
“Soy Dayren Chávez, originaria de Chetumal, orgullosamente chetumalense”, se presenta con entusiasmo. Su historia artística comenzó con 13 años dedicados al ballet clásico, una disciplina que, según cuenta, la conectó desde muy joven con el escenario: “Interpretar, incluso bailando, me hizo descubrir que quería dedicarme a esto”.
A pesar de las dudas iniciales de sus padres sobre su futuro profesional, Chávez encontró en ellos un respaldo invaluable, sobre todo cuando fue seleccionada para audicionar en el Centro de Educación Artística (CEA) de Televisa. “El proceso fue complicado: perdieron mi solicitud, me avisaron un día antes, pero mi papá me consiguió el vuelo. Yo sabía que esa era mi oportunidad”.
Durante su estancia en el CEA vivió lo que llama “una experiencia intensa, como estar en El rival más débil”. Cada trimestre implicaba evaluaciones rigurosas y el riesgo de ser expulsada. “Fue un entrenamiento que me dejó herramientas muy sólidas”, recuerda. Incluso después de egresar, el CEA le abrió nuevamente las puertas para ensayar su primer montaje teatral profesional.
Una escena que cambió el rumbo
Tras varios papeles en televisión, 2024 fue un año de pausa y reflexión para Dayren. Lejos de rendirse, se dedicó a seguir formándose. Fue en uno de los talleres con el maestro Kennedy Brown donde descubrió una escena que cambiaría su rumbo: un fragmento de La señorita Julia de August Strindberg. “Nunca había conectado tanto con una escena, ni siquiera recordaba haber escuchado de la obra en el CEA”.
La química con sus compañeros Alexandra Quejido y Daniel Damuzi —quien además dirige y actúa en la obra— fue tan fuerte, que decidieron llevar la pieza completa al escenario. “Sabíamos que si no nos poníamos una fecha de estreno, no iba a suceder. Así que dije: va, lo produzco yo”.
El proceso no fue fácil: ensayos por Zoom, agendas cruzadas y apenas un mes de preparación presencial. “Era mi primera vez produciendo, pero si quería que se hiciera, tenía que meter las manos. Y valió cada desvelo”. El estreno en la teatrería fue un éxito. “El público se levantó a aplaudir. Algunos lloraban. Fue impresionante sentir esa conexión”.

Señorita Julia, espejo emocional y reto actoral
Interpretar a Julia, una joven noble atrapada entre los mandatos sociales y sus impulsos, le exigió mucho a Dayren. “Fue muy fuerte. Mi director me regañaba porque no sabía cómo salir emocionalmente del personaje al terminar la función”.
La complejidad del texto también la enfrentó consigo misma: “Julia está desorientada, actúa desde el impulso, romantiza el amor, se equivoca. Me vi reflejada en muchas partes de ella, especialmente en esa etapa de mi vida en la que también romantizaba todo”.
La adaptación, dirigida por Daniel Damuzi, pone sobre la mesa temas que siguen siendo actuales: clases sociales, religión, deseo, identidad y libertad femenina. “Uno piensa que son temas superados, pero siguen ahí. La gente se involucra, comenta en voz alta durante la función. Eso me sorprendió y me conmovió”.
Sobre lo que viene después, Chávez espera abrir más puertas en el teatro. “Terminamos temporada el 24 de junio, pero queremos volver en noviembre. Mientras tanto, seguiré trabajando en mis proyectos personales, y seguirme preparando. Las oportunidades llegan, pero también se construyen”.
Antes de despedirse, deja un mensaje para quienes aún no han visto la obra: “La señorita Julia habla de lo que somos cuando nadie nos ve. Se van a encontrar con personajes que se sienten vivos, con emociones que siguen siendo nuestras. Y eso es lo que hace grande al teatro”.