Silvia Gruner e Iñaki Bonillas son de los artistas más serios en México que exploran la fenomenología de fotografía e imagen.
Al igual que Bonillas, Gruner ha explorado la foto como representación, memoria, contexto y archivo; pero al expandirse al performance, vídeo, filmaciones, instalaciones y exploración de materiales y objetos, Silvia ha dado desde 1986 entrada a la afectividad, la identidad personal y de género, las posturas feministas y la crítica antropológica del arte, así como al cuerpo, sexualidad, deseo, dolor, introspección, enfermedad o angustia. Menos ecléctico, Bonillas, integra a lo interdisciplinario, la bibliofilia y lo afectivo, pero se centra en la imagen fotográfica, su génesis, procesos, cultura e impulso archivístico (Ver Artgenetic, 15Oct2018).
A partir de José Luis Brea, Irmgard Emmelhainz señala que en el Régimen Escópico de la Modernidad, la fotografía trasciende la representación ante la experiencia de lo visible (ArtiShock 8Jul2024). Y de ahí, es que artistas de la posperiféria mexicana como Gruner y Bonillas su práctica se encuentra atrapada entre tres frentes: Su aproximación tardía a la crítica sobre fotografía moderna fundada por el arte de Chris Marker, Maya Deren, Harun Farocki, John Baldessari y The Pictures Generation, Victor Burgin, James Coleman, Bernd & Hilla Becher, etc., y la tecnología digital como una nueva era para la imagen y lo visual, y no como conservadoramente Emmelhainz reduce a lo digital al narcisismo de época, lo efímero “fantasmal”, la fragmentación de lo real, etc. (Ver Artgenetic, La Virtualidad como Cultura 22Sep2018).
Un tercer frente, es la tradición en México de realizar citas a los procesos del arte canónico de Europa y EU, destacando Gabriel Orozco y Mario García Torres, y donde Bonillas y Gruner revelan aprendizaje, adaptabilidad y apertura, pero también dependencia y subordinación al primer mundo, ¿Es tiempo de advertir el lugar de la innovación estético-formal en la era digital?
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