
En un momento donde la música latina vive una efervescencia global y las nuevas generaciones buscan autenticidad por encima de fórmulas recicladas, surge desde Houston un joven que, sin grandes disqueras detrás ni campañas millonarias, está comenzando a hacerse escuchar con fuerza y estilo propio. Su nombre es Rohmy Martínez, y a sus 19 años, ya es imposible ignorar el eco que está provocando su sencillo “Loko Y Tumbado” en las redes sociales.
Con más de 100 mil vistas en Instagram y 50 mil reproducciones en TikTok, el tema se ha convertido en una especie de carta de presentación para un artista que mezcla el alma del regional mexicano con una estética urbana, fresca, directa y sin poses. Su sonido es una síntesis entre lo que fue y lo que viene: guitarras con sabor a tierra y calle, lírica cruda, flow desenfadado, y una energía que atrapa al primer acorde.
Pero lo de Rohmy no es un golpe de suerte ni una moda pasajera. Es el resultado de una historia que comenzó hace una década en México, cuando siendo apenas un niño tomó por primera vez una guitarra y la convirtió en su confidente. “Desde los 9 años comencé a tocar la guitarra allá en México. Era mi manera de expresarme, de entender lo que sentía”, recuerda con una mirada que revela más madurez de la que la edad podría sugerir.
Esa conexión temprana con la música fue solo el inicio. Hace cuatro años empezó a escribir sus propias canciones. Al principio, como muchos artistas jóvenes, lo hacía por necesidad emocional, como una válvula de escape. Pero muy pronto descubrió algo más profundo: el poder de contar historias, de construir puentes con quienes también buscan su lugar en el mundo.
“Empecé escribiendo hace como 4 años… al principio era por desahogo, pero poco a poco me fui enamorando del proceso”, confiesa. Ese proceso, que para muchos puede parecer lejano o complicado, para Rohmy fue natural. Como si cada letra ya viviera en él, esperando salir. El resultado es un catálogo musical que ya empieza a dar de qué hablar, con canciones listas para ver la luz y una visión artística clara.
Su próximo lanzamiento, “El Chxvillo”, ya genera expectativa entre sus seguidores. Y aunque el éxito temprano puede marear a algunos, en Rohmy hay una mezcla de humildad y determinación que le permite disfrutar el momento sin perder de vista lo que realmente importa: la conexión con la gente.
“Esto es apenas el comienzo. Tengo muchas canciones que quiero compartir con la gente”, dice con una sonrisa que revela ilusión, pero también certeza. La misma certeza que se siente al escucharlo: no hay impostura, no hay copia. Hay autenticidad.
En una era en la que la industria suele fabricar ídolos al vapor, la aparición de artistas como Rohmy renueva la esperanza en el talento que nace de forma orgánica. Sin fórmulas prefabricadas ni discursos estudiados. Él es, simplemente, un joven con una guitarra, una historia que contar y una voz que cada vez suena más fuerte en el mapa del regional urbano.
Más allá de su música, hay algo en su presencia que genera empatía inmediata. Tal vez sea su cercanía, su forma de hablar sin filtros o su estilo que mezcla lo urbano con lo tradicional sin pedir permiso. Pero también es la forma en la que representa a muchos jóvenes latinos que crecen entre dos mundos: el de sus raíces culturales y el de su entorno cotidiano. Rohmy no elige uno sobre el otro. Los abraza, los fusiona, y los convierte en arte.
Por eso, no es exagerado decir que estamos ante una nueva promesa de la música latina. Una promesa que no se basa en números o contratos, sino en el poder de conectar con otros desde lo real. En sus canciones hay barrio, hay corazón, hay identidad. Y sobre todo, hay futuro.
Desde Houston, Rohmy no solo está haciendo ruido. Está marcando el inicio de una carrera que promete dejar huella. Y si “Loko Y Tumbado” es solo el comienzo, no cabe duda de que lo mejor está por venir. Porque cuando el talento es auténtico, no necesita permiso para brillar.