
Louis Riel fue un hombre que estudió para seminarista en Montreal, pero pronto se dio cuenta que su vocación no era ésa, era defender a los derechos de mestizos e indios en Canadá, lucha que lo orilló, primero, a buscar exilio en Estados Unidos y, después, a morir en la horca. La vida de este personaje del siglo XIX es narrada por Jean Meyer (Francia, 1942) en el libro “El profeta del nuevo mundo. Louis Riel”.
El geógrafo francés naturalizado mexicano platica que durante la segunda mitad del siglo XIX, con el inicio de la Revolución Industrial, comenzaron las grandes migraciones de europeos hacia el continente americano, específicamente a Canadá.
“Europa tenía un excedente de población, tenía un problema agrario muy grande, demasiada gente en el campo y sin acceso a la tierra, y con la aplicación del vapor y los grandes buques, empezaron las grandes migraciones, millones de europeos que fueron América, a Estados Unidos, a México y principalmente a Canadá”, explica.
Hasta ese momento, Canadá era territorios grandes en cuanto a espacio y habitados por las primeras naciones y por los mestizos producto de las migraciones de colonos escoceses, irlandeses, ingleses y franceses de los siglos XVII y XVIII.
PROPIEDAD.
“El gran negocio en Canadá eran las pieles porque Europa consumían piel de castor, de zorro, nutrias y cibelinas, entonces hay grandes compañías que armaron ese negocio transatlántico, pero los trabajadores eran los mestizos e indios, los cazadores-recolectores que entregaban las piezas a las compañías. A partir de 1850 y 1860 con la gran migración europea, llegó la colonización con el argumento de que esos mestizos e indios no tenían títulos de propiedad”, detalla.
¿Cómo lo iban a tener si no había gobierno ni estado?, añade Meyer. “Tenían el autogobierno de las naciones indígenas y al autogobierno de los mestizos que si bien eran cazadores también eran agricultores prósperos y exitosos, vivían en pueblos y tenían sus iglesias católicas y tenían sus templos protestantes para los mestizos escoceses e irlandeses”, indica.
En ese momento, apareció la figura de un joven mestizo llamado Louis Riel. “Lo habían mandado a estudiar a Montreal como seminarista. Los sacerdotes tenían la esperanza de que sería el primer sacerdote mestizo. Louis Riel hablaba tres idiomas indígenas, además de francés e inglés y en Canadá no sólo aprendió latín y griego también aprendió derecho”.
DEFENSA.
Cuando Riel se dio cuenta que no tenía vocación sacerdotal, regresó a su pueblo 1869 que hoy es la capital de la provincia de Manitoba, Winnipeg, y encontró que a los mestizos les estaban quitando sus tierras que trabajaron por más de tres generaciones.
“Louis Riel con sus conocimientos del mundo moderno armó la resistencia, una lucha cívica, pacífica y legal, formó un gobierno provisional e incluso fue capaz de negociar con un Canadá que apenas venía naciendo, en 1867. Louis Riel fue capaz de poner en Ottawa la creación de una nueva provincia, Manitoba”, indica Meyer.
Sin embargo, cuando todo parecía ganado, el gobierno de Ottawa mandó un ejército y Louis Riel huyó.
“Durante años será un prófugo, se va a refugiar a Estados Unidos, hasta 15 años después hay un segundo episodio donde lo llaman de otra parte de Canadá que hoy es la provincia de Saskatchewan, porque los mestizos habían huido de Manitoba porque finalmente los despojaron y 15 años después el frente de colonización los alcanzó, entonces se acuerdan de Riel y lo van a buscar a Estados Unidos”, narra.
Y otra vez la misma historia, el mismo engaño, la misma violencia que termina con la única guerra que Canadá ha conocido en su territorio: 8 mil hombres contra un puñado de mestizos e indios, añade Meyer. “A Riel le armaron un proceso, lo ponderaron a muerte y lo colgaron”.
Deuda a Riel
Meyer narra que tenía un compromiso inconsciente con Louis Riel. “Lo encontré justo antes de ir a México para hacer la investigación de la cristiada, que iba a ser mi tesis de doctorado, lo dejé unos años, pero en 1969 por un artículo que publiqué en Francia sobre el movimiento estudiantil en América Latina me aplicaron el artículo 33 y tuve que salir del país, no sabía cuándo regresaría ya que estaba catalogado como extranjero pernicioso”, recuerda.
Llegó a París como refugiado político y fue entonces que regresó a Louis Riel.
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