Cultura

Es estéril pensar que la vida y el arte son lo mismo, dice Daniel Lezama

El artista plástico presenta su exposición "Vértigos de mediodía” en el MAM. Es una retrospectiva de sus 25 años de trabajo. El límite de un cuadro es la metáfora de un límite de la vida: toda cosa que valga la pena tiene un borde y tiene que acabar, señala

La creación del mundo según los mapuches
Una obra de Daniel Lezama. Una obra de Daniel Lezama. (La Crónica de Hoy)

“Sería estéril pensar que la vida y el arte son lo mismo, pienso que son lo contrario porque el arte es justo lo que la vida no es, sino lo que podría ser: lo que la vida imagina que es la vida”, expresa el artista Daniel Lezama, en entrevista por su exposición retrospectiva “Vértigos de mediodía”.

En el Museo de Arte Moderno (MAM) se pueden visitar una serie de piezas que cubren 25 años de trayectoria del artista (1997-2022), quien apunta que se trata de la primera vez que se ha hecho una lectura temática de su trabajo de esta magnitud. “El MAM es el punto donde un artista vigente está en su punto más alto”.

CONVERSACION.

Daniel Lezama considera que si un artista es auténtico y honesto consigo mismo habrá una consistencia profunda en su trabajo, por lo que se gratifica de observar que sí existe concordancia y consistencia en su trabajo. “No siento que me escapo de mí mismo”.

Para él, la pintura es una forma de adentrarse en el mundo. “Una declaración de amor a la tierra, a las cosas terrenales, a la realidad, la vida y sus límites. Para mí, el límite de un cuadro es la metáfora de un límite de la vida: toda cosa que valga la pena tiene un borde y tiene que acabar”.

Cuenta que su proceso tiene que ver con preguntarse a sí mismo sobre persona que es y las formas en que actúa. “Hay algo profundamente terapéutico y auto-analítico, a nivel infantil, como un niño que juega y acomoda para explicarse las cosas”.

P: ¿Tienes una postura en torno a la diversión y el juego en el arte?

R: “Creo que el tema del juego tiene que ver con ser un pequeño Dios, demiurgo que mueve las cosas a su antojo. Los niños siempre son pequeños dioses que hacen que las cosas hablen, que las cosas signifiquen, mueven un juguete y es como si movieran un objeto en la realidad. Yo creo que los artistas tenemos ese don de no haber perdido la capacidad de la magia simpática, magia por similaridad de que lo que estas pintando es a la vez lo que está pasando”.

P: ¿El artista es quien no pierde la niñez?

R: “Sí la pierde y no. Avanza muchísimo con las herramientas de la niñez, no creo que deje de ser niño. A final de cuentas el niño no sabe y por eso es capaz de jugar de esa manera, creyéndosela. Pero el artista tiene que jugar sabiendo que es un juego, que es arte, que no es la vida real. Es importante para mí pensar el arte y la vida real como dos cosas completamente separadas”.

P: ¿Puedo aprovechar para preguntarte sobre tu infancia?

R: “Respecto de mi infancia diré una sola cosa: yo era un niño lector. Un niño lector obsesivo es un inventor obsesivo que sabe que en su vida no está pasando lo que está leyendo. Una habilidad

Y la habilidad particular de la lectura es generar un mundo que no esté ahí, nisiqueira visiblemente porque son letras en una hoja. Estás, totalmente, imaginándolo. Yo fui un niño que valoró la imaginación pro sobre todas las cosas”.

Daniel confiesa que actualmente lee muy poco. Cuando lo hace, lee novelas, ensayo sobre pintura, tonterías que aparecen en las redes.

“Siento que ya estoy más bien en proceso de sacar, más que meter a mi alma cosas. Lo que me gusta leer o encontrar son referencias o guiños sutiles, como hojeadas, sugerencias del mundo o de las ideas que me permiten avanzar sin ser un erudito o especializarme en ellas”.

REVISION.

“Vértigos de mediodía” reúne obras de varias colecciones particulares, así como un conjunto de piezas nuevas, en diálogo con tres obras del acervo del MAM. Se acompaña de un programa público integrado por conversatorios, una guía familiar y una serie de cápsulas en las que se podrán conocer con mayor profundidad las obras, en voz del propio artista y del curador.

“No la veo tanto como una retrospectiva sino como una revisión. Una especie de lectura temática que realiza el curador Erik Castillo, quien ha sido mi crítico más cercano, el mejor lector de mi imaginario, que es muy complejo”.

Daniel Lezama explica que el curador, con quien ha dialogado mucho a lo largo de su carrera, desarrolló 3 líneas temáticas para la exposición. La primera se titula “El arquetipo de los niños jardineros”, pues explora cómo los personajes infantiles funcionan como un espejo existencial en el que los opuestos conviven.

El segundo es “Historia (sobre) natural de la civilización mexicana” y ahonda en la forma en la que la pintura de Lezama configura la visión de un México multi-temporal, donde los mundos mesoamericano, virreinal, moderno y actual se confunden.

El último, “La montaña genealógica” se detiene en la estructura narrativa de gran parte de las obras del artista, en la que juega con los papeles familiares para apuntalar una visión crítica de la sociedad y la historia.

“De la curaduría, me sorprendió que existe la flexibilidad para que muchas de mis obras puedan jugar dentro de esos capítulos. No se organizan por color o sabor, sino que todas las obras tienen estos componentes, pero algunos se enfatizan más. La lectura museográfica es importante”, agrega el artista.

Daniel Lezama

Estudió en la entonces Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) de 1993 a 1997. A la fecha ha participado en más de un centenar de exhibiciones individuales y colectivas, entre las que se encuentran “Grandes Maestros del Siglo XX” (Museo de Arte Contemporáneo (Maco) de Monterrey, Nuevo León), la 2a Bienal de Beijing, “La madre pródiga” (Museo de la Ciudad de México), “El mito de dos volcanes” (Palacio de Bellas Artes), “Imágenes de la patria” (Museo Nacional de Arte) y “Cartas de viaje” (Galería Hilario Galguera, Ciudad de México).

Su obra forma parte de numerosas colecciones públicas y privadas en México y el mundo: Museo de Arte Moderno, la Murderme Collection de Damien Hirst, el Museo del Barrio (Nueva York), el Dallas Museum of Art, Sammlung Essl, de Austria, y Black Coffee Foundation. Asimismo, ha incursionado en el medio artístico mexicano como jurado, curador y tutor de jóvenes generaciones de artistas plásticos. Actualmente vive en Cuernavaca.

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