Cultura

Mónica Lavín: “La familia es como ese lugar donde ocurre todo”

Presenta su libro “Últimos días de mis padres”. Su ausencia me hizo conocer la orfandad al dejar de ser hijo, añade la escritora

entrevista

: “Pierdes un amor incondicional, lo que tus padres saben de ti, pierdes esas historias que sólo ellos saben de ti y cómo eran ellos antes de tenerte, explica Mónica Lavín

: “Pierdes un amor incondicional, lo que tus padres saben de ti, pierdes esas historias que sólo ellos saben de ti y cómo eran ellos antes de tenerte, explica Mónica Lavín

En cuanto mueren tus padres reconoces la orfandad, dejas de ser hijo y empiezas la exploración de una genética en lo físico y en los hábitos, así lo expresa la autora Mónica Lavín (Ciudad de México, 1955) a propósito de su reciente novela “Últimos días de mis padres”.

La obra editada por Planeta narra los días que pasó en el hospital el papá de la escritora y cómo un año después esas rutinas médicas regresaron a la familia con la frágil salud de la madre; pero no todo en la novela son complicaciones también hay una historia del amor que se tuvieron los padres de Lavín.

“Los escritores tenemos la herramienta de la escritura para hacernos preguntas e intentar dar una respuesta. Eso es lo que hago en el libro. Escribir me permitió formular las preguntas: qué es quedarse huérfano o que significa que nadie pueda contarte quién eras tú ni pueda contarte de quiénes eran tus padres”, comenta la autora.

Escribir sobre la vida y muerte de sus padres fue para Lavín hilvanar respuestas ante la orfandad: ¿quién era yo?, ¿qué tengo de ellos?, ¿quiénes eran como personas y padres?

“Pierdes un amor incondicional, lo que tus padres saben de ti, pierdes esas historias que sólo ellos saben de ti y cómo eran ellos antes de tenerte. Escribir me permitió hacerme esa pregunta: ¿qué es ya no ser hija?. Hay una cosa insustituible: los padres te confieren ciertos dones, como el hada madrina con la Bella durmiente, te dicen: tu eres así y como si te nombraran, te dan ese lugar en la vida”, expresa Lavín.

En mi caso, añade, ellos me hicieron creer que podía ser escritora porque cuando dejé la biología me alentaron. “Este libro es una manera de seguir la conversación con ellos”, afirma.

En su obra, Lavín trata de responder los silencios de sus padres, de los dolores de ellos nunca hablaron, como si la vida anterior a tener hijos no existiera.

“He tenido mucho interés en entender su dolor. Vengo de familias migrantes, mi padre se quedó huérfano a los 2 años y mi madre llegó de la Guerra Civil Española. Creo que nunca hablé lo suficiente con ellos. Las historias de familia me encantan porque la familia es como ese lugar donde ocurre todo, donde hay silencios que intenta quebrar la palabra y la escritura pero que a veces, como en este libro, sólo son preguntas al aire”, confiesa.

Escribir este libro me lo pedía mi dolor, mis preguntas, mis ansias de celebrar la vida, añade Lavín.

“Es un intento literario por encontrar la genética no sólo en el sentido físico sino en las conductas. A veces me detengo a decir: ¿qué haría mi padre en un momento como éste?, mi padre era el racional y mi madre tenía un sentido de humor y originalidad espléndida fuera de serie. Aún me sorprendo encontrando conductas de ellos en mis acciones”, expresa.

El libro de Lavín hace énfasis en las cosas materiales que dejaron sus padres: ropa, muebles, casas.

“La vida siempre la estamos amueblando, construyendo un escenario y nosotros habitamos ahí, a lo mejor lo das por un hecho pero de repente hay que destruir ese ambiente porque ya no está la escenografía donde sucedían las cosas. La muerte y ausencia llevan a desarmar, a la deconstrucción de todo”, indica.

Por otro lado, a la autora le encanta que los objetos tengan un significado y sentido. “Los objetos cuentan la historia del paso del tiempo, de las personas que han ido habitando un flujo genético y un flujo de anhelo”.

Uno de los momentos más complicados cuando mueren tus padres es que se desvanecen a través de todos los sentidos, comenta.

“Se te van yendo los padres por todos los sentidos: el visual, el auditivo aunque a lo mejor hay una grabación de su voz, el tacto y el aroma”.

LA DESPEDIDA.

“Para despedirme de mis padres necesitaba un tratamiento ritual, quizá una forma de duelo o una forma de comprensión de poner afuera lo sucedido, de cómo encontrar una dignificación en los momentos de la muerte”, indica Mónica Lavín.

Es por ello que la autora considera que escribir es estar ahí, es dominar el tiempo, revivir muertos, resucitar los días.

“La única manera de insuflar aliento y tercera dimensión a dos nombres, a dos camas, a dos cuartos de hospitales en distintos puntos de la ciudad donde les dijimos adiós es la escritura”, señala.