
“El rigor de hacer las cosas con cuidado y ser capaz de revisar, de ir hacia atrás y ver los pasos que has dado para saber dónde te equivocaste es importante en la vida. Ese entrenamiento de la paciencia de no descorazonarte cuando existen dificultades es un tesoro que se cultiva, muchas veces con sufrimiento, en clases de matemáticas”, señala Eduardo Sáenz de Cabezón (España, 1972) a propósito de su libro “Apocalipsis matemático”.
En palabras del matemático y divulgador de la ciencia, está mal que las personas no se den cuenta que las matemáticas enseñan razonamientos a partir de errores.
“Si echamos la vista atrás y tenemos el recuerdo del sufrimiento y no de todo lo bueno que hemos adquirido de ese sufrimiento, está mal. Si tenemos que sufrir, suframos, pero sacando provecho”, señala.
Hay algo que apreciar de las matemáticas: nos suponen un entrenamiento para el cerebro, ser capaces de encadenar razonamientos, añade Sáenz de Cabezón.
“Es prácticamente la única disciplina escolar en la que encadenamos razonamientos y con la que adquirimos la habilidad de ser muy rigurosos con nuestros procesos de pensamiento y con lo que hacemos”, destaca.
Uno de los ejemplos que Sáenz de Cabezón comenta en su libro “Apocalipsis matemáticos”, editado por Plan B, es que si se está estudiando la propagación de enfermedades en la red mundial de aeropuertos, sería mucho más cómodo poder controlar la propagación vuelos entre algunos aeropuertos que cerrar un aeropuerto entero.
“Con las matemáticas podemos hacernos una idea de la situación, cuando eres capaz de medir y analizar los datos puedes tomar decisiones adecuadas”, expresa.
El autor enfatiza que las matemáticas no son tan terribles porque son parte de nuestra naturaleza.
“Las matemáticas son algo muy natural de nuestra forma de acercarnos al mundo, intuitivamente somos matemáticos y compartimos eso con otros animales, desde que somos Sapiens, somos matemáticos y quizá somos hijos de los que supieron hacer matemáticas y los que no sabían contar se murieron y no tuvieron hijos. Tenemos la capacidad de ser felices con las matemáticas sin hacer tanta historia”, destaca.
Hay muchas aplicaciones de matemáticas en todas partes, indica Sáenz de Cabezón.
“Pobre del biólogo que no sepa matemáticas, pobre del economista que no sepa matemáticas, pobre del dirigente que no sepa matemáticas, pobre del organizador de una empresa que no sepa matemáticas porque las matemáticas nos permite una buena composición del lugar, nos permite hacer una buena imagen de la situación y tomar las decisiones si sabemos cuantificar, si sabemos ordenar…si sabemos hacer los encadenamientos lógicos seremos capaces de sobrevivir o hacer las cosas mejor”.
El divulgador señala que el rinconcito que conocemos de las matemáticas escolares es interesante pero sólo es una parte y no siempre se debe identificar con la habilidad de resolver cierto tipo de cuentas.
“Yo no soy bueno haciendo cuentas pero me dedico a las matemáticas y soy feliz haciendo matemáticas en otro rincón distinto”, confiesa.
-¿Por qué las evaluaciones de la enseñanza de matemáticas en niños siempre es alarmante?
-Tenemos que ver lo que queremos medir y prepararnos para lo que buscamos, yo ajustaría las formas de medir el rendimiento y los resultados en la educación matemática porque reducir la educación matemática a resultados y operaciones es demasiado reduccionista. Actualmente hay un movimiento en todo el mundo de que hace falta un cambio de dirección y de metodología.
Matemáticas en el deporte y números felices.
En su libro, Sáenz de Cabezón también habla de que en casi todos los deportes profesionales, los equipos tienen matemáticos como asesores. “Cada vez son más y ahora más de la mano de la inteligencia artificial y el análisis de datos”, indica.
También hay capítulos dedicados a conjuntos de números felices y perfectos. “Los números tienen una serie de propiedades curiosas y divertidas. Los números felices son aquellos que haciendo una serie de operaciones acabas llegando al 1 y los números perfectos son iguales a la suma de sus divisores”, explica.
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