
En una industria cada vez más voraz, donde las carreras suelen diluirse entre algoritmos y repeticiones sin alma, hay trayectorias que destacan no por la fuerza del escándalo ni por la moda del momento, sino por la congruencia, el talento constante y una relación genuina con el público. Aleks Syntek es uno de esos nombres que no requieren ruido para ser reconocidos. Su sola mención evoca décadas de música que no ha dejado de respirar, de evolucionar, de conmover.
Este 19 de junio, el Auditorio Nacional se llenará de memorias compartidas cuando Syntek suba al escenario con “Total”, un concierto que marca 35 años de carrera artística. Pero más que un festejo personal, será una celebración colectiva, un espacio donde miles de personas encontrarán en cada canción un reflejo de sí mismas. Porque esa ha sido la magia de Aleks: su música no solo se escucha, se vive.
Hablar de Syntek es hablar de alguien que ha trazado su propio camino con convicción. En un panorama musical que ha mutado una y otra vez en las últimas tres décadas, él ha sabido adaptarse sin desdibujarse. Nunca ha tenido que disfrazarse para seguir siendo actual. Su evolución ha sido orgánica, honesta, como quien crece sin dejar de ser quien es.
Desde sus primeros pasos con “La Gente Normal”, Aleks apostó por una estética sonora distinta, por letras que no se limitaban a narrar amores perfectos, sino que se sumergían en lo complejo, en lo que duele, en lo que transforma. El pop, en sus manos, adquirió matices distintos: electrónicos, íntimos, por momentos cinematográficos. Canciones como “Sexo, pudor y lágrimas” o “Intocable” no solo fueron éxitos: fueron capítulos emocionales en la vida de millones.
“Total” no será un simple repaso de lo que ya fue. Será, más bien, un nuevo punto de partida. Aleks ha concebido este espectáculo como una experiencia inmersiva, donde los sentidos —no solo el oído— serán convocados. Visuales, sonidos renovados, emociones intensificadas… No se trata de repetir lo conocido, sino de resignificarlo, de permitir que cada acorde vuelva a tocar fibras con la intensidad de la primera vez.
Durante su carrera, Syntek ha sido muchas cosas: intérprete, compositor, productor, arreglista. Ha colaborado con artistas de enorme peso en la música iberoamericana, y ha sabido ser generoso con su arte sin perder su estilo. Ana Torroja, Rubén Blades, Los Ángeles Azules, Cristian Castro, David Summers… la lista es tan extensa como ecléctica. Y en cada colaboración, Aleks ha dejado algo de sí, ha sumado sin competir, ha enriquecido sin protagonismos innecesarios.
A pesar de su talento evidente, nunca ha sido un artista de estridencias. No ha vivido de titulares sensacionalistas ni ha buscado mantenerse vigente a base de polémicas. Su permanencia ha sido fruto de su disciplina, de su sensibilidad artística y de un compromiso serio con lo que significa hacer música. En tiempos donde muchos persiguen la visibilidad a cualquier precio, Syntek ha apostado por el contenido, por la calidad, por el mensaje.
El concierto del 19 de junio es una invitación a detenerse. A mirar hacia atrás no con nostalgia, sino con gratitud. A escuchar esas canciones que han acompañado rupturas, viajes, inicios, reconciliaciones. A redescubrir al artista que, sin hacer ruido, ha estado presente en tantos momentos íntimos de nuestras vidas. Y a confirmar que su obra sigue teniendo algo que decir, que su voz no se ha apagado ni un poco.
Aleks Syntek representa algo más que una carrera longeva. Representa el valor de la constancia bien entendida, del trabajo hecho con amor, de la creación que nace de un lugar auténtico. En sus letras hay verdad, en sus arreglos hay intención, en su presencia hay un respeto profundo por el público. Por eso, más que fanáticos, tiene cómplices emocionales.
Lo que ocurrirá esa noche en el Auditorio Nacional no es una conmemoración convencional. Es un acto de presencia. Una afirmación de que, en medio de la prisa digital, todavía hay lugar para lo que se construye con alma. Para lo que resiste el paso del tiempo porque está hecho con la materia de los sentimientos sinceros.
Aleks no está cerrando una etapa. Está celebrando que, después de tanto andar, aún tiene la brújula firme y el corazón encendido. Que las canciones que escribió hace años siguen encontrando nuevos significados. Que los escenarios siguen siendo su casa, y que la música, esa compañera fiel, aún le susurra nuevas melodías por descubrir.
Porque hay artistas que suben al escenario para ser vistos. Y hay otros, como él, que suben para compartir. Para recordarnos que la música no solo entretiene: acompaña, consuela, despierta, transforma. Y en esa entrega generosa, Aleks Syntek sigue siendo un referente, una voz que no pasa de moda, una historia que merece ser escuchada una y otra vez.