Los habitantes del municipio de Huaquechula gastarán entre 30 y 50 mil pesos para colocar altares de hasta tres niveles, que representan el ascenso de sus difuntos hacia el cielo, durante la celebración del Día de Muertos.
Huaquechula, ubicado en la mixteca del estado a 51 kilómetros de la capital poblana, se distingue a nivel nacional por sus altares monumentales que llegan a tener hasta cinco metros de altura, en los que cada piso representa un paso a la vida eterna.
La tradición de colocar una ofrenda en Huaquechula e invitar a comer a todos los visitantes, conocidos o no, data de 1450 cuando se colocaban ofrendas prehispánicas en honor a los muertos y su regreso el 2 de noviembre.
Este año serán colocados 24 altares, por las personas que fallecieron durante 2004 y que, según la costumbre, vuelven a sus hogares durante la tarde del 2 de noviembre y son guiados a través de una vela.
Marco Antonio Barrera Domínguez, director de la Casa de la Cultura de Huaquechula, señaló que la falta de recursos provoca que no todas las personas que perdieron algún familiar puedan colocar un altar y seguir la tradición de la población.
Indicó que las familias de los difuntos gastan de 10 mil a 50 mil pesos en la colocación de los altares y la comida para quienes los visiten, por ello los habitantes ahorran todo el año para cumplir con esta costumbre.
En entrevista, afirmó que esperan la presencia de al menos 10 mil visitantes procedentes del interior del estado y de otras entidades, quienes admiran los altares monumentales famosos por su estructura y originalidad.
Barrera Domínguez precisó que los artesanos encargados de hacer la estructura cobran de cuatro a siete mil pesos, algunos han sido llevados a naciones europeas para desarrollar este arte y ser admirado a nivel internacional.
La festividad de Todos Santos en Huaquechula inicia el 2 de noviembre cuando suenan las campañas de la iglesia principal y todas las casas en las que hay un altar abren sus puertas, para recibir con una cruz de flor de cempasúchil a sus muertos.
En punto de las 14:00 horas suenan las campanas y los visitantes deben llevar una veladora o cirio para alumbrar el arribo de los difuntos, a cambio los familiares les dan de comer a quienes llegan a su hogar los platillos típicos de la región.
Los parientes de los fallecidos colocan un camino de flor de cempasúchil, también llamada flor o de muerto, con dirección al panteón donde esté sepultado el difunto para encontrar el camino a su casa.
A pesar del paso de los años, del incremento en el precio de los artículos para la ofrenda y la falta de recursos, no han impedido que se coloquen los altares monumentales y que mantengan su majestuosidad.
Los altares tienen tres niveles y en cada uno de ellos no falta la cera, que sirve para alumbrar el camino de las almas, el agua para mitigar la sed del recorrido y la fotografía de quien es recordado.
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