Maram Al-Masri (Latakia, 1962) es una poeta siria que eligió la palabra como venganza a las bofetadas y humillaciones que recibió de los hombres y es una mujer que comparte en español los poemas de su libro “Almas con pies desnudos” gracias a la editorial Círculo de Poesía.
En más de 50 poemas, la autora narra qué es la violencia, cómo la viven las mujeres de diversas edades y profesiones, qué impacto genera en las infancias y por qué el amor es la salvación de la humanidad.
¿Qué significa para ti el cuerpo?
Es un contenedor de que vivimos. El espíritu sin el cuerpo no existe, esa mezcla entre alma y cuerpo es lo que nos da vida y pensamiento. Tengo un gran respeto hacia mi propio cuerpo y hacia el cuerpo de los demás por eso rechazo cualquier bofetada que puede estar dirigida hacia mi o a cualquier otra persona. Todo lo que lastima al cuerpo o lo hiere es una violencia.
El cuerpo nos permite sentir cuando nos toca algún amante o una madre, con el cuerpo sentimos la ternura de un niño, el cuerpo es una cosa magnífica.
¿La poesía da libertad al cuerpo?
Sí, de lo contrario no habría escrito. Mi cuerpo es lo que me permitió escribir poemas, hay un poema que cuando se lo leí a una amiga me dijo: Maram, ¿sabes lo que estás diciendo? Y cuando lo leí otra vez efectivamente encontré un símbolo sexual que no había notado, entonces a veces es el cuerpo que se escribe así mismo.
Al inicio de cada poema, Al-Masri coloca quién es la madre, quién es el padre, qué edad tiene y cuál es la profesión de la persona protagonista de los versos. Por ejemplo, en el poema “María” la autora especifica que la madre de María es Carmen, su padre Javier, que ella tiene 31 años y que es mesera.
Después, el poema narra que María cuida a su madre parapléjica, que tiene dos niñas, que su esposo la abandonó y que ella se enamoró de su patrón quien le roba dinero y seduce a otras mujeres frente a ella.
“Esa especie de genealogía que incluyo es algo espontáneo, salió para hacer un escaneo de lo que es la violencia. Quiero mostrar que no sólo las mujeres árabes, las musulmanas o las desempleadas sufren la violencia, toca a todas las edades y a todos los estratos sociales”, expresa.
Hay mujeres que trabajan y tienen la capacidad material para liberarse del hombre, pero las ves como personas sumisas, sufriendo la violencia, añade. “En la realidad vemos a muchos vecinos diciendo: este hombre se ve gentil, muy buena persona, ¿cómo pudo hacer algo así con su mujer? Y es que en Francia y otros países una mujer muere cada día por violencia matrimonial”.
¿Por qué hablar de espacios íntimos como el baño y la cocina?
Intenté describir la violencia de distintas maneras, la violencia corporal, la violencia sexual, la violencia social, la violencia de la soledad, la violencia de la vejez…intenté hablar de los niños, de los traumas de la infancia, de cómo ellos observan a sus papás y al mismo tiempo hablo del lugar donde ocurre la violencia.
Pensamos que la casa debe protegernos pero es donde ocurren los crímenes, los feminicidios. El lugar donde más encontramos mujeres muertas es el baño y me asombré cuando supe de eso porque cuando entro a mi baño veo que no hay ningún lugar dónde podamos escapar, ahí una mujer es una presa fácil al igual que en la cocina y en nuestro cuarto.
Al-Masri destaca que la última parte de su poemario está dedicado al amor y a la capacidad de perdonar. “La única venganza que podemos hacer es seguir con nuestra vida de una forma más linda y devolver el amor, si no hacemos todo carecerá de significado”.
Poemas a la vida
Al-Masri trabaja actualmente en una antología de poetas kurdas. “Mi objetivo siempre es romper los prejuicios. Las mujeres kurdas son conocidas por ser militantes que cargan armas y yo quiero mostrar su hermosura, su poética y su libertad”.
También comenta que terminó poemas sobre el metro. “Lo tomé como excusa para hablar de la vida porque la vida es un metro: en cada estación hay un acontecimiento y cada estación nos lleva a otro lugar”.
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