Me interesa contar ambientes, no las anécdotas: Ignacio Gaspar
El escritor presenta su libro “Salón África”, una serie de cuentos sobre entornos agrestes, emotivos y dolorosos
fil de minería
Inagua, una comunidad celosa de su intimidad que se opone a ser censada y a aparecer en los mapas; una mujer costurera que crea música con el pedal de la máquina de coser acompañada del canto de un pájaro; y un joven que atrapa ranas a pesar de que éstas podrían soltar un veneno y dejarlo ciego, son algunas historias que narra Ignacio Gaspar en "Salón de África".
El escritor de Charco del Pino, en la isla de Tenerife, visita México por primera vez en el marco de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería y expresa en entrevista que más que anécdotas su escritura se interesa en los ambientes.
"No escribo sobre anécdotas, escribo sobre ambientes, sobre atmósferas que es lo que marca la literatura que quiero conseguir ambiciosamente", señala.
En el libro editado por Baile del Sol, los ambientes agrestes, el liderazgo de la mujer y la soledad como gozo rodean los cuentos escritos por Ignacio Gaspar, en su mayoría, creados durante su juventud y que ahora fueron reescritos y releídos.
Uno de los cuentos, que exhibe por qué para el autor es importante la soledad, es “Se acabaron las noticias”, en donde los habitantes de una comunidad remota, escondida entre montañas, no quieren aparecer en los censos del gobierno, desean mantener su intimidad, precio que están dispuestos a pagar con sangre.
“Son independientes y aislados, no quieren aparecer en el mundo globalizado, no quieren aparecer en el mapa. Eso que narro se llama organización política, autodefensas. Canarias (comunidad a la que pertenece Tenerife) fue conquistada en el siglo XV e incorporada a la colonia de Castilla, entonces hay un montón de claves que quedaron ahí en la tradición oral y que se transmiten”, indica.
TRADICIÓN ORAL
Las generaciones jóvenes saben de los relatos de esa época porque la transmisión es a nivel intelectual, a través de lecturas, pero no oralmente, no de la boca al oído, ya no lo vivieron, pero yo sí, agrega Gaspar.
“Mi madre tenía un primo hermano que era un tipo que sabía hablar mucho, era un conversador y siempre se le quería que fuera a las reuniones, se le daba vino y comida para que nos hablara, él se sabía todos los cuentos y tradiciones, tuve la suerte de criarme casi en su casa”, narra.
En ese cuento, los pobladores viven en lo alto, de la misma forma que en Canarias resistieron a los portugueses.
“Fueron ciento y pico de años (de resistencia) porque en la montaña, en la llanura tenían plantaciones de trigo, cebada, tenían una organización social y almacenaban el agua. Es un cuento con tendencia de novela negra pero lo que realmente potencia es el hecho de saber escribir: la clave del cuento es que todos son analfabetas, pero hay mujer que sabe escribir y que tiene el control, ella escribe cartas a gobernación e inicia el plan para acabar el censo”, narra.
Sobre porqué varios de sus personajes son mujeres, Gaspar señala que es un elemento vital de su literatura, porque “son las dueñas absolutas de la organización sin llegar a hartarse, lo hacen de manera natural”.
Por último, el autor expresa que la reescritura es fundamental para él. “Una vez que lees el cuento, vuelves a leerlo otra vez porque tu formación o tu estado de ánimo es distinto de cuando nació ese relato. Soy como Magritte Youcenar, me exijo mucho para llegar a la perfección del cuento, no que sea el cuento perfecto, sino que la historia esté contada como yo quiero, según mi pálpito, mis sensaciones, la musicalidad y la intensidad del discurso”, comenta.