Cultura

Erigen castillos humanos en México

Desde Cataluña, los Castellers de Vilafranca visitaron diversos monumentos en el país en el marco de la celebración de sus 75 años

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Este miércoles 22 de noviembre, el conjunto catalán erigió sus castillos en el zócalo capitalino. Este miércoles 22 de noviembre, el conjunto catalán erigió sus castillos en el zócalo capitalino. (Gobierno de Cataluña en México)

Torres humanas frente a monumentos, pirámides y sitios emblemáticos de México aparecen en diversas postales desde el pasado 18 y hasta el próximo 24 de noviembre. Los acróbatas catalanes que generan castillos humanos, representados en nuestro país por los Castellers de Vilafranca, se presentan en el marco de su 75 aniversario.

El Ángel de la Independencia, el Monumento a la Revolución, Teotihuacán, Cholula… fueron algunos de los escenarios donde los castellers hicieron gala de esta tradición catalana, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO desde 2010, cuyo origen se remonta al siglo X, en el que adultos y niños construyen torres.

En nuestro país estas torres se conformaron por 200 catalanes, aunque cada “colla” puede construirse con 75 y hasta 500. Estas 200 mujeres, niños y hombres alcanzaron torres de hasta 15 metros.

Los “castells” son torres humanas erigidas generalmente con motivo de la celebración de las fiestas mayores en ciudades y pueblos de Cataluña por grupos de aficionados mantenedores de esta costumbre.

De acuerdo con el Ministerio de Cultura español, tradicionalmente, los “castells” se levantan en la plaza situada delante de la fachada donde se encuentra el balcón principal del edificio del ayuntamiento. Colocándose sucesivamente unos encima de los hombros de los otros al ritmo de una tonada tradicional interpretada con una dulzaina llamada “gralla”. Los “castellers” forman torres humanas desde seis, nueve o diez pisos de altura, que también se diferencian en función del número de personas en cada piso (generalmente, de una a cinco).

Los “castells” nacieron a caballo entre el siglo XVIII y el XIX en Valls (Tarragona) y "actualmente viven su mejor momento, al haberse extendido a prácticamente toda Cataluña y parte del levante".

Los “castells” son erigidos por grupos de gente, llamados “collas” de diferentes edades. Cada “colla” está integrada por entre 75 y 500 personas, llamados “castellers” y se diferencian por su indumentaria, y más concretamente por el color de sus camisas. La ancha faja con la que se protegen la espalda sirve también de punto de apoyo para los que van trepando hacia los pisos superiores de la torre.

Uno de los aspectos más llamativos de los “castells” es que en su ejecución participan todo tipo de personas sin distinción de edad (incluidos niños y niñas que ocupan los pisos superiores), género, extracción social e incluso origen, ya que en los últimos años también se están incorporando a las “colles” personas provenientes de la inmigración. En este sentido, se dice que las “colles” son una buen reflejo de la sociedad que las acoge y una escuela de valores como la diversidad, el trabajo en equipo y la búsqueda del bien común.

Los “castells” se dividen en las siguientes partes: el “tronc” de la torre, que está formado por los pisos que se elevan a partir del segundo nivel, lo mantienen en su parte inferior hasta cinco hombres extremadamente robustos sobre los que descansan muchachas o muchachos jóvenes más esbeltos. 

Por último, la “pom de dalt”, esto es, la sección formada por los tres últimos pisos de la torre la conforman niños y niñas. En la formación de la “pinya”, el conglomerado humano que forma la base de la torre, puede participar, en principio, cualquiera de las personas presentes. Pese a su espectacularidad, sólo un 3% de los “castells” acaban en caída y en los últimos años las “colles” han hecho un gran esfuerzo en minimizar los riesgos de caída y sus consecuencias.

Antes y después de que se forme el “castell”, los músicos ejecutan diversas melodías populares con una dulzaina llamada “gralla”, que acompaña también el ritmo de construcción de la torre a medida que se va levantando.

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