Cultura

Finalmente, "La flauta de Hamelin" llega al Teatro Helénico

El clásico de los hermanos Grimm es montado para reflexionar sobre valores y vicios persistentes en la humanidad: María Teresa Adalid

Marionetas gigantes en una obra de teatro
La obra se presentará sábados y domingos hasta el 26 de junio, 13 horas, y está dirigida a niños a partir de 8 años y adolescentes. La obra se presentará sábados y domingos hasta el 26 de junio, 13 horas, y está dirigida a niños a partir de 8 años y adolescentes. (La Crónica de Hoy)

Las obras de teatro que la pandemia puso en pausa empiezan a ver la luz en el escenario. Es el caso de "La flauta de Hamelin", que inicia temporada este 10 de abril a las 13:00 hrs en el Teatro Helénico.

Dirigida por María Teresa Adalid y Oswaldo Valdovinos, la puesta en escena narra la importancia de que los jóvenes recuperen la esperanza aún cuando los rodea un entorno agreste.

"El trabajo en el Helénico siempre es por convocatoria, pero cuando llegó la pandemia se tuvo que cancelar todo y todo se pospuso. Es una obra que tiene dos años de retraso y ahora nos programaron", platica María Teresa Adalid.

Los dramaturgos y actores retoman el cuento clásico de los hermanos Grimm porque lo consideran una historia llena de humanidad.

"Nos parece que los clásicos son una escuela de valores y humanidad, son vigentes porque desde siempre hablan de lo que es un valor y un vicio. En este caso, hablamos de la solidaridad, la empatía, el rencor, la codicia y, sobre todo, la explotación al otro'", expresa Adalid.

–¿Qué tanto cambió la pandemia el argumento de la obra?

–Cuando creímos que una pandemia nos dejaría una nueva mentalidad, resulta que esa contención ha llevado a mucha intolerancia, a la violencia en las calles y hoy somos testigos de una guerra entre países, eso lo vemos en la historia con las guerras mundiales y hoy la volvemos a ver, no quedó atrás, seguimos siendo lo mismo.

"Somos la misma humanidad, la humanidad es compleja, contradictoria y tiene una enorme capacidad de hacer el bien, pero tiene la misma capacidad para destruir".

Adalid retoma el cuento de los Grimm a partir de que el flautista lleva a unos niños a una grieta, pero uno de ellos se queda atrás porque es cojo y es ahí donde surge la pregunta ¿qué fue de él?

"Strom, ese niño que se quedó, ahora es un adulto y es un capataz en la ciudad del olvido, siempre a la orden directa de Sempiterno", detalla.

Sempiterno es el amo y el señor de todas las tierras que en el escenario es un títere de gran formato, de 2 metros y con una fisonomía animalesca.

"Lo quisimos retratar así porque ya perdió toda la humanidad, él encarna todos los vicios desde el capitalismo rapaz hasta las guerras, violencia, codicia, ya no razona y su único interés es acumular objetos", indica.

LOS NIÑOS.

Adalid comenta que otros personajes son los niños husmeadores.

"Los niños llegan por cuenta propia porque son seducidos por una ciudad que se mueve, es decir, en escena tenemos unas estructuras que se mueven. Estos niños son huérfanos y, por tanto, están descuidados por el entorno, por la sociedad, son presa fácil", destaca.

Llegan con Strom y sirven para las órdenes de Sempiterno, narra.

"Los niños representan a la clase obrera porque se dedican a captar objetos, los van descartando, seleccionado y los ponen por montones, están en una dinámica muy robotizada. Son niños de quebrado corazón", indica la directora.

Hay una niña que se llama Leonora que es especial, aunque aparentemente es un personaje insignificante, tanto por su físico como por su manera de comportarse, añade Adalid.

"Ella no es la típica heroína que espera verse bajo una mirada superficial, es una niña huérfana, sin dinero ni familia, en un ambiente hostil y es muda, pero su mente es carente de prejuicios y es lo que la lleva a hacer grandes transformaciones", señala.

La fuerza de este personaje radica en los valores, en su interior, en su capacidad de soñar, en su capacidad de hacer el bien, de ayudar a sus compañeros, de llevarles alegría, agrega.

"Eso me hace mucha idea de todo lo que sucede en el presente, muchos niños en situación vulnerable que han sido orillados por la violencia a ser presa fácil del narcotráfico o de otras personas que las explotan para trabajar", opina.

Interacción con el público

A partir del rumor de que la flauta de Hamelin se ha perdido, Strom —un capataz cojo y resentido— hará lo posible por encontrarla en un intento de recuperar la esperanza perdida. En esa búsqueda, Leonora, una niña muda, quien es parte de los niños “husmeadores” —un grupo de infantes explotados que pepenan y cazan objetos valiosos para ser vendidos—, se encargará de mostrarle a Strom que, en la vida, la esperanza es lo último que debe perderse, y que incluso el entorno más agreste se puede cambiar a través del deseo de libertad.

En "La flauta de Hamelin" aparece, entre los asientos del público, un trotamundos que va regalando versos y cuentos.

“Va recopilando cuentos de cada persona y lugar que conoce, y las pone en unos pergaminos que carga en su espalda. Al Helénico llega con la historia de Hamelin", narra la directora. La obra se presentará sábados y domingos hasta el 26 de junio, 13 horas, y está dirigida a niños a partir de 8 años y adolescentes.

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