Cultura

Los libros multicolores del México Antiguo

Estos documentos, llamados así en el siglo XIX corresponden a los libros escritos mediante imágenes por los sabios del mundo indígena

CIESAS-Ciudad de México

El nombre de códice surge en la antigüedad cuando en los inicios de la escritura.

El nombre de códice surge en la antigüedad cuando en los inicios de la escritura.

Plumas de quetzal, sartas de turquesa, barras de ámbar, textiles decorados, pelotas de hule, grana, chile, algodón, maíz, chía, huautli, personajes diversos como gobernantes, nobleza, mujeres, niños, guerreros y sacerdotes, son algunos de las imágenes que se pueden encontrar en los llamados códices mesoamericanos.

Estos documentos, llamados así en el siglo XIX corresponden a los libros escritos mediante imágenes por los sabios del mundo indígena cuyo origen se remontan cientos de años previos a la llegada de los conquistadores a tierras mesoamericanas.

El nombre de códice surge en la antigüedad cuando en los inicios de la escritura, las tabletas en las que se solía escribir fueron armadas como libros al coserlas en su extremo izquierdo unos con otras. Por ello, el nombre que se les asignó a estos documentos, realmente no corresponde a los orígenes de la palabra, en la zona nahua se les ha nombrado como amoxtli por algunos estudiosos o amatl amoxtli (Galarza, J.1990), León Portilla, M.2003 ) es decir, el libro de papel (papel - amatl,amoxtli -libro ). Eso corresponde al soporte en el que la mayoría de estos documentos fueron escritos sobre pliegos de papel amate, especialmente tratadas, obtenidas de la corteza del árbol Ficus. Estas láminas o tiras, constituían la base sobre la cual se deslizaba el pincel, que anotaba las imágenes multicolores del sistema de escritura pictográfico.

Quienes escribían estos documentos eran los especialistas conocidos en el centro de México como tlacuilo o pintor- escritor. Los soportes que eran su materia de trabajo, podían ser el ya mencionado papel amate, o también, lienzos tejidos de algodón o piel de animal, especialmente de venado. Posteriormente a la conquista el papel europeo fue integrado al conjunto. (Véase www.amoxcalli.org.mx )

Estos soportes en ocasiones se cubrían con una capa de cal o imprimatura, que daba homogeneidad a la superficie, de color blanco y que, en ocasiones, constituía la base de las imágenes.

Estos libros asentaban una gran variedad de temas como, la historia de algún personaje, un líder guerrero gobernante de múltiples poblaciones como es el caso de Ocho Venado Garra de Jaguar, quien vivió en el siglo XI en la zona mixteca de lo que hoy es Oaxaca, y cuyas hazañas se detallan en el llamado códice Nuttal o almanaques adivinatorios y complejos calendarios, ejemplos magníficos del sistema de escritura entre los Mayas.

La producción de estos libros en el Centro de México, abarca una gama de temas que van desde los complejos calendarios y almanaques relacionados directamente con la religión y la cosmovisión de las sociedades, hasta pleitos familiares de la nobleza o litigios de tierras, pasando por la cartografía y documentos económicos como catastros, planos de propiedades registros financieros o de tributos.

Cortesía

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Es evidente que, en la época prehispánica, estos eran elaborados por los tlacuilos relacionados íntimamente con la nobleza indígena, con los sabios de la época o tlamatini y que estaban reservados a la elite, quienes entendían la complejidad de su diseño y podían leer su significado, así como anotar sobre estos fechas, deidades y rituales.

Los cronistas conquistadores como Cortés o los religiosos como Fray Bernardino de Sahagún o Fray Diego Durán, describen la existencia de estos libros, la diversidad de temas contenidos en ellos, así como su manufactura. En la ciudad de Tenochtitlan existía un palacio o amoxcalli, dedicado a su resguardo, en él a manera de archivo se custodiaban los códices, de los que se anotó que:

“y tenían cuentas de todas las rentas que le traían a Motecuzoma con sus libros, hechos de su papel, que se dice amal y tenían de estos libros una gran casa de ellos.” (Díaz del Castillo, B. 1969)

Es posible que los especialistas fueran entrenados en algún tipo de taller en el Calmecac o escuela a la que asistían los hijos de la nobleza. Ya se ha mencionado la variedad de soportes que utilizaban. Para su elaboración se requería además de múltiples materiales como el carbón, color básico para delinear las imágenes, además de flores y minerales que eran utilizados para obtener los colores que requerían. Baste mencionar aquí, la grana o insectos del nopal del cual se obtenía un rojo intenso, de la enredadera zacatlaxcalli se obtenía el amarillo mostaza, o el uso de moluscos o caracoles (Purpura patula pansa) que proporcionaba el color morado, minerales como el tecocahuitl que proporcionaba los tonos de amarillo, y de las flores se obtenía el color azul o matlalli. (Mohar, L.M. 1997)

Necesario es mencionar que el sistema de escritura correspondía a imágenes codificadas de un sistema complejo en el cual el color, el tamaño y la orientación de las mismas correspondía a una lectura específica. Si se parte de que este sistema no utilizaba los caracteres latinos de nuestros textos, las imágenes por sí solas daban la información necesaria a quienes la leían. Se trata de un sistema en el que las convenciones y codificación se relaciona estrechamente con la lengua de quienes las produjeron y siguen las leyes gramaticales de éstas (Galarza J. Op. cit. 1990)

Posteriormente a la llegada de los europeos, este tipo de documentos continuó la labor de los tlacuilos hasta el siglo XVIII. Los temas se modificaron evidentemente. Es sorprendente como la escritura en imágenes aceptó las glosas en caracteres latinos tanto en castellano como en lenguas indígenas. Esas líneas que anotaban o trataban de leer las imágenes, se plasmaron sobre los antiguos soportes o sobre nuevos como el papel europeo. Dominaron entonces los litigios por tierras, las denuncias de maltrato de conquistadores y encomenderos, las genealogías de la nobleza en un intento de legitimar su origen y privilegios. La historia indígena y sus orígenes míticos.

Los códices mesoamericanos son así, verdaderas obras de arte en las que el colorido domina en la mayor parte de sus láminas, pero no son solo eso, son auténticas fuentes primarias de información sobre el mundo indígena y, a diferencia de los textos en caracteres latinos escritos por los cronistas europeos, estos documentos pictográficos fueron elaborados por los propios indígenas, siguiendo su tradición y su cultura.

Bibliografía

Anglería Pedro Mártir de, Décadas del Nuevo Mundo, México, Porrúa e hijos,1965.

Díaz del Castillo, Bernal. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, México, Porrúa, 1969.

Durán fray Diego. Historia de las Indias e Nueva España e Islas de tierra firme, México, Porrúa,1976.

Galarza, Joaquín. Amatl, Amoxtli. El papel, el libro. TAVA editores, México, 1990.

Hermann, Manuel, Códice Colombino. Una nueva historia de un antiguo gobernante. Edición con facsímil, análisis e interpretación, Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, 2011.

………….8 Venado Garra de Jaguar en Arqueología Mexicana. Raíces, Número 97. México.2021.

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León Portilla, Miguel. Códices. Los antiguos libros del Nuevo Mundo, Aguilar, México,2003.

Mohar, Luz María, Manos Artesanas del México Antiguo, SEP-CONACYT,

México,1997.

…………Amoxcalli. www.amoxcalli.org.mx

…………. Por los senderos de un Tlamatini, CIESAS, México,2017.

Sahagún fray Bernardino de, Historia general de las cosas de la Nueva España, 2ª. ed. México, Porrúa,1969.