
La honestidad y la laboriosidad en la investigación son las principales cualidades de un biógrafo, además de que éste debe evitar el amarillismo de revelar intimidades carentes de interés, así es como Fabienne Bradu (Francia, 1979) define a un biógrafo en su reciente libro “Los biófagos de Albert Camus o cómo escribir una biografía”.
Dicha obra editada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se presentará este viernes 24 de abril a las 15:00 horas en la Fiesta del Libro y la Rosa en el Centro Cultural Universitario.
“La intención era sistematizar todos los escoyos a los que se enfrenta un biógrafo. Una cara de este libro es sobre los métodos, la teoría, la biografía; y la otra parte es una revisión de los trabajos biográficos hechos en torno a Albert Camus”, indica la autora.
Sobre por qué eligió al autor de “El extranjero” detalla que es un personaje que ofrece una gama de textos de corte biográfico. “Es un personaje que todavía atrae mucho a jóvenes y adultos en México. También era una manera de rendirle homenaje porque es un intelectual que contra viento y marea luchó por defender sus ideas independientemente de las ideologías y partidos”.
- ¿Por qué decidió usar el término biófago?
Ese término quiere decir que se van comiendo al escritor, su vida, plantea el problema moral del biógrafo, es decir, ¿hasta dónde tiene uno el derecho de meter las narices en la vida de una persona? Ése es un problema moral difícil de zanjar.
“Los biógrafos son seres animados por obsesiones y por una ambición loca que es pretender averiguarlo casi todo acerca de un autor y de su obra, no es únicamente la vida privada del escritor, a veces la obra conserva ciertos misterios difíciles de desentrañar y el biógrafo sabrá hasta donde aportar algunas respuestas a esos misterios”.
En el libro, Bradu analiza los documentos que revisaron Herbert Lottman y Oliver Todd, ambos biógrafos de Camus. Por ejemplo, Lottman no tuvo acceso a las cartas que sostuvo el autor con sus parejas Patricia Blake, Catherine Sellers y Christiane Galindo, las cuales sí consultó Todd; sin embargo, éste no tuvo acceso a los intercambios epistolares entre Camus y su amante María Casares.
“La correspondencia es un tema delicado porque siempre suscita resquemor entre los familiares, se preguntan cómo dar a conocer la parte más íntima del biografiado. Con los diarios y la correspondencia no hay que perder la prudencia y sopesar la información. Tenemos varios ejemplos en la historia en que las cartas, dependiendo del destinatario, se tergiversa una versión”, indica.
Bradu explica que Catherine Camus, hija del escritor, entregó a la editorial Gallimard las cartas que, entre 1944-1959, se escribieron María Casares y su papá. Estas misivas se dieron a conocer tras la muerte de la esposa de Camus, Francine.
“Camus y María Casares tienen un destino raro, sabemos que ella fue la amante más duradera de Camus, quien era muy casanova, entonces esas cartas cayeron en manos de la hija de Camus y las mantuvo sin publicar cuando su madre vivía. La hija publicó las cartas, entendió que esa pasión merecía ser conocida”, expresa.
Bradu indica que esa situación revela que a veces no hay prisa, hay que esperar que pase el tiempo, que desaparezcan algunas personas y entender el lado humano de todos esos documentos.
“El biógrafo no es una persona que en aras de la verdad puede herir otras personas. El biógrafo tiene que ser también un buen escritor, un novelista, porque si no tiene el sostén de una imagen tiene que describirla, retratar a un personaje con una prosa que pueda dar al lector a imaginar a ese personaje, a sentirlo, a tenerlo casi enfrente de sí”, comparte.
CAUS Y SU ANHELO DE VIAJAR A MÉXICO
Cuando le anuncia que su esposa Francine está a punto de llegar a París desde Orán, Camus le hace a María Casares una sorprendente repentina invitación: huir a México. Bradu no puede asegurar si esas ganas de huir a México respondían a un retrato del país que le construyó Octavio Paz o si venían de la fantasía de Camus de imaginar un país similar a Argelia, con el mar y el sol.
“Ahí el problema para el biógrafo es tomarse el párrafo de una carta como una certeza o como un sueño. El lector puede estar desilusionado de no recibir una explicación clara, pero el biógrafo no debe temer decir no lo sé”, destaca.
Copyright © 2022 La Crónica de Hoy .