Cultura

Vicente Herrasti: “La literatura siempre ha sido un largo conversatorio”

El escritor habla de su reciente novela “Las muertes de Genji”, un relato que emerge de la antigua novela de Murasaki Shikib

entrevista

El escritor Vicente Herrasti.

El escritor Vicente Herrasti.

Penguin Random House

“Las muertes de Genji”, dice Vicente Herrasti, no es una obra optimista porque el autor siempre ha concebido que “el optimismo suele ser menos lúcido que los grandes pesimismos, sobre todo en literatura”.

“Pienso que es imposible transitar con seriedad lo literario si no se acude también a este mundo de sombras”, comenta el editor, escritor y traductor, en entrevista por su reciente publicación.

La literatura, para Herrasti, siempre ha sido un espejo en el que mirarse para desentrañarse y darse una idea de sí mismo. “La literatura siempre ha sido un largo conversatorio, desde que tengo memoria”.

Aprendió a leer a los 3 años y medio, según relata. A través de la revista “Selecciones del Reader’s Digest”, Herrasti llegó a los Hermanos Grim y Perrault, lo mismo que a Vargas Llosa, sin saber que se adentraba en universos literarios, “para mí eso se convirtió en un mundo propio. Yo no concibo mi vida sin el elemento literario y la ficción”.

Actualmente, opina que la belleza es el común denominador que lo guía e impulsa. “La oscuridad no puede vivir sin su contraste, sin la luz y viceversa. La belleza tiene componentes de luz y sombra, siempre, ¿no? No puedo yo escindirlos”

Sin embargo, “Las muertes de Genji” no es una novela sombría o siniestra. Es una novela de novelas que inicia con la llegada de tres expertos en literatura y gráfica japonesa a Ámsterdam, para participar en una reunión, convocada por una extraña mujer que lleva los dientes teñidos de negro, a la antigua usanza japonesa.

La vida de cada uno de los personajes constituye una novela y la aventura total conduce a Países Bajos, Italia, Noruega, París y Japón.

CONTEXTO.

“Genji Monogatari” (“La novela de Genji”) es un clásico de la literatura japonesa, considerada una de las obras maestras más antiguas de la historia, atribuida a la cortesana Murasaki Shikibu y escrita alrededor del año mil. Se compone de 54 capítulos divididos en tres partes, a la mitad de los cuales, su protagonista, el príncipe resplandeciente, Genji muere sin que el lector sepa cómo o por qué.

Esto constituye uno de los grandes misterios de la literatura y es el punto de partida de Herrasti para una trama de ficción, que se extiende más de 500 páginas, así como la excusa para abordar la influencia que ha tenido en la literatura actual.

Entonces, en un monasterio localizado en las montañas aledañas a la ciudad de Kioto, aparece una nueva versión muy antigua que incluye los 54 capítulos de la novela original más un documento peculiar con tres versiones distintas de la muerte de Genji y la pregunta sobre si será alguna de ellas la versión original de Murasaki Shikibu.

“Desde que me propuse adentrarme en esta obra para generar la mía propia supe que tenía que evitar el didactismo, perderme en una cuestión pedagógica y pesada. “La novela de Genji” no se escribe para una crítica, ni se escribe para un contexto académico, obviamente, no se escribe para fascinar”, detalla el autor, respecto a cómo se dio cuenta del propósito que tendría este libro.

Decidió tomar el elemento de la fascinación, crear argumentos que fueran sólidos y atractivos por sí mismos.

“Entonces decidí componer una novela de novelas: en realidad son tres novelas más cortas y una bastante larga - Cerezas de Yamagata- que le da sentido y columna vertebral a todo el relato”.

La novela.

La novela.

“El primer capítulo es un académico de la Universidad de Catania que, con una historia de amor sui generis empieza a adentrarse en el Genji”, introduce Herrasti.

Detalla que previamente a la redacción de la historia se adentró en la investigación, pero después tuvo que olvidarla porque se debe utilizar toda esa información recabada tan solo como una linterna, para ir a territorios desconocidos.

“Tuve que elegir muy bien qué temas de esta obra iba yo a abordar y sobre todo cómo iba a hacerlo, porque la actualidad de una obra como ésta es enorme. Es una obra en la que cabemos todos y hemos cabido todos durante más de mil años”, detalla.

“Entonces, pues bueno, fue un reto muy grande y también déjame decirte, nunca regrese al punto de partida. Las obras, sobre todo cuando son proyectos tan grandes y con una ambición clara, pues rara vez te permiten ser quien eras cuando comenzaste”, continúa.

TEMAS Y PERSONAJES.

Dentro de los temas y personajes que el Vicente Herrasti destaca en “Las muertes de Genji” se encuentran supersticiones y tradiciones de la religión original japonesa de época, shintoísmo, que en la época de Morisake Shikibu se sincretizó con el budismo que llegó a través de China.

Por ejemplo, en la tradición japonesa hay maneras de nombrar el propio espíritu que, cuando duermes, puede intentar salir del cuerpo e incidir en la realidad, incluso si uno no sabe. Cuando se trata de espíritus de personas muertas reciben un nombre diferente y el autor retoma estas presencias para su relato.

“La obra la concebiría como una obra de misterio, de suspenso y hay una relación con lo sobrenatural”, indica.

“Mi mayor afán era construir personajes propios, cuya circunstancia girara en mayor o menor medida alrededor de la obra original de Shikibu, pero mi obra es un 95% ficción”.

-¿Encuentras relación entre los personajes femeninos japoneses y los de la literatura mexicana?

“Mira, más que con la literatura mexicana, los personajes femeninos, que siempre han sido muy importantes, pero en este caso lo son más porque en los últimos años -de unas décadas para acá- se ha tomado como estandarte la obra de Shikibu en contextos feministas, tanto dentro de Japón como fuera de Japón”, responde Vicente Herrasti.

“Además, es un contexto muy justo y por esto dentro de la novela, hay un feminismo que está nutriendo constantemente el relato, todos los relatos que componen la novela. Y para mí era muy importante reflejarlo”.

“En el fondo, yo creo que los admiradores de Shikibu nos plegamos ante la femineidad como base de su genio. No podemos, el día de hoy, cerrar los ojos ante el hecho de que la señora es mujer y probablemente sea uno de los principales factores de que se tardara tanto en asimilar en occidente el gigantismo de Murasaki Shikibu en la literatura”, concluye.