Los que han tenido oportunidad de seguir este espacio saben que apoyo totalmente a las nuevas series de automovilismo como la Fórmula E, el campeonato mundial de autos eléctricos que una vez al año visita nuestro país.

Aún en pandemia y adaptándome a los requerimientos de “burbuja” que nos aislaron toda esa semana en el Autódromo Miguel E. Abed, de Puebla, fui de los pocos periodistas mexicanos que realizaron la cobertura de lo que parecía ser el futuro del automovilismo.

Me parecen muy interesantes los adelantos tecnológicos y de seguridad de la categoría y valoro el nivel de los pilotos, algunos con experiencia incluso en Fórmula 1. Es decir, tenía fe y confianza en el campeonato, pero...

BANDERA VERDE… El pasado fin de semana visitaron por vez primera el espectacular Portland International Raceway, en Oregon, Estados Unidos. Un trazado muy ancho y con largas rectas, algo totalmente atípico en la serie, que normalmente sólo corre en circuitos callejeros, cortos y trabados.

Las características de este trazado, ideal para autos fórmula, hacía que el auto puntero “luchara” extra con el aire, es decir, necesitaba más energía para avanzar y “abrir” el camino. Los autos que rodaban detrás, como sucede en las rutas de ciclistas, realizaban menos trabajo y se beneficiaban del “drifting” (lo que llamamos “meterse en la succión”).

Así, el auto líder gastaba más energía de la batería que el monoplaza que rodaba en segundo, quinto o décimo. Expuesto el punto de la física aplicada a los autos...

ENTRADA A PITS… Resulta que desde la arrancada vimos una de las carreras más vergonzosas de la serie de monoplazas eléctricos. Si el principio de las competencias de autos es ir más rápido que los rivales, lo visto en Portland nos mostraba lo contrario: ningún piloto quería estar al frente.

Por el contrario, se “peleaban” por dejar pasar a alguien más y verse beneficiados del drifting. Sabemos que en el Campeonato Mundial de la Fórmula E no hay manera de “reabastecer combustible”, es decir, de agregar más carga a la batería, por lo que los pilotos deben aprender a manejarla.

Los cálculos de gasto de energía nos dieron un penoso espectáculo en el cual veíamos -incluso- una línea de cinco peleando en la ancha recta para ver quien tenía la “mejor posición”, no al frente, sino detrás.

Los pilotos se abrían para dejar pasar al rival, mientras se mantenían en la vuelta del líder, salvando energía para poder atacar en los últimos dos giros. Cierto, “eso también es parte de la estrategia”, dirán algunos, pero el cuidado excesivo que muestre una pelea por no ser el primero, escapa a ello...

SALIDA DE PITS… Al final de la prueba la Fórmula E se atrevió a presumir con bombo y platillo que se habían dado 403 rebases. En total, incluyendo el periodo con auto de seguridad, se dieron 32 vueltas, lo que nos da un promedio de 12.5 rebases por vuelta… más allá de asombroso, es absurdo.

Lo visto en Portland debe servir para que las autoridades de la serie, encabezadas por el buen Alejandro Agag, hagan algo al respecto. Si la tecnología no es aún la necesaria para tener carreras de esta duración y/o distancia, deberán acortarlas. Como aficionado se espera una lucha por el primer puesto, no por ver quien va detrás.

Es preferible una carrera corta, de unas 20 vueltas, a tener que soportar la decepción del pasado fin de semana...

BANDERA A CUADROS… En noticias mucho más gratas, este fin de semana regresa la Fórmula 1 a la acción. Será con el Gran Premio de Austria, el de casa para Red Bull Racing, que querrá lucirse ante los suyos llevándose todo lo posible. Esta es una gran oportunidad para que Sergio Pérez retome el camino y vuelva al pódium.

El sábado 1 se celebra el Día del Ingeniero, así que vaya una felicitación especial a tres mexicanos que están en las filas de F1, dando motivos para sentirnos orgullosos: Marcelo Martinelli (Mercedes), Juan Sebastián Navarro (Ferrari) y Dalia Ramos (Alpine). Un abrazo hasta Austria y la mejor suerte en su día...

• Así las cosas… sobre ruedas.