Cultura

Empezar de cero en pintura

Ratto pertenece a una generación de pintores mexicanos que vivió el profundo impacto de la muestra Origen y Visión: Nueva Pintura Alemana, 1984, Museo de Arte Moderno

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Eduardo Egea.

Eduardo Egea.

Oscar Ratto (CDMX 1953) expuso La Fábrica de las Cosas Reales en el Museo Palacio de la Escuela de Medicina (Mar-Jun,2022), y un mural efímero en Arte, espacio en la colonia Guerrero.

Ratto pertenece a una generación de pintores mexicanos que vivió el profundo impacto de la muestra Origen y Visión: Nueva Pintura Alemana, 1984, Museo de Arte Moderno, MAM, así como exposiciones en México de Jörg Immendorff (1945–2007), A. R. Penck (1939-2017), Dieter Hacker, Anselm Kiefer, Julian Schnabel, Sandro Chia, Mimmo Paladino, Jean Michel Basquiat (1960–88), etc. ó Entorno a la Figura: Cuatro Décadas de Pintura Francesa, 1997, Museo Tamayo, etc.

Marcia Tucker (1940–2006) realizó en el New Museum of Contemporary Art, “Bad” Painting, 1978, con William Copley (1919–1996), Charles Garabedian (1923–2016), Eduardo Carrillo (1937–1997), Neil Jenney, James Albertson, William Wegman, Joan Brown, etc., rompiendo así el límite entre “buena” y “mala” pintura, buena y mala técnica, buen y mal dibujo, entre temas correctos o incorrectos, dando paso al sarcasmo, banalidad, absurdo, cinismo o mal gusto. Algunos de los rasgos de la “Bad” Painting, Neoexpresionismo alemán o Transvanguardia Italiana se encuentran en Oscar Ratto; como lo demostró brillantemente en sus desacralizadoras reinterpretaciones de Caravaggio en la muestra colectiva, Encuentros de la Historia del Arte en el Arte Contemporáneo Mexicano, 1992-93, Museo de Arte Moderno, MAM, y en su expo individual Miscelánea, 1994, en el Museo Carrillo Gil.

Martin Kippenberger (1953–1997) Jiří Georg Dokoupil, Walter Dahn, Gilberto Aceves Navarro (1931–2019), Philip Bragar (1925–2017), Julián Madero u Oscar Ratto nos han mostrado cómo regresar a las bases de la pintura con actitud valemadrista y mirada fresca, como si nunca se hubiera pintado en la historia de la humanidad. ¿Éste borrón y cuenta nueva bastará para renovar la pintura como arte o sólo se quedará en un extraviado acto más que destruya ambos?, tal y como le pasó a Cecilia Giménez, la anciana “restauradora” del Ecce Homo.

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