“A veces las palabras sólo alcanzan a ser una improvisación para cierta velocidad a la que es muy difícil atenernos: es difícil detenerse a buscar las palabras adecuadas”, considera el poeta Luis Arce, en conversación por su poemario “Improvisación sobre motivo” (2023), publicado recientemente bajo el sello editorial independiente Juan Malasuerte.

“Este libro y los poemas pretenden ralentizar el ritmo de la ciudad. Creo que en realidad toda la literatura hace eso, no es nada nuevo, pero el ejercicio de tomárselo en serio es donde surgen las complicaciones”, comenta.

Para Luis Arce, la lectura de poesía constituye un tiempo interno del lector, que fuera del propio espacio de lectura no tiene muchas repercusiones. “Cuando levantas la cara del libro en seguida hay un anuncio publicitario, otro libro, un recuerdo que te llegó, un mensaje de whatsapp, una canción, etc”, apunta sobre la cantidad de estímulos que enfrentan quienes desean leer.

Lee también

Fabio Morábito: “Escribir un libro de sólo primeras páginas, sería el sueño de todo escritor”

reyna paz avendaño

“Los lectores más enfáticos y dedicados que conozco se han creado pequeños bunkers para hacerlo, pero para la mayoría de la gente es complicado, no sólo en tiempo, sino en esfuerzo cognitivo”, agrega.

En ese sentido, la poesía tiene una naturaleza “ralentizadora” que no es propia del ajetreo en el cual estamos sumergidos.

“No apuesto por la noción del lector romántico, que se sienta y tiene dos horas para darle vuelta y hojear un libro, pero sí creo que es muy bueno un texto que pueda hacer un poco más lento el proceso de la lectura y que eso repercuta en la manera en que estás ensamblando las palabras, incluso mentalmente”.

CONSUMIR POESIA

A partir de las redes sociales ha surgido un fenómeno de consumo poético relacionado con la imagen. “A mí me ha encantado porque como milenial vi la transición de los pocos espacios donde aparecía la poesía en redes sociales, que antes se reducía a otros tipos de consumos, a un momento donde puedes poner #poesía en Instagram y aparecen una gran cantidad de fotografías de personas que rescataron cosas en todos lados, desde poetas terribles hasta cosas de calidad que pueden llamar la atención”, observa Luis Arce.

El poeta indica que, a través de estos fenómenos, parece haber llegado una oportunidad de que se conozcan y lean autoras como Alejandra Pizarnik o Emily Dickinson, cuya brevedad ha permitido una amplia y rápida difusión de su obra en internet.

-¿Crees que ya por fin llegó el tiempo de la poesía como género de moda?

“Me parece que la poesía siempre ha encontrado maneras de sobrevivir, si lo hizo de forma oral o en formato de libro y ahora a partir de redes sociales, se hace presente. No creo que sea el mejor tiempo para la poesía, ni que consiga convertirse en género de moda, pero sí creo que puede encontrar los canales a través de los cuales pueda hallarse con sus lectores. Hay personas haciendo esfuerzos interesantes para lograrlo, hay una labor editorial muy fuerte en ese sentido, que busca darle espacios y generar conversaciones”.

-¿Quiénes publican poesía? ¿Editoriales que recomiendes?

“Las editoriales independientes en lo particular voltean a ver a la poesía. Es un género que resulta difícil de suscribir a un proceso de mercado, tiene que ser poesía accesible y con un proyecto muy claro y, en general, eso no va tanto para la poesía. Hay muchas editoriales con labor importante en ese sentido: editorial MaNgOs de HaChA, dentro de los 10 años que llevan publicando poesía han encontrado cosas que de otra forma no podían ser publicados, excepto en esa capacidad, dentro de fenómenos culturales así de amplios, de siempre estar buscando autonomía; la de Dharma Books y Matadero Editorial también es una labor interesante”.

Lee también

• Muere Charles Simic, la voz inquietante de la poesía de EU

Después de leer en voz alta su improvisación 19 del poemario - “el verso bien formado me parece prescindible”- Luis Arce recoge su taza y se lleva su cuenta a otra mesa, donde ya lo esperan.