Cultura

Flora Goldberg: “Siempre he sido una mujer echada pa delante porque me arriesgo a ver qué pasa”

>La artista plástica recorre su vida y cuenta su paso por el arte en más de seis décadas, su relación estética con Diego Rivera, de sus exposiciones y su vida diaria entre hijos, la cocina, la creación y de que era una niña trenzuda>

Artista en su estudio
“El arte, aparte de los hijos, es un motivo de vida, porque algo tiene uno que hacer con su tiempo” “El arte, aparte de los hijos, es un motivo de vida, porque algo tiene uno que hacer con su tiempo” (Miguel Luna)

Flora Goldberg dice que siempre he sido una mujer echada pa delante, “no sé si en eso consiste el talento o es la necesidad de expresarse, pero lo que hago es arriesgarme y ver qué pasa. Porque el arte es la necesidad que tiene el hombre de tener cosas que realmente no tienen utilidad, sino que llenan a las personas de otra forma”.

Es así como define su quehacer creativo y de vida la pintora y escultora que llegó a México a los 7 años, procedente de Francia en 1942. “Estaba la Segunda Guerra Mundial y con ese apellido teníamos se emigrar”, añade en entrevista en su estudio, donde habla de su vida, la pasión por el arte, su familia y la relación con Diego Rivera.

“Mi arribo a México fue un cambio radical para una niña: dejar su país, el idioma, los estudios, la comida. De París llegamos a Tulancingo y me inscribieron en una escuela pública, porque mi padre, miembro del Partido Comunista no le gustaban las escuelas religiosas. Yo era el granito de arroz en todo el mole y los frijoles, pero eso sí, trenzuda, porque me dejé trenzas güeras.

“Hoy, después de tantos años, México es realmente mi patria, Francia ya no. Y entre los hijos, el arte y la cocina, porque también cocino, eso me llena la vida y queda poco tiempo para portarse mal, un poquito”.

¿En qué trabajas ahora qué cuáles son tus planes para tus obras?

Estoy haciendo escultura en madera y si se puede exponer, está bien, si no, también. Es decir, como artista el crear es una necesidad. Si algo sale, sale, y si no, pues uno sigue creando a pesar de todo.

Tu nueva obra, ¿qué sentido lleva?

Como en casi toda la escultura que he realizado, el cuerpo humano es la base. Mi colección se llama Bosque Humano, y le agregaré unos cuantos árboles más. Eso es todo.

En cambio, en los años recientes, el 20, 21 y 22 estuve muy productiva, no en escultura, pero sí en óleo. Monté una exposición en Morelia, en El Clavijero, que se llamó “Volando durante la pandemia”, con 28 piezas y al año siguiente hice otro grupo de óleos que se llamó “Hot jazz”, además del calendario que hago cada año con fotos. El año pasado también hice muchos dibujos a lápiz. Porque el arte es una necesidad, como una droga, que te lleva a trabajar, aunque no vayas a exponer. Uno sigue ahí.

¿El arte, después de 68 años de trabajo, qué significa para Flora?

Es, aparte de los hijos, un motivo de vida, porque algo tiene uno que hacer con su tiempo y cada quien hace lo suyo. Tu dices que reportajes y yo hago obras. Tuve muchas exposiciones, pero crear algo no se hace para eso, sino para tener un motivo de vida.

¿Qué siente Flora al esculpir, al hacer un trazo…?

Es como un reto, para ver si me sale. Digo, generalmente, por alguna razón, tiene uno, temáticamente, necesidad de hacer varios trabajos. Cuando hice “Volar durante la pandemia” eran bailarines en movimientos, en saltos, después está “Hot jazz”, una música que gusta mucho y son obras que me inspiré en unas fotos de clubes nocturnos.

Tus esculturas tienen ese movimiento del jazz y su experimentación, su libertad.

Me gusta la improvisación del jazz, de los músicos.

Tus obras tienen esta improvisación.

Si, hasta se quedaron sin cabeza.

Cuando trabajas, qué placer te embarga: sensual, erótico…

En la escultura mucho trabajo, porque usas el cincel y, como mis 15 años ya pasaron hace tiempo, es más esfuerzo, pero lo cierto es que es muy emocionante cómo va saliendo la obra. Y cuando lo hago en un tronco, no pasa eso. El tronco me dice que va saliendo. Porque ahí nada tengo planeado. El tronco es el que tiene adentro la pieza.

En mis años de artista han sido diferentes etapas. Por ejemplo, trabajé óleo mucho tiempo, después dibujo, luego en grabado 15 años seguidos y fueron muchas piezas en metal, y después la escultura la empecé en 1996, hace 27 años, algo que nunca estudié y fue ver que sale.

