Cultura

Mario Vargas Llosa: “Las novelas son los grandes incentivos para que deseemos cosas distintas en el mundo”

Cuando las leemos, accedemos a una realidad distinta de la que vive todos los días, añade el Premio Nobel de Literatura

El escritor peruano, Mario Vargas Llosa y la directora general de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Marisol Schulz.

El escritor peruano, Mario Vargas Llosa y la directora general de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Marisol Schulz.

EFE

“¿Por qué somos grandes soñadores?, ¿por qué queremos para nuestros países un mundo distinto? Porque leemos novelas. Las novelas son los grandes incentivos para que deseemos cosas distintas en el mundo que nos rodea y que resulta un mundo muy atrasado respecto a lo que somos capaces de inventar, de soñar”, expresó el escritor peruano Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) en el conversatorio “Literatura para tiempos recios”.

En la plática que se realizó en Jalisco, el marco de la V Bienal Mario Vargas Llosa, y que estuvo dirigida por Marisol Schulz Manaut, directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el Premio Nobel de Literatura 2010 confesó que quiso ser un escritor francés y que la oposición familiar hacia la lectura hizo que se aferrara a la literatura.

“Cuando uno lee novelas accede a una realidad distinta de la que vive todos los días. Las novelas nos apartan de ese mundillo muchas veces sórdido porque accedemos a un mundo deslumbrante, que nos llena de ideas, un mundo que nos lleva a rechazar el mundo real”, dijo el autor de “La fiesta del Chivo”.

Para Vargas Llosa, las grandes novelas se han hecho para describir realidades que son muy distintas de las latinoamericanas.

“En América Latina la literatura ha venido siempre marcada por una violencia que nacía de la historia de la realidad latinoamericana, de tal manera que muy pocos escritores se liberan de esa violencia, algunos escritores seguramente escapan, pero creo que la gran mayoría están inmersos y la expresan a través de sus novelas, poemas o ensayos”, comentó.

El Premio Cervantes 1994 y Príncipe Asturias de las Letras 1986 expresó que a través de juegos de palabras y de una fascinación, la literatura latinoamericana tiene a la violencia como base.

“Todos hemos vivido con esos libros desmadejados, confusos en los que no había ningún trabajo de la palabra o de la estructura de la novela, creo que en parte el boom ha significado la gran renovación de esa violencia a través de la expresión genuina y auténtica, inventando personajes o inventando formas que eran mucho más en comparación con la literatura que se escribía en nuestros días”, dijo.

Por ejemplo, Vargas Llosa señaló que conoció Perú a través del Colegio Militar de Leoncio Prado, internado al que lo envió su padre a los 14 años. En esa institución miró los diferentes estratos sociales de su país y a partir de entonces soñó con escribir una novela.

“Soñaba con escribir una novela, pero al mismo tiempo la realidad me hacía saber que ser un escritor en Perú era ir contra la realidad porque no había editoriales, casi no había librerías en la Lima de mi infancia…en esas condiciones, ser escritor resultaba bastante ridículo porque uno se podía pasar la vida con novelas que no tenía cómo publicar, que no despertaban ninguna curiosidad en el público y el público leía a los autores famosos: italianos, americanos y franceses”, narró.

Es por eso que “tenía la secreta aspiración de ser un escritor francés”, añadió. Para lograr esa meta, aprendió el idioma y obtuvo una beca de estudios en España, que aprovechó para visitar Francia.

“Los franceses habían empezado a leer literatura latinoamericana, los escritores más populares eran Borges, Cortázar y Octavio Paz, me empapé de literatura latinoamericana en Francia y descubrí que era muy rica y que uno podía escribir mostrando los horrores de América Latina y al mismo tiempo ser un escritor importante”, recordó.

Vargas Llosa mencionó que el escritor que más admira es Gustave Flaubert y que ha leído 30 veces la escena de Madame Bovary tomando veneno. “Me deslumbra. Mi vocación tiene que ver, de alguna manera, con ese episodio, tratando de imitarlo, tratando de imitar ese episodio he escrito todas mis novelas”.

El autor de “La ciudad y los perros” y “El sueño del celta” también narró el momento en que conoció a su padre, a quien creía muerto y quien detestaba la literatura.

“Los peores enojos que tuvo fue saber que uno de sus hijos podía ser un poeta o novelista, eso lo sacaba de su normalidad y lo convertía en una absoluta fiera. Pienso ahora que, si no hubiera sido porque había en mi casa una oposición tan enorme a la vocación literaria, probablemente no hubiera sido escritor”.

Mencionó que probablemente su ingreso a Leoncio Prado fue una maniobra de su padre para ver si los militares le quitaban sus aspiraciones literarias. “Le salió el tiro por la culata porque mis compañeros recibían cartas de sus enamoradas y me convertí en el escriba de todos mis compañeros”.