La palabra épica nos remite a las epopeyas y las poesías heroicas que ensalzaban el viaje alrededor de un hecho grandioso o de un individuo que enfrentaba hechos fantásticos o hasta sobrenaturales para salir triunfante del mismo. Y qué mejor para tener una noche de esas magnitudes que un Coloso de Reforma repleto de gente ávida de encontrarse con un espectáculo musical de proporciones sinfónicas indescriptibles.
Diez mil “épicos” se reunieron en el Auditorio Nacional para dar una cálida bienvenida a sus dioses neerlandeses liderados por Simone Simons, que escoltada de sus fieles soldados del metal sinfónico, Mark Jansen, Coen Janssen, Isaac Delahaye, Ariën van Weessenbeek y Rob van der Loo, ofrecerían una noche histórica al desatar la aventura de la sinergia sinfónica que los hizo volver a una de las tierras marcadas por su agrupación llamada Epica.
Antes de llegar al show, los devotos seguidores se daban cita en los stands de mercancía especial como playeras únicas de esta gira con valor de 700 pesos, un vaso serigrafiado con la imagen de esta gira de 100, así como litografías coleccionables limitadas y sudaderas que iban de los 1500 a los 1300 pesos, todo esto mientras dentro del escenario se escuchaba música de otras bandas dignas de admiración de los fans, como Pantera y Judas Priest, mientras la espera se hacía cada vez más corta para entrar en comunión directa con los guitarrazos y la voz de Simone.
Los gritos de “Epica, Epica” se hicieron presentes hasta que, detrás de los miembros de la orquesta sinfónica que los acompañaría esa noche y que comenzaban a calentar para el gran momento, se encendió la pantalla con la imagen de “Kevin”, un curioso enmascarado que daba la formal introducción para la epopeya musical que se venía. “¿Por qué hay tanta gente? ¿Dónde estoy? En Ciudad de México. No tengo idea de cómo acabé aquí pero parece ser que estoy a cargo. Veamos si puedo usar esta energía, la frecuencia y poder hacerlos vivir esta experiencia”. Y así, la sinergía sinfónica de Epica daba inicio.
“Unleashed” fue la primera rola que desató la fuerza de un atiborrado foro que recibió a Simone y compañía con gritos y de pie. “Ciudad de México, esto es maravilloso. Estamos felices de volver, este es uno de nuestros países favoritos. Gracias por venir a vernos”, decía la lideresa de ojos claros vestida de negro mientras “The essence of silence” continuaba con fuerza a la par del duro son de Jansen y su gutural guitarra y el grito de ‘hey, hey, hey’ de los “épicos”, que seguía con “Menace of vanity” bañando en rojo todo el escenario y la diva Simone en la plataforma al lado de la batería.
“Creo que esta noche estamos llenos, así que debemos ser unos 10 mil épicos aquí. Por eso, les tocaremos una rola del primer álbum”, decía una entusiasmada Simons mientras “Sensorium” seguía con un extraordinario acompañamiento por parte de la sinfónica que seguía con buenas notas cada paso del metal que Epica regalaba a sus leales seguidores hasta que, al terminar, la banda salía de escena para un intermedio donde la orquesta tocó “The fifth guardian” como un interludio para una de las más aplaudidas de una noche de locura, “Crimson bow and arrow” con un cambio ligero en el vestuario de Simone y Delahaye tocando en medio de la sinfónica que los acompañaba.
La epopeya tendría otra pausa cuando “Kevin” aparecía de nuevo en la pantalla. “Todos ustedes son un patrón, como la música. Haré un experimento poniéndolos en el límite del caos y el orden”, decía mientras amenazaba con llevarnos hacia lo desconocido. “¿Acaso no todos le tememos a las nuevas cosas?”.
Desapareciendo de súbito, una luz morada era ahora la que daba pie a “Arcana”, donde ahora Simons aparecía en medio de la sinfónica y un coro de niños que salieron maquillados como calaveras en sus rostros los ayudaba en partes de sus melodías. “The skeleton key” abría nuevamente las puertas del inflamando metálico de Epica, prometiendo que esto era solamente el principio de todo.
“Amigos, ¿están listos para algo especial?”, preguntaba Simone mientras “The ghost in me (Danse Macabre)”, cover de Camille Saint-Saëns encendía a las almas de los diez mil asistentes en el Coloso de Reforma que no dejaban de mover las cabelleras y entregaban sus voluntades al inframundo musical de los neerlandeses que eran capaz de revivir a los muertos de sus tumbas. “Les hemos dado nuevas canciones, ahora vamos con un poco de karaoke de Epica. Veamos si saben la letra mejor que yo”.
Ante esta invitación de la hermosa Simons, “Storm the sorrow” convirtió al lugar en una hervidero de gritos y manos levantadas ante un público que se mantenía de pie y coreaba a todo pulmón la rola. “Epica, Epica”, clamaban los fieles fans a la par de las pisadas del bombo de la batería de van Weesenbeeck.
