Cultura

“La música dentro de la poesía me parece esencial”: Pura López Colomé

El martes 9 de abril, la traductora de poesía y poeta recibirá el Premio Alfonso Reyes en Humanidades 2023 en El Colegio de México

Entrevista

Pura López Colomé leerá el discurso “La elección multiabarcante del placer literario”, donde hablará de su oficio y de la obra de Alfonso Reyes.

Pura López Colomé leerá el discurso “La elección multiabarcante del placer literario”, donde hablará de su oficio y de la obra de Alfonso Reyes.

FIL Guadalajara / Gonzalo García

La poesía es una fuerza sólida y autónoma, además es un género ligado a la musicalidad, así lo expresa en entrevista Pura López Colomé (Ciudad de México, 1952), traductora de poesía y poeta que el martes 9 de abril recibirá el Premio Alfonso Reyes en Humanidades 2023 en El Colegio de México.

La galardonada señala que leerá el discurso “La elección multiabarcante del placer literario” en donde hablará de su oficio y de la obra de Alfonso Reyes.

“Es un honor y una sorpresa recibir este premio porque Alfonso Reyes es un autor al que he seguido y he admirado, cuya prosa me parece ilimitable e inigualable. Más allá de reconocimientos o no, el camino que he seguido es el único que puedo seguir, soy un tanto inútil para otra actividad en este mundo y que se reconozca mi trabajo como un quehacer valioso es digno de compartirse con otros”, señala López Colomé.

–¿Concibe la poesía como una tonalidad o musicalidad?

–La música dentro de la poesía me parece esencial, no digo con esto que sea fácil pero el primer paso para el quehacer poético es la música de la palabra, incluso cuando uno incurre en la desafinación, por mejor oído que tengamos, es parte del quehacer. En el caso de prosa poética, las frases tienen que gozar de un ritmo y si no está, no existe la fluidez.

–¿Traducir poesía es un detonante para escribir poesía?

–Considero la traducción de poesía como una creación, en el momento que uno está traduciendo el poema desde otra lengua que tiene otra música, forzosamente tienes que acudir a las raíces correspondientes sino se cae en desafinación y eso se cobra muy caro.

Como lo dijo Tomás Segovia y José Emilio Pacheco: hay que crear un buen poema en español como si hubiera nacido en esta lengua. Eso es lo que siempre trato de hacer. Esto puede parecer un brinco excesivo, pero algo que uno lee en traducción y si lo sientes acartonado y que no corresponde a la lengua es porque se trató de mantener la literalidad y entonces hay un poema musicalmente fallido. Busco brincarme las trancas con tal de conseguir la musicalidad de la propia lengua, del español, ésa es mi aspiración.

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–¿Le siguen obsesionando los temas del dolor y la muerte?

–Aunque no quiera, aunque esté partiendo de una experiencia contundente de hoy y aquí en mi casa, de algo que estoy viendo, de alguna manera siempre termino hablando de un tema subyacente a todo lo que escribo que es la vida y la muerte como una sola cosa.

–¿Vivió en Estados Unidos?

–En la niñez tardía o adolescencia temprana, como se quiera ver, en esos años tan conflictivos para un ser humano y más para las mujeres, después de la muerte de mi madre que ocurrió entonces, mi papá me mandó estudiar a un internado en Estados Unidos, en Dakota del Sur, y por más que fue desgarrador separarme de mi vida familiar, a la postre he llegado a ver que fue esencial para lo que hago.

El vivir ahí me dio contacto con una gran biblioteca, fueron años formativos, ahí entré en contacto con la poesía de Emily Dickinson. Una de las religiosas era irlandesa, ella recibía noticias de su casa, le llegaban publicaciones, ahí leí a Seamus Heaney y me quedé deslumbrada por la musicalidad del verso, era en palabras la música de la naturaleza, o como el Seamus lo decía: la música de lo que está ocurriendo. Desde entonces no he salido de ese mundo.

– ¿Atesora algún recuerdo con Heaney?

–Cada uno de mis encuentros con él fueron un absoluto tesoro y los tengo guardados, acudo a ellos todo el tiempo, es un poeta muy poderoso que iba al grano sin perder la música como faro o elemento recto. Heaney siempre está conmigo, con frecuencia pienso que debería de re traducir muchos de los poemas que traduje.

La poesía misma provoca tomarla en serio e ir al fondo de lo que uno está haciendo y cuando hay otros que lo han estado haciendo contigo, casi al mismo tiempo, da un poco de terror. La poesía es una fuerza per se que está más allá de quien la escribimos. La poesía está por todas partes, escrita o no escrita.

–¿Traducción y poesía son dos ramas culturales imposibles?

El mundo de hoy es una especie de mosaico de miles de piezas y cuando estás distinguiendo una imagen, en ese instante se pulveriza, hay una cosa vertiginosa porque la paradoja está en que hay varios medios para publicar poesía hoy, pero muchos son fugaces.

Cuando dejo de estar en contacto con poetas jóvenes siento que se me está yendo la vida. Ver el quehacer poético publicado cibernéticamente por muchos poetas me confirma que la poesía es una fuerza sólida y autónoma.

–¿Qué opina de los festivales de poesía?

–Sé que siguen vivos, son importantes para el quehacer mismo, para resolver momentáneamente la paradoja de que hay miles de medios para publicar, pero pocos autores de culto hoy día que pertenezcan a estas generaciones. La fugacidad es el hada maligna. Está escribiendo mucha gente pero se va, se hacen humo. Para mantenerse, los autores tienen que resolver la solidez de su presencia.

Si leí un poema buenísimo de un autor joven, lo seguiré buscando; mientras si es alguien que escribió algo bueno pero realmente no tiene un compromiso con el quehacer, no lo vuelvo a buscar. Sin embargo, el hecho de que una persona de mi edad siga buscando la poesía de los jóvenes, te habla de la vida del ser poético, eso me llena de alegría.

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