Cultura

Javier Garciadiego: Leer a Alfonso Reyes en estas vacaciones navideñas, serían las mejores en términos librescos

El historiador recomienda los libros “Oración del 9 de febrero”, “La experiencia literaria” y “Junta de sombras”. Recuerda al escritor y filósofo

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Alfonso Reyes.

Alfonso Reyes.

Hay mucho que decir respecto a la Navidad de Alfonso Reyes, “en diferentes momentos publicó o escribió cosas sobre su padre, pero sin lugar a dudas era una noche terrible para él, fecha fatal”, comentó el historiador y Premio Crónica, Javier Garciadiego.

A través de las redes de Capilla Alfonsina y la Coordinación de Literatura, el académico y también escritor recordó al escritor, traductor, diplomático, jurista, filósofo y académico mexicano Alfonso Reyes desde una perspectiva que une la parte personal con la vida intelectual, a modo de homenaje en su aniversario luctuoso.

“Alfonso murió dos días después de Navidad”, recordó y explicó que para el intelectual esta fecha no era “Nochebuena”, sino “noche triste” porque ese día, en 1911, su padre había caído en desgracia política y militar.

“Esto sucedió así: su padre Bernardo Reyes se reveló contra Madero a finales del 1911 y deambuló por la geografía del noreste de México. Al no tener ningún apoyo, quedarse solo y no recibir ningún respaldo militar o político se entregó a las autoridades maderistas ese día. Desde entonces, para Alfonso Reyes esta fue una fecha fatídica”, ahondó Garciadiego.

A partir de ese momento, el padre de Alfonso Reyes estuvo en prisión, hasta que fue liberado por los levantados, militares golpistas, en 1913, pero murió al iniciar esa segunda rebelión contra Madero.

LA FATÍDICA FECHA DE ALFONSO.

Alfonso Reyes murió el 27 de diciembre de 1959, cuando se le “apagó” el corazón, en palabras del historiador Javier Garciadiego.

“No fue un infarto, ni se le reventó el corazón como había pronosticado José Vasconcelos. De jóvenes ambos intercambiaron cartas donde vaticinaban que iban a morir con el corazón reventado. Quizás él sí, pero el de Reyes no. Su corazón se fue apagando”, reiteró.

En 1944, Alfonso Reyes había tenido el primero de cuatro infartos, “el más grave fue en 1951 y a partir de entonces su salud -que nunca fue buena- empezó a declinar notablemente: Alfonso Reyes prácticamente ya no salió de la Capilla y se concentró en la edición de sus obras completas y en publicar los últimos libros con los materiales que tenía a disposición en su archivo”.

Esa última Nochebuena fue otra vez mala, según el recuento del historiador, porque a pesar de que Reyes alcanzó a llegar, otra vez recordó a su padre y para colmo su hijo no asistió a la cena familiar por un pleito con su esposa.

“Afortunadamente, escribió y leyó hasta el final de su vida: llegó débil, pero lúcido. El 25, después de la cena, lo pasó leyendo y escribiendo”, comentó.

El 26 de diciembre, el intelectual amaneció postrado, “ya no pudo hablar , no sabemos si oía, todo el día la pasó en ese letargo que va del sueño a la muerte”.

“Hace mucho tiempo que pienso en qué soñaría ¿Qué pensaría y cuáles serían esas imágenes en la subconsciencia de Alfonso Reyes durante esas horas del 26 en la madrugada al 27”, continuó.

De acuerdo con el historiador, sabemos que el último libro que leyó Alfonso Reyes fue “El rey viejo”, de Fernando Benítez, publicado meses o semanas antes y que trata sobre la muerte de Venustiano Carranza en Tlaxcalantongo.

“Dicen que Reyes exclamó y tal vez fueron sus últimas palabras, al terminar de leer el libro: me mataron. Creo que ya empezaba a delirar, empezaba la agonía ¿En quién pensaba? ¿En Carranza diciendo me mataron? ¿En su padre? ¿En el mismo?”.

ESTAFETA LITERARIA.

Unos meses antes de la muerte de Alfonso Reyes también murió José Vasconcelos y escribió al respecto.

“La muerte de ellos dos, para mí, es el cierre de un ciclo: es la muerte y fin de los 2 escritores más importantes de la primera mitad del siglo 20 mexicano”, expresó Garcíadiego.

Desde su perspectiva, fue a partir de entonces que irrumpió una nueva generación: Octavio Paz había publicado ya unos años antes; Juan Rulfo durante ese decenio publicaría sus 2 únicos libros; Carlos Fuentes irrumpió con La región más transparente, un año antes de la muerte de Reyes. “En ese sentido, la muerte de Reyes fue un parteaguas, la entrega de una estafeta”, consideró.

Asimismo, Javier Garcíadiego recomendó algunas lecturas para acercarse a distintos períodos de creación de Reyes. “De la primera etapa, la visión de Anáhuac; de los años 20, para recordar su periodo en Madrid, “Simpatías y diferencias” publicadas en 5 tomos primero y ahora en 2 tomos en Editorial Porrúa; la Ifigenia cruel, de 1924, que el próximo año cumple 100 años de haber sido publicada”.

Sobre los años siguientes invitó a leer “Oración del 9 de febrero”. De los 40s destaca “La experiencia literaria” y en el acercamiento a Grecia de sus últimos años, “Junta de sombras”

“Créanme que si leen estos libros durante las vacaciones navideñas serán las mejores vacaciones en términos librescos que puedan tener en su vida”, agregó