a mí juicio, la verdadera y audaz carrera poética de Lizalde.”, expresó.

Antes de esa obra, cuando formó el grupo del poeticismo –junto con Marco Antonio Montes de Oca, Enrique González Rojo y Arturo González Cosío– el propio poeta definió sus versos como un rotundo fracaso.

“Ese fracaso le proporcionó la conciencia del oficio, le dio una visión clara de lo que debía hacer y sobre todo de lo que no debía a hacer nunca más. La falla: los jóvenes de ese grupo querían encontrar una mecánica de poética”, señaló Labastida.

Después, Lizalde entendió que la poesía es la búsqueda implacable e inútil por encontrar la palabra justa, la frase adecuada, el poema perfecto, agregó.

“Al poco tiempo la conciencia de que es un trabajo de amor perdido, el lenguaje nos construye pero el propio tiempo se nos escapa y cada cosa sea de la realidad o del sentimiento es una torre de Babel, algo que no se alcanza a nombrar por completo”.

Labastida comentó que “Cada cosa es Babel” y “Al margen de un tratado” constituyen poemas cerebrales, en tanto que “El tigre en la casa” y “La zorra enferma” son poemas escritos con pasión desde el fondo de las vísceras.

“La zorra enferma es la historia de la desilusión, la pérdida de la confianza en el paraíso social o para decirlo con todas sus letras, la firme claridad de que el socialismo y todo aquello que Lizalde creyó y por lo que luchó desde su juventud se ha derrumbado. No se volvió escéptico, cambió de una certeza a otra, así como creyó durante muchos años en la verdad científica del marxismo, creyó a partir de esa desilusión que la historia carecía de rumbo cierto”, indicó.

El sociólogo Roger Bartra señaló que Lizalde interrumpió en la escena intelectual mexicana con “Cada cosa es Babel” y años después con otro poema largo “El tigre en la casa”.

“Me parece que no se reconoció en aquella época que había surgido en México un escritor que destilaba la mejor poesía, más creativa que la de sus contemporáneos, y comparable por su fuerza a la de José Gorostiza. No se aceptaba bien que ‘Cada cosa es Babel’ fuese una increíble y novedosa inmersión en el remolino de los nombres y las cosas, un remolino que giraba implacable entorno de la áspera roca de la dura realidad”, dijo.

Lizalde: amor a la ópera

“La ópera que es un tema que apasionó profundamente a nuestro querido Eduardo”, expresó el arqueólogo y Premio Crónica, Eduardo Matos Moctezuma.

“Era un gran conocedor de ello y eso me motivó hace un gran tiempo a acércame a él, aunque habíamos tenido charlas de ópera y otros aspectos similares, lo que me motivaba era que quería escribir en mi columna de la revista de Arqueología Mexicana sobre la ópera Moctezuma, entonces qué mejor que ir con Eduardo para que me orientara y siempre generoso lo hizo”, contó el Premio Princesa de Asturias.

Matos recordó que el poeta le obsequió un disco donde venía la puesta en escena de esta ópera, además de darle los datos para su texto.