No sé si tenga talento, lo que sé es que trabajo y que me salen dos que tres las cosas. Mis primeras esculturas me enseñaron que más que talento es arriesgarse, tener valor y ver qué pasa, porque escultura nunca estudié y empezar fue arriesgado.

Eres una mujer muy valerosa, muy echada pa delante.

Eso sí, muy echada pa delante. No sé si en eso consiste el talento o es la necesidad de expresarse y uno lo hace echándose pa delante a ver qué pasa.

Porque el arte es la necesidad que tiene el hombre de tener cosas que realmente no tienen utilidad, sino que llenan a las personas de otra forma.

Es como lo dijo Nuccio Ordine, la utilidad de lo inútil.

Precisamente. El arte tiene mucho de eso: la utilidad de lo inútil, porque si la gente sólo se preocupa en comer, de vestir, de tener dinero para ciertas cosas, no está completa. Siempre se necesita algo que le llene de otra forma, que es lo inútil: la belleza, el sentimiento…, porque todo esto está en el arte, que es puramente inútil y necesario.

Qué seríamos los seres humanos sin arte.

No lo sé, porque hasta los gorilas les gustan manifestaciones de ciertos tipos de arte. Yo creo que el humano, en general, sí necesita la música…. porque el arte es llenar un poco el alma.

Nos hace sentir satisfechos interiormente.

Si, y le añadimos que la naturaleza tiene su arte, desde las puestas de Sol, las plantas, todo eso es arte, son cosas para sentirse bien con uno mismo.

Pero hay algo, la lucha en la producción artística es constante, y el artista nunca jamás va a estar satisfecho con lo que hace, siempre va a buscar algo más o va a pensar que no le gusta lo que hace. En otro plano, está lo que dice la gente del arte y entonces uno como artista está un poco pendiente del mundo exterior que califica su trabajo: está bien o es una porquería. Esto no debería importarle, porque lo importante es como se siente uno al hacerlo.

En estos 68 años, ¿cuáles son los momentos más emotivos que viviste?

Yo trabajo, hago exposiciones y tuve buenas críticas, pero igual cada persona tiene su opinión. Si alguien ve mi obra puede decir me gusta, y otro puede decir dónde están las cabezas y cosas así.

En el arte empecé antes de los 20 años. Lo que hacía eran dibujos para adornar unas paredes en un club donde estaba más o menos tipo los boy scout. Después mi papá, como todos los papás creen que sus hijos son lo máximo y era muy amigo de Diego Rivera, le llevó unos dibujos míos y él le dijo que tenía la palabra que mencionaste: talento, y que cuando quisiera estaba su estudio abierto para mí. ¡Y pues que me lo creí! Comencé a ir con el maestro Diego Rivera. Ya en ese entonces tenía 20 años.

¿Y cómo era Diego Rivera como maestro?

Fui a su estudio y no me dijo como pintar. Diego decía cosas de lo importante sobre lo que uno hace y lo más importante, decía, era hacer apuntes en la calle, porque la calle te va a dar los motivos. No es que me dijera que lo que hacía estaba bien, nada decía de eso, pero era, como persona muy interesante.

¿A qué casa ibas de Diego?

A la de San Ángel Inn -hoy Museo Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo-. Asistí, junto a varias personas, de 1955 a 1957. Eran como 5 o 6 alumnos y estaba haciendo los murales, eran sus ayudantes de mural. Yo nunca fui ayudante de mural. En esa casa, Diego estaba en su estudio y los alumnos en el piso de abajo, donde tenía toda su colección de piezas prehispánicas. Y después, algunas veces, trabajamos con sus modelos que traía él.

¿Y tus compañeros, quiénes eran?

De los que me acuerdo son Rina Lazo, Arturo García Bustos, entre otros. A Frida Kahlo sí la conocí, pero no estudié con ella, aunque por mi edad casi pude conocer a Matusalén.

Después llegó Ángela García Flores y un grupo de la Esmeralda y me convencieron de que ingresará a la escuela de arte. Estudié de 1956 a 1960.

Tuviste contacto con otros artistas como Siqueiros, Orozco…

Mi papá conocía a Rivera porque era del Partido Comunista y estaban en la misma célula, y por eso conocí también a David Alfaro Siqueiros y fui a su casa de visita. A Orozco, no. Hubo una vez una fiesta por el cumpleaños de Diego Rivera y estuvo Gerardo Murillo, el Dr. Atl, y mucha gente más.

Puede ver la entrevista en video en la sección cultura de la página web del periódico.

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