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Linda Manzanilla“El inframundo de Teotihuacan…” describequé grupos ocuparon la ciudad tras el colapso

Se trata de las ocupaciones posteotihuacanas, añade la arqueóloga. El libro se presentó en la FILAH>>

La escritora Elena Poniatowska en una conferencia sobre la felicidad.
El arqueólogo José Luis Punzo y la doctora Linda Manzanilla. El arqueólogo José Luis Punzo y la doctora Linda Manzanilla. (Tomás Chávez)

“Linda como profesora, Linda como una escuela de hacer arqueología en México. La doctora Manzanilla hizo una escuela en este país y eso no es fácil decirlo”, comentó el arqueólogo José Luis Punzo durante la presentación del libro “El inframundo de Teotihuacan. Ocupaciones posteotihuacanas en los túneles al este de la Pirámide del Sol. Tomo I y II”, de la autora Linda Rosa Manzanilla Naim.

El también investigador del Centro INAH Michoacán comentó que esta publicación del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM no sólo es un libro ya que sus más de mil 700 páginas está el resultado de un trabajo en equipo, interdisciplinario e innovador.

“Uno de los grandes amores de la doctora Manzanilla, aparte de otros que ha tenido por el mundo arqueológico, es el proyecto Teotihuacan, donde nosotros (sus alumnos) pudimos trabajar dentro de oquedades que en ese momento todos pensábamos como cuevas naturales atrás de la Pirámide del Sol; el hecho de estar entrando y excavando, fue para nosotros un verdadero placer”, dijo Punzo.

El arqueólogo mencionó que en los años 90 cuando Linda Manzanilla (Premio Crónica 2016) comenzó el proyecto, la arqueología no se parecía nada a la que hoy ejercen los expertos.

“Es un trabajo que se concibió como proyecto en los años 90, cuando esto no pasaba, aunque hoy día nos podría parecer común. Celebro que este libro se edite en este tamaño y con tal profundidad ya que hoy es muy difícil editar publicaciones así, hay que celebrar el esfuerzo del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM”, comentó.

El arqueólogo también resaltó que los dos tomos son de acceso abierto, “esto lo pone al alcance de todos los muchachos, de todos los arqueólogos y de todos los investigadores”.

Punzo comentó que fue en este proyecto de las cuevas en Teotihuacan, en 1993, donde se aplicó el primer estudio de radar de penetración. “Lo que nos enseñó la doctora Manzanilla es que la arqueología no es de uno, es de muchos y la única manera de hacer arqueología es entre todos”.

OCUPACIÓN DE TÚNELES

En su participación durante la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia, la arqueóloga Manzanilla Naim explicó que el libro trata de las ocupaciones posteotihuacanas, es decir, de los grupos que llegaron después del colapso la gran urbe de Teotihuacan.

“Vemos hacia el año 550 y 560 que los grupos de élite gobernante se están atrincherando en sus espacios porque se rumora una revuelta contra la élite gobernante, revuelta que destruyó todos los grandes recintos de la Calzada de los Muertos, destruyendo las esculturas en muchos pedazos, quemando las estructuras a altas temperaturas”, señaló.

La investigadora de la UNAM comentó que el proyecto que originó la publicación inició en los años 80. “De 1987 a 1992 con la prospección geofísica de la parte norte del Valle de Teotihuacan, junto con el doctor Luis Barba y el doctor Raúl Valadez Azúa pudimos ver muchas oquedades que yacían bajo la capa de tepetate”.

De esas oquedades, Manzanilla Naim eligió cuatro para excavar y a través de la prospección se dio cuenta que eran túneles de extracción y no cuevas naturales. La arqueóloga se centró en dos: Cueva de Las Varillas y la Cueva del Pirul.

Al interior de éstas hallaron evidencias de producción de cestos, sellos con curvatura para pintura corporal en brazos y piernas, varios entierros, fardos funerarios de adultos sedentes, entierros de niños en cajetes, e incluso de perros.

PERROS

El biólogo Raúl Valadez Azúa mencionó que de las 1,723 páginas del libro de Linda Manzanilla Naim, una de cada tres está dedicada a la fauna descubierta en el lugar y estudiada por un grupo de colaboradores.

“Esto no solamente nos habla de la fuerza con la que se pueden investigar los datos, sino también la diversidad de riqueza tan enorme de animales descubiertos en el sitio, animales que tenían que ver con el uso por parte de las personas, animales que tenían que ver con lo material, con los simbólico, con espacios en los que no había ocupaciones humanas”, dijo.

El investigador y alumno de la Premio Crónica agregó que en el proyecto no existió dato alguno, por mínimo que fuera, que se desechara.

“Un total de 3000 individuos de vertebrados fueron identificados en el sitio, el doble de lo que en ese momento se conocía para el clásico en Teotihuacan, 35 descritos por primera vez para el Valle de Teotihuacán. Fue en su momento la investigación arqueozooloóica más importante de México hasta que fue superado años después por el estudio del centro de barrio de Tepancazco”, comentó.

Finalmente, Valadez Azúa señaló que en la investigación tuvieron especial relevancia los perros. “Se registraron 453 individuos y se encontraron en todas partes, bajo todos los esquemas posibles, entonces también hubo enorme cantidad de estudios, métodos y de especialidades”.

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