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Columna: ‘Es martes y el cuerpo lo sabe’

¿Por qué unos sudan más que otros?

EL SUDOR ES ÚNICO COMO UNA FIRMA. Y sí: los hombres tienden a sudar más en cantidad, pero las mujeres lo hacen de manera más eficiente.

En los gimnasios, en los parques, en las oficinas con escaleras, todos hemos sido testigos del mismo fenómeno: gente que apenas se mueve y ya parece que corrió un maratón… y otros que parecen de mármol, secos, inmutables, como si transpirar fuera una cuestión de clase social.

Entonces surge la pregunta:

¿por qué unos sudan más que otros?

¿Es metabolismo, genética o castigo divino?

¿Y qué nos está diciendo el cuerpo cuando suda?

SUDAR NO ES RENDIRSE: ES SOBREVIVIR

Para empezar, sudar no es un error del sistema: es su mayor acto de inteligencia.

Cuando haces ejercicio, el cuerpo genera calor. Mucho. Si ese calor no se disipa, el cuerpo colapsa. Así de simple. Por eso, como un mecánico desesperado, el organismo activa su aire acondicionado biológico: el sudor.

Las glándulas sudoríparas, que tenemos por miles, comienzan a excretar agua con sales a través de la piel. Esa agua, al evaporarse, enfría el cuerpo. No es elegante, pero es eficaz.

Así que, si sudas mucho, no estás fallando. Estás funcionando. Estás en modo “no me quiero morir”.

Eso sí: sudar más no siempre significa estar más en forma. En realidad, las personas entrenadas suelen sudar más y antes, porque su cuerpo ha aprendido a anticipar el calor y a disiparlo rápido. Es decir, sudar pronto puede ser señal de adaptación, no de debilidad

EL SUDOR ES ÚNICO COMO UNA FIRMA

Sudamos distinto porque nuestros cuerpos han sido programados por historias distintas.

Factores como el sexo, la genética, la edad, el nivel de condición física, el clima donde creciste e incluso tu nivel de ansiedad, influyen en cuánto y cómo sudas.

Hay personas con glándulas más activas. Otras que se deshidratan rápido. Algunas que sudan en reposo por hiperhidrosis, y otras que apenas brillan en una clase de spinning.

Y sí: los hombres tienden a sudar más en cantidad, pero las mujeres lo hacen de manera más eficiente.

Como todo en la biología, no hay justicia, pero hay explicación.

Incluso la composición del sudor varía. No todos los sudores huelen igual. Eso depende de bacterias, alimentación y genética.

El sudor, en el fondo, es una especie de carta anónima que el cuerpo envía al mundo, revelando estados internos que ni tú sabías que tenías.

Hay días en que sudas por nervios, por miedo, por pena. Otros, por esfuerzo limpio y preciso. Y están esos sudores que nadie quiere admitir: el del estrés acumulado, el de la presión laboral, el de una rabia contenida.

El cuerpo no necesita palabras para hablar.

LO QUE EL SUDOR NOS QUIERE DECIR

Sudar no es señal de debilidad, sino de adaptación.

Es una herramienta de equilibrio. Y también un espejo. Porque a veces lo que se va con el sudor no es solo agua y sal, sino tensión, culpa, enojo.

Sudar es soltar, sin metáforas.

Por eso, cuando terminas de entrenar y la camiseta está empapada, no pienses en la estética, piensa en el diálogo que acabas de tener con tu cuerpo. Él respondió. Él se reguló. Él no huyó.

Sudar es una forma de estar presente, de decir “estoy aquí, haciendo lo que puedo, con lo que tengo”.

Y sí, hay gente que suda más. Que parece chorrear ansiedad, ganas, miedo o historia. Pero eso no es motivo de vergüenza. Es motivo de asombro.

Porque al final del día, mientras la mente se distrae o se justifica, el cuerpo hace lo que tiene que hacer: adaptarse, sobrevivir, limpiar… y contar lo que no decimos.

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