
Faustino Chimalpopoca Galicia fue un indígena que por apoyar el imperio de Maximiliano de Habsburgo fue perseguido y tuvo que exiliarse en Francia. Tomó una canoa del actual Centro Histórico de la Ciudad de México y viajó 12 horas para llegar a su pueblo natal: Tláhuac. Sin embargo, ahí el acecho continuó y no le quedó otra opción más que huir del país.
Esa historia, así como con su regreso y la fundación de una escuela para indígenas en un contexto de educación estandarizada, además de su trayectoria como maestro de náhuatl y de traductor de títulos de tierras, es narrada por el historiador Baruc Martínez Díaz en el libro “Faustino Chimalpopoca Galicia. Un intelectual indígena en el México decimonónico”.
La obra editada por Era que se presentará este jueves a las 19:00 horas en Mérida 4, colonia Roma, CDMX, detalla que este indígena nació en San Pedro Tláhuac, en 1802, y su linaje provenía de esa localidad y de los gobernantes mexicas de Tenochtitlan. Estudió en el Colegio de San Gregorio y también en el de San Ildefonso, graduándose en leyes en 1822 y Agustín de Iturbide fue su padrino.
El autor comenta que Chimalpopoca se opuso a que el Colegio de San Gregorio (institución exclusiva para la educación de indígenas) se estandarizara, estuvo en contra de que no hubiera distinción entre indígenas y no indígenas, que el sector religioso ya no fuera el rectorado y que no fuera obligatorio un idioma indígena. Lucha que perdió.
“Sabemos que participó en varias ocasiones en la comisión de Instrucción Pública del Ayuntamiento de la Ciudad de México, lo que hoy sería el Centro Histórico, y ahí se notó su preocupación por educar a la población indígena y por editar o imprimir libros en su propia lengua cuando liberales y conservadores propugnaban por la castellanización de estas poblaciones”, comenta Martínez Díaz.
Esa idea es tan presente que hacia 1870 fundó el Nuevo Colegio de San Gregorio en Tláhuac, proyecto educativo sui generis para la época.
“Los liberales estaban en el poder con el camino libre a la consolidación del Estado Nacional Mexicano y la implementación de un proyecto educativo a nivel nacional que Juárez delegó a figuras como Gabino Barrera, pero en ese proyecto no cabía pensar en una educación especial para los indígenas, para ellos todos eran mexicanos”, detalla el historiador.
Sin embargo, Chimalpopoca y otros ex estudiantes del antiguo Colegio de San Gregorio impulsaron su proyecto educativo en un pueblo indígena, lejos de la ciudad y con materias propias de la educación de ese tiempo: aritmética y gramática, pero también con asignaturas novedosas: mitología mesoamericana, cronología mexicana e idioma náhuatl.
“Fue muy adelantado para su tiempo e incluso estamos viendo que las pautas de educación hoy intercultural son muy parecidas a lo que ellos hicieron”, agrega Martínez Díaz.
¿En dónde estaba la escuela?
Inició en el ex Convento de Tláhuac y ahí todavía hay restos de las pinturas que ellos dejaron. Después, se mudaron a una casa particular atrás de la iglesia, ésta existió hasta mediados del siglo XX y estaba a la orilla de un canal. Por pláticas con la gente y por investigación etnográfica, sabemos que llevaban en canoas a sus hijos.
Luego se trasladó a la Ciudad de México y posteriormente se fue al pueblo de Tenancingo, ahí se perdió la idea del colegio y se fundó el Monasterio de Tenancingo que hasta la fecha continúa. En sí, en Tláhuac duró tres años y el proyecto desapareció en 1878.
BORRADO DE LA HISTORIA
“Algo de lo más polémico en la figura de Chimalpopoca fue su participación en el segundo imperio, motivo por el que ha sido relegado por tantos años de la historiografía nacionalista”, afirma Martínez Díaz.
Para muchas personas, la llegada de Maximiliano abrió la posibilidad de otra forma de hacer política sobre las propiedades comunales, aunque no fuera cierto, añade el historiador. “Con los liberales ya estaba cerrada la opción porque no reconocieron la personalidad jurídica de los pueblos”.
Bajo esa idea, Chimalpopoca le apostó al imperio, además de una mirada muy personal sobre la historia de México. “Él creía que el gobierno monárquico de Maximiliano podría representar una continuidad del antiguo imperio azteca”, comenta el autor.
Cuando el segundo imperio fue derrotado por los liberales y Maximiliano fue fusilado en Querétaro, inició una persecución contra todos los funcionarios, entre ellos Faustino.
“Fue perseguido en su casa en la Ciudad de México, después huyó a su pueblo natal, Tláhuac, que en ese entonces implicaba un viaje largo y únicamente en canoa, pero los miembros del cabildo municipal de Tláhuac, que eran liberales, también lo persiguieron. Decidió huir a Puebla, luego a Veracruz y de ahí zarpar a Francia. Estuvo en París algunos meses, no sabemos cuántos, posiblemente 1867 y 1868, porque en 1869 ya estaba otra vez en México”, narra.
¿Qué documentos de Tláhuac tradujo?
Muchos, pero dos son referentes. El primero, los títulos de tierras de Tláhuac que tradujo al español a mediados del siglo XIX, momento álgido por la disputa de las tierras comunales.
En ese entonces la lengua náhuatl ya no era mayoritaria y además los documentos ya no estaban en Tláhuac, hoy están en la Biblioteca Bancroft de la Universidad de California, no sabemos cómo llegaron allá, pero Faustino dejó una copia y los habitantes los usaron en el Porfiriato para defenderse ante tribunales.
El segundo, son los Anales de Cuitláhuac, están en la Biblioteca Lili de la Universidad de Indiana, no han sido publicados, es un texto inédito y bonito porque Chimalpopoca lo escribió en náhuatl y tiene pictogramas.
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