
Ana sale a la tienda pero de regreso a casa algo cambia en su trayecto y llega a una ciudad donde todos visten de color verde, donde el paraguas se dice resbalagua y donde su nombre es tan extraño que todos la llaman Anatarungarecha. Sin embargo, ella defiende su nombre y la ciudad donde vive aunque nadie la conozca.
Ésa es la trama del libro “Ana, ¿verdad?”, de Francisco Hinojosa (Ciudad de México, 1954), editado por SM e ilustrado por Diego Álvarez. “Es una historia sobre la tolerancia ante otras ideas y posturas hacia quien no pertenece a ellas”, indica el autor.
La historia nació a partir de una convocatoria que lanzó una editorial para que diez autores de diez países distintos escribieran un cuento sobre los derechos de los niños. Hinojosa fue el escritor elegido por México y le tocó narrar el derecho a tener un nombre y una nacionalidad.
-¿Por qué depositar el humor en la invención de palabras?
-Creo que algo que atrapa a los niños es el humor y el juego. El juego con las palabras es algo que está en las obras que he escrito. Me gusta eso, invitarlos al juego, estar inventándose nombres o palabras. Lo que hago es una invitación a apropiarse del lenguaje y a notar que hay diversidad.
“No hablamos igual en Monterrey que en Mérida tampoco en Argentina que en México, hay diferencias y aunque en el libro están hablando en el mismo idioma, las palabras no se corresponden a lo que supuestamente deberían corresponder”.
-¿Hay algo autobiográfico en el libro?
-Lo que no queda claro es si esto pasó en realidad o es una divagación de una niña distraída, yo soy distraído y lo he sido toda mi vida, es un autorretrato. Lo que sucede en la historia tiene una vida muy extensa, no se dice cuánto tiempo transcurre pero cuando Ana regresa su mamá le ha dicho ha pasado más de media hora que se fue a la tienda.
-¿La defensa de nuestros nombres es la primera defensa de identidad?
-Absolutamente, aunque conozco los casos contrarios: que no les gusta su nombre y se ponen otro, dicen no soy ese nombre y se lo cambian. Pero con Ana, ella sí defiende a capa y espada su nombre, su nacionalidad y sus costumbres.
“En el libro hablo de las costumbres que adquiere cada lugar y país, cómo aquí una actividad normal, con gente normal puede cambiar en otra latitud y eso divertirte”.
-¿La ciudad es un personaje más?
-Es una parte integrante. En el libro, la ciudad a la que llega Ana tiene características importantes, han echado toda la vegetación y a los animales fuera de la ciudad, eso no es correcto y por eso también están vestidos de verde. Es un poco para hacer una referencia de qué pasaría si la vegetación se fuera.
Con la editorial SM, Hinojosa también publicó “Mis padres son lo máximo”, en donde los papás del protagonista dan regalos por adelantado a su hijo y lo apoyan en todo.
“El año pasado publiqué “Mis padres son lo máximo”, que no pudo tener presentaciones presenciales pero sí virtuales. Es un libro que lo dejé abierto porque en el último capítulo llegan los abuelos y viene una posibilidad de continuación que se llame “Mis abuelos son lo máximo” porque además recientemente soy abuelo”, comenta.
En esa historia, el autor hace una mención a la pandemia. “Hoy los niños son una generación marcada por esta pandemia, entonces hice una referencia no exacta a esto. Dije: hay piojos en la escuela y la directora manda a todos a despiojarse y no hay clases una semana, entonces los papás empiezan a interactuar con los hijos desde casa”.
40 AÑOS de “A golpe de calcetín”.
Una obra de Francisco Hinojosa que cumple 40 años este 2022 es “A golpe de calcetín”, libro que fue reeditado por el Fondo de Cultura Económica.
“Es un libro que tiene como escenario la Ciudad de México en los años 40, hace referencia a la época, a momentos de huelgas, de políticos, porque el personaje es un niño que vende periódicos, entonces lee las noticias. A pesar de ser tan local, el libro tiene muchos lectores fuera de México, incluso el municipio de Buenos Aires lo regaló a las escuelas secundarias públicas y tuve oportunidad de ir y ver cómo estaban interesados”, narra.
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