“Ustedes nunca paran. Son cabronamente asombrosos. Este es nuestro segundo hogar y siempre han sido buenos con nosotros. Muchas gracias”, clamaba Jansen mientras la banda preguntaba si estaban listos para más.
Fue así que un medley con fragmentos de “Universal death squad”, “The last crusade”, “The phantom agony” y “Design your universe” con Simone dándose un descanso que Jansen y el resto de la banda junto con el público, demostraban la fuerza de esta grandiosa sinergia sinfónica que, en su momento más alto, súbitamente marcaba un error detectado por “Kevin” debido a la ausencia de la vocalista.
“Necesitamos generar suficiente poder para reiniciar la energía así que griten y hagan que el de al lado se cague en sus pantalones”. Sin pena ni gloria, el Auditorio Nacional retumbó con los tremendos gritos sostenidos para que la épica euforia continuara.
Sin embargo, era momento de hacer una ligera pausa al lado de la diosa Simone, que solamente acompañada del teclado cantó “Tides of time” mientras ella hacía gala de su nuevo vestuario, un vestido negro con detalles brillantes mientras dedicaba la canción a la gente que perdimos. Y así, las luces de celular iluminaron el recinto entero a merced de la sinergia poderosa de la noche.
“Sirens of blood and water” daba espacio para el poder femenino con Simone acompañada de Charlotte Wessels y Marcela Bovio, que se llevaron la ovación entera mientras su canto de sirenas se acoplaba de lujo en la velada. Pero esta poesía musical heroica continuaba con otra aparición de “Kevin”, que ahora alentaba a todos.
“Sé el arquitecto de tu vida, no mires atrás, enciende el fuego y desencadena tu propia utopía”. Esas palabras bastaron para que “Unchain utopia” con Simone en vestido negro con brillos y botas nuevamente conectara poderosamente con los presentes, extasiados por la guitarra y la velada que Epica estaba dando.
“Esta noche agregamos un extra especialmente para ustedes, porque sabemos que aman el primer álbum de Epica”, mencionaba Simons para dar pie a “Run for a fall”. Llegaba entonces “Kevin”, nuestro guía, que por última vez aparecería en la pantalla del recinto. “¿Quieren llegar al siguiente nivel de la sinergia sinfónica? Adelante, demuéstrenlo, porque es la última canción de la noche”.
Y así, provocó saltos y locura en los presentes que se entregaron por completo ante Epica, que con “Beyond the matrix”, donde Marcela Bovio le hizo compañía a Jensen para los gruñidos y los coros guturales de la rola que anunciaba poco a poco la inminente conclusión del viaje heroico de Epica y su sinfónica, encendiendo nuevamente los celulares y recibiendo una extensa lluvia de papeles blancos para lo que parecía ser el adiós de esta aventura… ¿o no?
De repente, “Kevin” aparecía de nuevo. “El show terminó, deben de ir a sus casas, ahí está la puerta. Adiós. ¿Qué más quieren de mí? Les di todo lo que tuve ¿y quieren más?”, cuestionaba el anfitrión mientras los “épicos” le respondían con devoción y gritos enérgicos que, claro, deseaban más.
“Hay una condición. Siempre quise darles la mejor experiencia así que les daré una canción más y ustedes denme algo que no olvidaré. Denme una razón para existir. ¿Tenemos un trato?”, afirmaba el extraño protagonista de esta noche mientras todos aceptaban.
Entre los sonoros aplausos y el tecladista junto con parte de la orquesta movían los brazos arriba como un llamado al poder del metal sinfónico, comenzaban la última parte de esta sinergia donde Epica y compañía se dedicarían a descifrar el código vital con “Code of life”, con Simone luciendo un vestuario más y tanto Janssen como Delahaye tocando teclado y guitarra en medio del público compartiendo cada momento de la sinergia mágica del metal con sus fieles seguidores.
“Para volverme completamente humano necesito olvidar lo que me rodea y disfrutar. Ahora, quiero abandonar este lugar y unirme a esta fiesta loca con ustedes”, decía entonces “Kevin” para irse a negros y de repente salir, en forma física, en el escenario, con una cámara que filmaba a Epica y la sinfónica mientras “Cry for the moon” levantaba el coro unísono del “hey” con los brazos levantados, recordando que esta conexión es por siempre y para siempre.
Así, el estreno de una nueva rola, “Aspiral”, y la presentación final de “Consign to oblivion”, fueron el marco perfecto para que los “épicos” salieran victoriosos de esta epopeya de poco más de dos horas donde Simone y compañía lo dieron todo, simplemente para agradecer a todos los fans de una familia que va creciendo poco a poco.
Y es que esta aventura fue tan grande como el nombre de la banda misma, comprobando con creces porqué Epica se llama así. Y a ritmo sinfónico del tema de “Jack Sparrow”, la heroica noche de la sinergia sinfónica llegaba a un final maravilloso.